Guardias civiles relatan los escraches sufridos en Cataluña antes y después del 1-O
Los agentes recibieron insultos y amenazas tras participar en registros o en el dispositivo para impedir la consulta independentista
En el juicio del procés se han escuchado este jueves varios testimonios de esa violencia de baja intensidad que, encadenada, conforma el clima de tensión al que en sesiones anteriores se han referido mandos y agentes policiales. Eso a lo que el jefe de la investigación, Daniel Baena, describió el pasado lunes como “un polvorín”. Las comparecencias, solicitadas por la Fiscalía y protagonizadas por 10 guardias civiles y cuatro mossos, han ido cayendo como un goteo de episodios que hasta ahora habían pasado desapercibidos, pero con los que el ministerio público aspira a reforzar su tesis del alzamiento violento que atribuye a los líderes independentistas. Desde el otro extremo de la sala, las defensas han intentado amortiguar el golpe reduciendo al mínimo los efectos de los episodios menos graves y poniendo en duda la relación de los acusados con esos hechos.
Los testimonios se han centrado en dos periodos: concentraciones de protesta por operaciones judiciales previas al 1-O (en la sesión de la mañana todos referidos a una operación judicial en Sabadell) y escraches sufridos por agentes de la Guardia Civil los días posteriores a la consulta independentista. Las comparecencias han sido breves. Algunos agentes apenas han estado cinco minutos ante el tribunal. Los justos para exponer la situación que vivieron aquellos días, en la mayoría de los casos de forma sobria y sin recrearse en los momentos de tensión.
Cinco de los guardias civiles que han comparecido habían llegado a Cataluña dentro de los dispositivos de refuerzo enviados con motivo de la consulta ilegal del 1 de octubre de 2017. Cuatro de los testigos estaban alojados en hoteles (dos en La Seu d'Urgell y otros dos en Lleida) y han contado que sufrieron escraches ante sus alojamientos o fueron “perseguidos” en la calle por ciudadanos que les reprochaban la actuación de las fuerzas policiales el 1-O: “Nos insultaban, gritaban ‘fuera las fuerzas de ocupación’, ‘la calle es nuestra’, 'hijos de puta”, ha contado un agente sobre una concentración debajo del hotel Nice de La Seu d'Urgell, donde estaban alojados medio centenar de guardias civiles. Tras el incidente, el propietario del hotel no les renovó la reserva y los agentes tuvieron que buscarse otro alojamiento. “Nos dijo que se sentía presionado” ha explicado el guardia civil.
Otro agente hospedado en el mismo establecimiento ha contado que grabó y denunció un incidente ante el Hotel Avenida, muy próximo al anterior: una concentración de unas 150 personas en la que se volvieron a escuchar gritos e insultos. “Nunca habíamos vivido esta situación. Ese odio. Y más nosotros, que tuvimos una intervención muy humana. Que en los colegios donde no se podía intervenir no intervenimos para no causar daño”, ha lamentado. El fiscal Jaime Moreno ha preguntado si estos incidentes tuvieron consecuencias para los agentes. “Para empezar, íbamos para 12 días y nos tuvimos que quedar 45. Hasta garantizar que la situación se normalizara”.
Dos agentes han relatado cómo fueron “perseguidos” cuando daban un paseo por Lleida vestidos de paisano el 2 de octubre, aprovechando que sus mandos les habían dado el día libre tras la jornada de la consulta independentista. Según su relato, un hombre les reconoció por la calle, les reprochó haber actuado el día anterior en un colegio electoral de su pueblo, les grabó e intentó alentar a otros ciudadanos a que les insultaran.
Al día siguiente, publicó en Facebook las fotos de los guardias acompañadas de un texto en el que les acusaba de “haber ido a repartir” en un colegio electoral. “A estos animales no los quiero en mi país”, escribió. Los hechos fueron denunciados y se celebró una vista, pero los agentes afirman que no les han notificado el resultado.
Actuación de los bomberos
Uno de los escraches narrado fue protagonizado por un grupo del cuerpo de Bomberos de Girona que, según el testimonio del agente, se concentraron subidos en alrededor de 15 vehículos del cuerpo frente a la comandancia de la Guardia Civil. Hicieron sonar la sirena y les insultaron. El guardia, destinado en Alicante y que estaba en comisión de servicio reforzando la seguridad de edificios públicos en Girona, ha afirmado que este tipo de incidentes se había convertido en “relativamente habitual” tras el 1-O, aunque, hasta ese día, los autores iban en vehículos particulares, no de cuerpos oficiales.
No ha sido la única vez que los bomberos aparecen en el relato de los escraches. Ya en las primeras comparecencias de la mañana, otros agentes habían dicho que vieron a bomberos en algunas de las concentraciones ante hoteles. "Vinieron a darse un baño de masas", ha afirmado uno.
No solo hubo protestas contra los guardias civiles tras el 1-O. Algunos agentes han contado escraches sufridos antes de la consulta, supuestamente en represalia por actuaciones policiales bajo mandato judicial. Como una concentración el 20 de septiembre ante el acuartelamiento de Manresa en protesta por la intervención en la sede de Unipost realizada el día anterior. “Eran unas 2.000 personas ante la casa cuartel, que tiene 63 viviendas y en la que residen 160 personas de cero a ochenta años”, ha explicado un teniente, que ha descrito “una especie de performance” con unas urnas de cartón que obligó a cerrar el cuartel.
“Te genera cierta intranquilidad porque no sabes si puede haber alguien en la masa que decida dar un paso más en esa presencia ante el acuartelamiento. Y los humanos a veces funcionamos por la ley del contagio”. El guardia ha rechazado que fueran “episodios aislados” y ha señalado que las noticias difundidas en medios de comunicación comarcales sobre la llegada de refuerzos de la Guardia Civil contribuyeron a prender la mecha. “El día 20 de septiembre explotó esta situación”. Para evitar que la situación empeorara, el teniente dio la orden de retirar la bandera española de la fachada del cuartel.
La Fiscalía ha querido poner el foco en que los efectos de los incidentes ante casas cuartel se extienden más allá de los agentes. “En aquel momento vivían 14 familias allí. Eso creó bastante malestar porque algunos de los asistentes eran compañeros de trabajo de las novias y mujeres de los guardias y eso no gusta. Nos han hecho pintadas, tirado huevos. Ha habido muchas cosas”, ha explicado un sargento sobre una concentración de 150 personas ante el cuartel de Valls (Tarragona).
En la sesión de la mañana han comparecido también dos mossos que resultaron lesionados durante un registro en Sabadell el 20 de septiembre, el mismo episodio relatado en la tarde del miércoles por otros agentes de la policía autonómica.
Por la tarde han comparecido otros cuatro guardias civiles que han expuesto nuevos casos de escraches ante sus cuarteles. Entre ellos, el lanzamiento de "un artefacto incendiario" en la casa cuartel de Igualada, donde entre el 28 de septiembre y el 8 de noviembre de 2017 se registraron varios incidentes. La Fiscalía está intentando demostrar que estos hechos afectaron al día a día de los agentes y sus familias. En el acuartelamiento de Igualada, varios guardias optaron por cambiar de sitio las habitaciones de sus hijos para evitar que tuvieran ventanas hacia el exterior, ha explicado un agente.
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