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Siete semanas y 11 protagonistas para un acuerdo de gobierno

La socialista Adriana Lastra lideró la doble negociación del PSOE con Unidas Podemos y ERC

Reunión entre los negociadores del PSOE y ERC en el Congreso de los Diputados. De izquierda a derecha, José Luis Ábalos, Adriana Lastra, Gabriel Rufián, Marta Vilalta y Josep Maria Jové. En vídeo, Sánchez acepta un referéndum en el que solo decidan los catalanes.Foto: atlas | Vídeo: ULY MARTíN

El cierre del acuerdo con ERC para lograr su abstención, más pausado y con muchísimas más aristas que el logrado con Unidas Podemos, es el resultado de más de un mes y medio de negociaciones en varios frentes, a varias velocidades y con distintos interlocutores. El PSOE, como eje central de las conversaciones, ha tenido a su vicesecretaria general, Adriana Lastra, como protagonista omnipresente. De las manos de la número dos socialista han salido desde el acuerdo de Gobierno con Unidas Podemos hasta la abstención confirmada de ERC a la próxima investidura de Pedro Sánchez.

Dos negociaciones que han discurrido paralelas pero de forma diferente. Mientras las conversaciones sobre el próximo Ejecutivo se han llevado con total discreción desde que Sánchez y Pablo Iglesias anunciaron el preacuerdo sin que se cumplieran 48 después de las elecciones del 10-N, la negociación con ERC sí discurrió entre comunicados, fotos de reuniones, encuentros sin convocatoria oficial, acusaciones cruzadas en la prensa, así como rupturas y reconciliaciones.

Estos han sido los 11 protagonistas de las últimas siete semanas para la negociación del próximo Gobierno:

Pedro Sánchez (PSOE)

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El resultado electoral del PSOE el 10-N —760.000 votos menos y caída de los 123 diputados de abril a 120— le animó a cerrar en día y medio un preacuerdo con Unidas Podemos para formar el que sería el primer Gobierno de coalición desde la Segunda República. La realpolitik aparcó todas las reticencias que en verano le provocaba Iglesias a Sánchez e imposibilitaron la investidura, sobre todo las diferencias sobre la crisis en Cataluña. Resuelto en un visto y no visto lo que parecía un escollo tan difícil de superar, el presidente en funciones fio su destino a las negociaciones con ERC. Incluso ha participado en ellas de forma ocasional. Su interlocutor cuando los múltiples salientes del conflicto en Cataluña amenazaban con truncar las conversaciones ha sido Pere Aragonès, vicepresidente de la Generalitat y hombre fuerte de Esquerra.

Asegurada la abstención de los republicanos, Sánchez afronta su tercer proceso de investidura con la seguridad de que esta vez sí tendrá éxito. El líder del PSOE acumulaba los fracasos de marzo de 2016 y del pasado julio y si algo tenía claro es que no podía exponerse a una nueva votación sin los apoyos garantizados.

Adriana Lastra (PSOE)

La vicesecretaria general del PSOE no engaña. Siempre va de cara, en ocasiones tanto que según sus críticos hasta hace gala de ser cero diplomática. Una versión que rechaza la mujer más poderosa del partido en el Gobierno con permiso de Carmen Calvo, con la que mantiene una gran relación. A la cabeza del trío de negociadores socialistas con ERC, la dirigente asturiana ha demostrado durante el último mes y medio su fiabilidad para guardar los secretos más ansiados, como los pormenores del futuro Gobierno de coalición con Unidas Podemos.

Mantiene una buena relación con la mayoría de los partidos representados en el Congreso. Una de las más afianzadas es con Gabriel Rufián, que frente a las desavenencias por el modelo territorial valora la coincidencia con Lastra en posiciones de izquierda y la defensa de políticas sociales. Al tiempo que lidiaba con ERC se ha trabajado a los demás grupos parlamentarios necesarios para que la investidura salga adelante en el Parlamento más fragmentado, en muchas ocasiones haciendo equilibrismos ante la incertidumbre entre los regionalistas intranquilos con la letra pequeña —y desconocida— del pacto con ERC.

José Luis Ábalos (PSOE)

Al contrario que en la investidura fallida de julio, en la que tuvo un papel bajo el radar y se arremangó entre bambalinas para que hubiera acuerdo con Unidas Podemos, el secretario de Organización del PSOE y ministro de Fomento en funciones ha desempeñado un rol público y notorio en el equipo negociador con ERC. Una muestra más de cómo en esta ocasión es Ferraz, y no tanto La Moncloa, donde llevan el mando en las negociaciones. Convertido en el portavoz de facto del PSOE, su afirmación de que ERC había abandonado la unilateralidad antes del congreso de los republicanos provocó una crisis de alto voltaje. Días después, ERC aparcó en su cónclave la declaración unilateral de independencia. La noche electoral del 10-N formó parte del reducido grupo al que Sánchez expuso sus planes de un acuerdo exprés con Pablo Iglesias.

Salvador Illa (PSOE)

El secretario de Organización del PSC ha sido la incorporación más novedosa en el equipo negociador con ERC. Prudente por naturaleza y disciplinadamente reservado, su presencia en las conversaciones refleja la excelente relación por la que atraviesan el PSOE y su partido hermano en Cataluña. El mejor ejemplo es la armonía orgánica que los aparatos de PSOE y PSC están mostrando ante la crisis territorial. Militante del PSC desde 1995, el número dos de Miquel Iceta desde 2016 (en exclusiva desde febrero de 2017) pertenece a la corriente más escéptica con Esquerra. Las reservas de Illa se cimientan en hechos como el voto en contra de los republicanos a los Presupuestos de este ejercicio y el veto a que el primer secretario del PSC fuera designado senador autonómico, paso previo para que pudiera ser elegido presidente de la Cámara Alta. De buen talante, Illa es un ferviente creyente del poder blando: ejerce la autoridad pero sin arrogancia. Su capacidad de alcanzar acuerdos en apariencia imposibles quedó acreditada en verano logrando pactos locales con ERC y Junts per Catalunya pese a la tensión política.

Carmen Calvo (PSOE)

La vicepresidenta en funciones ha mantenido un papel en segundo plano, pero no por ello menos crucial para las negociaciones con ERC. La número dos de Pedro Sánchez en el Gobierno se ha convertido en la interlocutora habitual de Pere Aragonès, vicepresidente de la Generalitat y coordinador nacional de Esquerra. Aunque en esta ocasión no está en primera línea, a diferencia de las conversaciones con Unidas Podemos en verano, su voz se tiene muy en cuenta: Calvo ha sido la representante del Gobierno con más galones que se ha pronunciado sobre la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE que concluyó que Oriol Junqueras debía haber sido autorizado a recoger su acta de eurodiputado. “Las sentencias se acatan y cumplen”, se pronunció. Un gesto celebrado por los partidos soberanistas.

Pablo Iglesias (Unidas Podemos)

El líder de Unidas Podemos ha sido el gran desaparecido de las últimas semanas. Desde el conocido como el pacto del abrazo —entre él y Pedro Sánchez dos días después de los comicios—, apenas se ha dejado ver. El próximo vicepresidente del Gobierno ha desempeñado en esta negociación un papel antagónico al que protagonizó en las conversaciones fallidas del pasado mes de julio. Entonces el primer intento de un Gobierno conjunto entre socialistas y Unidas Podemos fracasó de forma estrepitosa, con acusaciones cruzadas en los medios de comunicación, desplantes y giros del guion inesperados en el mismo pleno de investidura.

Nadie apostaba por él, menos él mismo, cuando aseguraba durante la última campaña electoral que "las cosas no siempre salen a la primera". Pero acertó. El líder del PSOE, que en julio había llegado a vetar su presencia en un hipotético Gobierno de coalición, leyó en los resultados de las urnas que estaba condenado a entenderse con Iglesias. Desde aquel acuerdo exprés postelectoral, Unidas Podemos puso el cerrojo informativo y aprovechó la atención sobre ERC para pasar inadvertido durante la negociación del reparto de poder en el Gobierno y el acuerdo programático.

Irene Montero (Unidas Podemos)

La número dos de Unidas Podemos ha llevado el peso negociador del próximo Ejecutivo de parte de Unidas Podemos. Con los precedentes del fracaso de julio, los dos partidos apostaron para reducir al máximo los equipos negociadores. Si el primer acercamiento tras el último paso por las urnas fue entre los dos líderes —con el asesor de Sánchez, Iván Redondo, mediante— enseguida cedieron el testigo a Lastra y Montero. Las portavoces respectivas del PSOE y Unidas Podemos en el Congreso acordaron los diez puntos del preacuerdo del próximo Gobierno progresista de coalición.

Montero, sobre la que hasta ahora pesaba la sombra de la sucesión de Iglesias, entrará salvo sorpresa en el próximo Gobierno como ministra de Igualdad. Su presencia en el Consejo de Ministros obliga a Unidas Podemos a reorganizarse y a buscar nuevo portavoz del grupo parlamentario, un puesto desde el que la número dos había apuntalado su poder en el partido y se había ganado el respeto de políticos de otras formaciones.

Gabriel Rufián (ERC)

Como diputado y portavoz de ERC en el Congreso, Rufián ha sido el interlocutor más directo del proceso negociador con Adriana Lastra, con quien mantiene buena relación. De hecho, los dos fueron los que se encargaron de todos los preliminares para que se realizara la primera reunión, el 28 de noviembre. Es uno de los negociadores republicanos que han defendido, desde el principio del proceso, la oportunidad de que las conversaciones llegaran a buen puerto y culminaran con la abstención de su grupo para facilitar la investidura de Sánchez. En esta ocasión, no obstante, ha mantenido un perfil más moderado y no se ha manifestado a favor de facilitar un Gobierno del PSOE a cambio prácticamente de nada, tal como hizo en las frustradas negociaciones entre los socialistas y Unidas Podemos tras las elecciones del pasado 28 de abril. Tampoco ha sido el principal comunicador del avance y las vicisitudes de los encuentros.

Marta Vilalta (ERC)

Secretaria general adjunta del partido y portavoz de ERC en el Parlamento catalán, Vilalta ha sido la voz que se ha oído más cuando ERC ha querido valorar o aclarar en qué momento se encontraban las negociaciones. Prudente, ha mantenido discreción en cuanto al fondo de lo que se ponía sobre la mesa y se ha mostrado más tajante a la hora de replicar algunas de las afirmaciones del ministro en funciones José Luis Ábalos, que instó a los republicanos a su abstención imprescindible si no querían dar a la derecha la oportunidad de gobernar en caso de una tercera repetición electoral. Vilalta ha mantenido de forma invariable la postura de que lo que más importaba era el contenido, no el calendario.

Josep Maria Jové (ERC)

El presidente del Consell Nacional de ERC y diputado en el Parlament ha sido en buena parte el responsable de concretar las condiciones que ha ido desgranando la formación independentista en las negociaciones, desde el detalle de cómo se planteaba el diálogo entre Gobiernos a una visión global del paquete de medidas sociales a desgranar a lo largo de la legislatura. El que fue uno de los principales apoyos del presidente del partido, Oriol Junqueras, cuando este ocupaba la vicepresidencia del Govern es, ahora también, uno de los más estrechos colaboradores de Aragonès. Su elección como uno de los miembros del equipo negociador de ERC provocó una dura reacción de las formaciones de derecha del arco parlamentario, que destacaron las circunstancias de Jové: imputado por su papel en la organización del referéndum ilegal del 1-O en el Tribunal Superior de Justicia y por el Tribunal de Cuentas, que investiga el supuesto desvío de fondos para la ejecución de aquel referéndum.

Pere Aragonès (ERC)

Coordinador general de ERC y vicepresidente del Govern catalán, no formaba parte de la comisión negociadora de su partido, pero ha intervenido de forma directa, cuando entendía que hacía falta, con contactos con Pedro Sánchez. Ha mantenido la tesis de que lo que importaba era crear un instrumento válido, “de Gobierno a Gobierno”, para encarar una solución al problema político entre Cataluña y España. Sin renunciar nunca a las tesis independentistas, Aragonès ha defendido la importancia de que el acuerdo final, además, tuviera un recorrido a lo largo de la legislatura. Por su condición de vicepresidente del Govern, fue una de las voces que insistió más a Sánchez en que restableciera el contacto con el president Quim Torra para contar con cierta complicidad de la formación de Junts per Catalunya.

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