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Irene Montero, el futuro de Podemos cambia de género

La que fuera una joven activista antidesahucios se ha convertido en una figura clave en el partido en mitad de su crisis más grave

Irene Montero, portavoz de Podemos en el Congreso, en el acto de regreso a la política activa tras su permiso de maternidad el pasado enero. En vídeo, parte de un discurso de Montero.Foto: atlas
Ana Marcos

Antes de llegar a alguna de sus clases en la universidad, Irene Montero (Madrid, 1988) acudía a un desahucio sin importar la hora. “Más de una vez la encontramos en el baño de la facultad lavándose los dientes porque ni le había dado tiempo en casa”, recuerda su amiga Ione Belarra, diputada de Podemos. La activista que se forjó en el movimiento antidesahucios ha contribuido en cinco años a la construcción de Podemos y ha tenido que asumir el liderazgo en el momento más crítico: la integración de Íñigo Errejón en Más Madrid, la plataforma de la alcaldesa Manuela Carmena. Una crisis que no pudo frenar. Montero es ya una de las máximas dirigentes de una formación en la que el hiperliderazgo lo ejercen los hombres. Y abandera las quinielas para encabezar el relevo en la secretaría general.

Montero deja su futuro en manos de la militancia, pero entre bastidores Podemos prepara desde hace tiempo la sucesión femenina a Pablo Iglesias. Su nombre aparece en todas las encuestas internas. “Estoy convencida de que en Podemos la próxima persona que sea secretaria general será una mujer”, dijo esta semana en una entrevista en TVE. No fue una respuesta improvisada. Fue un mensaje directo a su partido, explican dos personas que han trabajado con ella. Montero, dicen estas fuentes, nunca se sale del guion. Aquella noche, antes de que pronunciara la frase, en los chats internos de Podemos ya circulaba la orden de difundir este mensaje en redes hasta convertirlo en trending topic. Fuentes del partido aseguran, por el contrario, que la respuesta no estaba planeada y que "no había intención" de realizar ninguna campaña.

En horario de máxima audiencia, en la televisión pública, la dirigente inició una campaña distinta de la de las cuatro citas electorales que Podemos tiene por delante. Se ha abierto la puerta a Vistalegre III, la asamblea, aún sin fecha, de la que saldrá un nuevo liderazgo.

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Lanzar esta estrategia en el inicio de la precampaña no ha sentado bien en una parte de Podemos, muy preocupada por unas elecciones en las que pueden perder —como auguran las encuestas— parte de la representación que consiguieron en todas las instituciones hace cuatro años, según explican fuentes del partido.

Los años de la PAH

Montero, ahora pieza clave en la dirección de Podemos, llegó al partido tras las elecciones europeas de 2015. No aparece en la ya famosa foto de los cinco fundadores del partido de Vistalegre I, la primera gran asamblea de la formación. Su entrada coincide con el momento de efervescencia inicial.

“Compartimos una reflexión que teníamos desde el 15M. Más allá de seguir reclamando a los que estaban en las instituciones, era el momento de hacer política con nuestras manos”, dice Rafa Mayoral, también diputado de Podemos. Aunque se habían conocido antes, su amistad comenzó a forjarse en 2011 cuando se fundó la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en Madrid. “Yo aportaba mis conocimientos jurídicos de abogado e Irene, psicóloga, acompañaba a las familias que sufrían los desahucios siempre desde la lógica del empoderamiento”, relata.

Irene Montero, en el Congreso.
Irene Montero, en el Congreso.Claudio Alvarez

El trabajo de Montero en esta organización llamó la atención de Juan Carlos Monedero. “La conocí en las marchas de la dignidad. Era una joven llena de fuerza, valiente y muy comprometida con la suerte de la gente más golpeada”, dice el fundador de Podemos, ahora fuera del funcionamiento diario del partido.

Monedero la invitó a su programa de televisión La Tuerka, en el que también participaba Iglesias. Este espacio fue otra de las semillas de las que surgió Podemos. Cuenta Monedero que ya entonces vio “a un cuadro político que podía hacer mucho por la regeneración en España”. Así que la animó para que entrara en el partido. La propia Montero ha reconocido en más de una ocasión que este encuentro fue clave para que tomara la decisión definitiva de unirse a Podemos.

De aquellos años de activismo, tanto Mayoral como Belarra recuerdan a una mujer “trabajadora, empática y comprometida”. Cualidades que, aseguran, ha mantenido en la política institucional. “Cuando entramos en el Congreso nos sorprendió el funcionamiento jerárquico de las instituciones, venimos de espacios más horizontales”, cuenta Belarra.

Los que ya no trabajan tan cerca de ella coinciden en esta descripción. “Es brillante, muy inteligente”, opinan. Aunque consideran que es menos creativa que otros dirigentes de Podemos. Lo intenta suplir, dicen, con autoexigencia. Montero estudia al milímetro cada uno de los pasos que da en su trabajo. No deja una línea suelta en cada una de las propuestas que defiende. “Los comunistas nos empollamos las cosas”, dice una persona que comparte con ella el mismo origen: las juventudes comunistas en las que Montero empezó a militar con 16 años.

Irene Montero y Pablo Iglesias, en el Congreso.
Irene Montero y Pablo Iglesias, en el Congreso.ULY MARTIN

Era el inicio de los 2000 cuando se integró en este movimiento. Montero era una estudiante en el colegio Siglo XXI de Moratalaz. Un colegio concertado que surgió de una cooperativa de corte progresista en el barrio obrero de Madrid donde se crio con sus padres, un empleado de una empresa de mudanzas y una educadora. Escuchaba a Marea, Extremoduro, Fito y los Fitipaldis, parte de la música que su padre ponía en casa. Ya despuntaba como estudiante. Y mantuvo un buen expediente académico en la facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid que le permitió acceder a distintas becas, como la Séneca que la llevó a Chile.

“No estuve totalmente de acuerdo con que renunciara a su beca para hacer el doctorado en Estados Unidos y se metiera a trabajar en Podemos 24 horas al día”, dice Monedero. “Ella decía que no podía marcharse fuera en un momento tan importante para el futuro de España y yo, como profesor, le decía que conseguir una beca tan relevante era el sueño de cualquier estudiante y que renunciar a ella era un sacrificio excesivo”.

Desde abajo

En Podemos empezó desde abajo. Colaboró en el programa, trabajó en los círculos (una de las estructuras en las que se organiza la militancia de Podemos), organizó manifestaciones. “Era evidente que sus cualidades la iban a llevar a asumir cada vez más responsabilidades”, afirma Monedero.

Entró en la dirección como jefa de gabinete de Iglesias. Una vez dentro de la ejecutiva, su trabajo y la coyuntura acompañaron su ascenso. Las elecciones generales de 2015 y 2016 pusieron a prueba la amistad de Iglesias e Íñigo Errejón y, por tanto, la unidad en Podemos. Cada uno defendió una posición política que terminó por materializar que en el partido no cabían dos amigos. La distancia física que marcaron en el Congreso —dejaron de sentarse juntos en su bancada— se tradujo en abismo en el partido.

El secretario general empezó a cerrar su círculo con unas pocas personas de confianza. Montero asumió la portavocía parlamentaria –antes de cumplir los 30 años– en sustitución de Errejón y ocupó su escaño, el asiento al lado de Iglesias. Este movimiento que provocó críticas dentro y fuera de la organización consolidó la ejecutiva leal y sin fisuras que Iglesias buscaba. Los más críticos con el partido quedaron desplazados aunque su papel desde la fundación del partido hubiera sido determinante.

“Es ambiciosa, siempre ha querido ser un peso pesado en Podemos”, opina una fuente del partido que conoce la trayectoria de Montero. Los que cuestionan su gestión le achacan que le cuesta delegar: “Lo hace todo ella y de manera directa”. Montero siempre ha reconocido que es una persona "cabezota" y lo relaciona con su "perfeccionismo".

Irene Montero, en un mitin en Alcorcón (Madrid).
Irene Montero, en un mitin en Alcorcón (Madrid).Emilio Naranjo (EFE)

El liderazgo de Montero se ha aparejado irremediablemente al de Iglesias sobre todo después de que hicieran pública su relación personal. “A veces es difícil distinguirlos, hablan y gesticulan igual”, abunda otra persona del partido. Este vínculo provocó otra gran crisis en el partido cuando los dirigentes compraron un chalé a las afueras de Madrid. No pudieron controlar la repercusión, como en tantas ocasiones en las que los problemas internos de Podemos adquieren mayor relevancia que sus propuestas políticas. Reconocen que cada vez que se repite esta situación ahondan en “el mismo error”. En esta campaña se volverán a empeñar en hablar solo de los temas sociales que vertebrarán su programa.

La sucesión

En junio de 2018, tras un año y medio de trabajo en el Parlamento, Montero lideró con Iglesias en Podemos la moción de censura que terminó con el Gobierno de Mariano Rajoy. Su intervención parlamentaria aquel día lanzó un poderoso mensaje que hoy perdura: el relevo estaba en marcha en Podemos.

Al poco tiempo, tuvo que retirarse de la política activa por el parto prematuro de sus mellizos. Un mes antes, su padre había fallecido. “Si algo he aprendido en estos últimos meses, quizá lo más valioso, es que la esperanza puede vencer al más terrible de los miedos”, dijo en su acto de regreso, rodeada de mujeres. Volvía para sustituir como líder interina a Iglesias, el padre de sus hijos. Ambos habían acordado, que, aunque no tuvieran derecho a los permisos oficiales por ser miembros del Congreso, se repartirían al 50% el cuidado de sus hijos.

Aquel 9 de enero, emocionada hasta las lágrimas, se puso al frente de Podemos convencida de que seguiría en el Congreso al mismo tiempo que allanaría el camino para las elecciones autonómicas y municipales del 26 de mayo. Se encontró con un adelanto electoral.

El próximo 23 de marzo, cuando Iglesias termine su permiso de paternidad, Montero volverá a ser la número dos. Una posición que puede cambiar a partir del 28 de abril, cuando se cierren las urnas. Es la fecha que Iglesias marca para concretar su futuro político. “El resultado determinará muchas cosas”, escribe en el libro Nudo España (Arpa) con el periodista Enric Juliana. “Si las ganamos, o si somos la primera fuerza, tendremos que lograr un acuerdo de Gobierno. Si no, tendremos que buscar otro tipo de acuerdo, y allí se definirá mi futuro político”. Y el de Montero.

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura. Forma parte del equipo de investigación de abusos en el cine. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional, además de participar en la fundación de Verne. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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