El asalto a los cielos de Irene Montero
Organizada, estudiosa y dura, la nueva ‘número dos’ de Podemos organiza el rumbo parlamentario del partido
Los compañeros de Irene Montero (Madrid, 1988) dicen que es amable bajo la apariencia de dura y sus adversarios que es dura bajo una apariencia amable. Uno de los fundadores de Podemos, Luis Alegre, ha dicho que es parte de un “grupo de conspiradores” parasitador del líder, Pablo Iglesias. En el mismo partido, su círculo de confianza dice de ella que ha devuelto a Podemos su espíritu inicial y combativo. Todos ellos, amigos y adversarios, coinciden en la importancia de El Siglo en la construcción política de Irene Montero.
En El Siglo, cuenta la protagonista, se enseña a trabajar en equipo. Tanto, que “casi nunca he tomado una decisión importante sola: no me gusta”, dice a EL PAÍS. “Yo”, concluye sobre el retrato que se esboza de ella, “no me reconozco mucho”. “Nunca he sido muy ortodoxa en mi militancia. Pero puedo ser vehemente, mucho”. El Siglo, como llaman familiarmente al colegio Siglo XXI de Moratalaz, se ideó en los 60 cuando el barrio madrileño empezó a poblarse. Lo hicieron madres y padres de clase obrera críticos con la dictadura; el colegio tuvo modelos como el de la pedagogía Freinet (anticapitalista, abierta, popular) o la Escuela Nueva, el movimiento progresista surgido para acabar con el autoritarismo y la competitividad de la educación tradicional. Montero recuerda, por ejemplo, la Semana de la Solidaridad, las clases sin libros de texto y la participación que había en clase cuando la política se movía. En ese colegio, concertado, se debatía en clase qué significaba una huelga, por qué había que hacerla y para qué servía la lucha por la educación pública.
En septiembre de 2016 Montero regresó al colegio. En una entrevista con la radio del colegio confesó una rectificación en su trayectoria en la clase de Ética, cuando el profesor, Javi, explicaba los procesos violentos producidos en el siglo XX: “Salió preocupado porque muchos de los que estábamos en movimientos sociales teníamos posiciones muy beligerantes, muy duras. ‘Chicos, no es esto’, nos dijo”. Tras salir de la escuela estudió Psicología y viajó cinco meses a Chile para seguir formándose (de ahí sobreviven gustos musicales como Chico Trujillo y Víctor Jara, que acompañan a los más clásicos Silvio o Sabina).
Después de pasar por las juventudes comunistas y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), Montero fue invitada como activista a La Tuerka en abril de 2014. Dice Pablo Iglesias, secretario general de Podemos y su compañero sentimental, que fue entonces cuando empezó a saber de ella. “La había conocido en algunos programas. Yo sabía que era uno de los perfiles de la PAH de Madrid. Pero no la empecé a tratar hasta septiembre. Y desde las primeras reuniones me di cuenta de que es una persona muy organizada, que ya llevaba temas de sociedad civil y movimientos sociales con Rafa Mayoral. En cuanto tuve oportunidad le pedí que se incorporase a mi equipo”. Es entonces cuando empieza a arraigar públicamente la imagen que la propia Montero definió años después con palabras: “dientes afilados” con los poderosos. Fue tras perder un millón de votos en las segundas generales tras el éxito de las primeras. El partido empezaba a convulsionar a causa de un debate que estalló a finales de 2016: la estrategia del número dos, Errejón, enfrentada al regreso a los orígenes que demandaba Iglesias y con él su nuevo núcleo duro capitaneado por Montero.
“No mide las luchas en las que se mete”, dice una colaboradora que trabaja con ella a diario. “Si ve una injusticia no piensa en si es el momento, si tiene el armamento necesario, si podrá resistir la pelea. Ella se tira con todo: vomita las palabras. La gente se da cuenta de eso, por eso confía en ella. Se puede ser más light o menos, tener más diplomacia o menos, pero al final un buen político es el que no se calla nada aunque los problemas no tengan que ver con ellos”.
El padre de Montero, Clemente, había empezado a estudiar Medicina, pero dejó la carrera para ponerse a trabajar. En la actualidad está empleado en una empresa de mudanzas; su madre, Adoración, es educadora. Los dos son de un pequeño pueblo de Ávila, Tormellas, en el que Montero pasaba los veranos de la infancia. Los ve poco (“demasiado poco para ser hija única”), concretamente desde el verano de 2014, cuando la vida de Montero dio un vuelco. La invitó a uno de los círculos de Podemos Miguel Bermejo, responsable de Extensión. En esa reunión Montero coincidió con Sergio Pascual. “Entramos en la misma reunión. Y nos tiramos todo el verano juntos rulando por España de un círculo a otro. No había estructura ni nada: éramos cuatro gatos moviéndonos con una furgoneta”.
Bandos enfrentados
El tiempo depositó a Pascual y a Montero en dos bandos enfrentados. Pascual fue el secretario de Organización de Podemos, fiel a Errejón, destituido en un golpe de mano de Iglesias; para entonces Montero ya era la mano derecha del jefe del partido. El ascenso de Montero a costa de Errejón tras Vistalegre 2 la dejó ocupando su puesto como portavoz parlamentaria. “Y eso ya se nota”, dice Iglesias. “Llevábamos mucho tiempo sin tener una reunión de la dirección del grupo. Nuestro partido no es como los demás: es muy mestizo. La coordinación implica mucho trabajo y ahí Irene desde el minuto cero ha sido muy importante”. La primera semana de la portavoz ha sido intensa; el pasado jueves se despertó, dice, “con la voz como Joaquín Sabina”.
Esta semana empezó el mandato de Montero. “Tuvo un 9,3 de media en Bachillerato”, empieza a recitar de memoria Iglesias. “Un nueve y pico en la licenciatura, un 9,7 en el máster y le dieron la beca FPU. Tiene estas cosas de los estudiantes empollones. Y una capacidad de trabajo en equipo y un orden impresionante”.
De la relación sentimental de ambos hay silenzio stampa en el partido. Ni enseñando una foto que hoy es historia en el partido: Tania Sánchez, el errejonista Jorge Lago, Iglesias y Montero yendo al cine a ver El despertar de la fuerza el día antes de las elecciones generales del 20-D de 2015. Nadie habla de amor en Podemos a pesar de ser una fábrica de producirlo, según Monedero. “No voy a ser ni la primera ni la última mujer cuestionada por cosas así”, dice Montero.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.