¿Y si consultar el genoma fuera tan fácil como echar mano del móvil?
La 'startup' catalana Made of Genes ha creado el primer banco genético en la nube. La idea es revolucionaria: guarda y encripta el genoma de los usuarios y les cobra por uso. Ahora preparan una suscripción mensual, al estilo Netflix
Si Vincent Van Gogh se hubiera secuenciado el genoma de niño habría sabido que tenía tendencias depresivas, lo que a la postre le llevó al suicidio. Si el análisis se lo hubiera hecho su padre también se habría llegado a la misma conclusión, porque buena parte de la información que contiene nuestro ADN se transmite a la descendencia. Los genes no solo hablan de nuestra predisposición a contraer determinadas enfermedades, como el cáncer, el Parkinson o la diabetes: también indican qué tratamientos aceptará mejor nuestro cuerpo, lo que ayuda a diseñar fármacos más efectivos, y qué dietas nos convienen. Incluso reflejan si somos o no propensos al alcoholismo o a tener mellizos.
Llegados al punto en que la tecnología ha logrado que la secuenciación del genoma cueste menos de 1.000 dólares (23andMe ofrece tests genéticos primarios por 179 dólares, unos 150 €), la duda no es si conocer las tripas de nuestro ADN se convertirá o no en algo cotidiano, sino qué problemas de seguridad conllevará. ¿Cómo evitar que tan sensible material caiga en las manos equivocadas, por ejemplo en las de aseguradoras o entidades financieras? ¿Se puede garantizar su confidencialidad?
Algunas compañías creen que sí. Es el caso de la startup Made of Genes. Su consejero delegado, Òscar Flores, ingeniero informático y doctor en biotecnología, ideó hace dos años una forma segura de almacenar en la nube los 600 GB de datos que pesa el genoma secuenciado de un individuo. “La información está encriptada de tal manera que nadie puede acceder a ella, ni siquiera nosotros o la policía. Solo se puede leer cuando el usuario nos envía un consentimiento informado en el que se dice que cierta parte de su código genético está disponible durante un tiempo determinado. Los usuarios tienen una contraseña y, como cuando operas en el banco, el sistema te pide que te identifiques y que completes una serie de validaciones antes de entrar”, ilustra.
En otras palabras: su propio sistema de encriptación, similar al militar, incorpora la doble confirmación que usa por ejemplo PayPal. Lo tienen patentado y está convenciendo a los expertos.
- Un banco en la nube
El genoma para no iniciados
- Llamamos genoma a la secuencia de ADN de los seres humanos. Está dividido en 23 pares de cromosomas. El Proyecto Genoma Humano (PGH) consiguió secuenciar la cadena completa en 2003.
- A efectos prácticos, codificar un genoma implica identificar la secuencia exacta de millones y millones de las letras presentes en nuestro ADN.
- El genoma está compuesto por entre 22.500 y 25.000 genes distintos. Cada uno de ellos contiene información precisa necesaria para la síntesis de una o varias proteínas.
- Su disposición en cada ser vivo es única. Y su conocimiento es de gran ayuda para que los médicos diseñen tratamientos personalizados.
Pero la revolución que ha aportado Made of Genes no solo reside en su avanzado entramado de protección de los datos. Lo que les ha hecho destacar en el programa de Wayra, la aceleradora de startups de Telefónica que le aportó 100.000 euros; lo que ha llamado la atención del presidente de la farmacéutica Almirall, Carlos Gallardo, y de otros inversores, que invirtieron 600.000 euros más en los dos años de recorrido de la startup; lo que les hizo ganar en 2016 el premio del MIT Technology Review a la iniciativa más innovadora en el sector sanitario fue su modelo de negocio. Flores y su socio, Miquel Bru, han creado una especie de banco de genómica personal. “Nuestra herramienta es un entorno en el que puedes tener tu genoma secuenciado y, a partir de ahí, darle uso. Cobramos por cada vez que recurras a él. Por ahora, nuestro modelo de negocio es parecido al de la App Store: es un marketplace en el que compartimos beneficios con los proveedores de servicios, en este caso los laboratorios que se encarguen de hacer la secuenciación”, explica Flores.
La idea es rompedora. A nadie se le había ocurrido aplicar el pago por uso en la genética. Pero quieren ir más allá. Ya tienen pensado dar una nueva vuelta de tuerca al producto. Encerrar digitalmente nuestra información más íntima en el sistema de Made of Genes costaba hasta ahora entre 650 y 4.000 euros, en función de si depositamos el genoma entero o solo una sección, y luego se pagaba una pequeña cantidad cada vez que se quería recurrir a esa información. “Nos dimos cuenta de que el desembolso inicial era una fuerte barrera de entrada”, añade Flores.
Por eso van a lanzar un modelo de suscripción: pagando una cuota mensual similar a la de Netflix (entre 15 y 20 euros), el cliente podrá disponer de su genoma digitalizado tantas veces como quiera. “En España estamos poco acostumbrados a pagar por la sanidad. Pero si paquetizamos el servicio con precios asequibles podemos equipararlo a otros productos, como un seguro más”, explica.
Este Netflix del genoma se lanzará en el segundo trimestre de este año. Todavía están cerrando acuerdos con los laboratorios que realizarán los análisis (la startup solo sube esos datos a la nube) y acabando de perfilar cómo hacer viables sus nuevas tarifas para un servicio que requiere de una tecnología inherentemente cara. Por ejemplo, introduciendo algún tipo de permanencia en los contratos. “Creemos que puede ser un bombazo. Hay estudios que dicen que para 2025 la gente empezará a secuenciarse el genoma. Nosotros queremos que el año que viene ya se hable en los bares del genoma, que sea un servicio asequible, democratizar la medicina personalizada”.
- Objetivo: Oriente Medio
La originalidad del modelo, así como la buena tecnología que tiene detrás, está haciendo que a estos catalanes les surjan novias por todas partes. Han mantenido alguna reunión con el Ministerio de Sanidad y planean dar el salto a Latinoamérica. Pero hoy por hoy su foco está en otra región. Gracias a su participación en Dubái en un programa para detectar tecnologías disruptivas prometedoras, Etisalat, el principal operador de telecomunicaciones de Oriente Medio, ha elegido a Made of Genes como socia para implantar un ambicioso sistema de secuenciación genómica en Emiratos Árabes Unidos (EAU). Aunque aún no puede revelar los términos del acuerdo, el equipo de Flores, que ahora consta de 16 personas, ya trabaja junto con Etisalat en una prueba piloto en un hospital. Esperan empezar a implantar el sistema en todo el país en unos dos años. Ahora mismo están detrás de una ronda de financiación con inversores corporativos (nacionales e internacionales) con la que levantarán unos cuatro millones para alimentar su proceso de internacionalización. Acaban de recibir 150.000 euros de una ronda puente y pronto llegará una cantidad similar.
La península Arábiga se podría considerar como la región del mundo más desarrollada en cuanto a implementación de genómica se refiere. “Arabia Saudí tiene un plan para secuenciar el genoma de toda la población antes de 2020. No creo que lo consigan, pero reman en esa dirección”, aclara Flores. Otros países, como Kuwait o EAU, también tienen en marcha programas parecidos.
Los árabes están apostando fuerte por esta tecnología porque pueden (no les faltan petrodólares). Tanto es así que en EAU, por ejemplo, es obligatorio que los novios se hagan una prueba genética cuando se van a casar. “La población es pequeña, por lo que tienen riesgos de consanguinidad, y eso implica enfermedades como fibrosis quística y otras. Por eso las parejas deben comprobar su compatibilidad”, describe Flores.
- Asegurar la privacidad
Made of Genes se remonta a un trabajo de fin de curso que dos compañeros del Executive MBA de Esade prepararon en Barcelona en 2014. Òscar Flores y Miquel Bru tenían claro que el sector de la genética iba a explotar. En lo que también coincidían era en que las oportunidades de negocio estaban no tanto del lado científico como del de la ciberseguridad. La citada 23andMe es capaz de ofrecer bajos precios porque vende la información genética que descifra a compañías farmacéuticas interesadas.
Modelo este que Flores rechaza. “El hecho de que tu información genética sea pública te puede cambiar la vida. No confío mucho en la regulación, porque hecha la ley, hecha la trampa, pero conviene que se empiece a hablar sobre cómo asegurar la privacidad de los usuarios. Hace falta pedagogía y seriedad”, aventura.
“El genoma es imperecedero e inmutable, nos acompaña desde antes de nacer hasta la muerte”, continúa Flores: “Podemos falsificar documentos o quemar nuestra huella digital; cambiarnos el rostro y el nombre. Pero el genoma va a seguir ahí”. Cómo proteger esa información será el gran debate en los próximos años.
Evitar la enfermedad antes de que aparezca
El futuro del sistema sanitario pasa por la medicina preventiva. Nadie duda ya de que el modelo debe cambiar de su actual orientación asistencial a otro en el que se monitorice de forma cotidiana a los pacientes, de manera que necesiten acudir con menos frecuencia a ambulatorios y hospitales. La tecnología juega aquí un papel fundamental: los wearables pronto no solo leerán nuestras constantes vitales, avisando automáticamente al médico si algún indicador se dispara, sino que serán capaces de tomar muestras (de sangre, orina, etcétera) y enviar los resultados al doctor.
La secuenciación del genoma, que tarde o temprano será común en Occidente, contribuirá decisivamente a consolidar este nuevo modelo. Para bien o para mal, sabremos con mayor exactitud las predisposiciones genéticas de cada individuo a sufrir determinadas enfermedades. La clave está en quién tiene acceso a esos datos. Los médicos pueden usarlos para preparar tratamientos a medida y producir cócteles de fármacos personalizados; las aseguradoras o los bancos, por ejemplo, pueden servirse de ellos para subir las primas de los seguros de vida o denegar hipotecas a quienes parezca que no van a vivir eternamente.
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