Rajoy, una apología de sí mismo
El expresidente aprovecha el juicio para defender su gestión mientras algunos abogados intentan hacer política
Con Mariano Rajoy de testigo, bebiendo agua a sorbos y con cara de estar pensando “a que me pierdo el Madrid-Barça”, el juez Manuel Marchena se enreda en una discusión muy viva con el abogado Francesc Homs sobre la pertinencia o no de ciertas preguntas.
–Pero vamos a ver, señor letrado, usted no puede examinar en términos jurídicos a ningún testigo…
–De acuerdo, señoría, como usted manda aquí, hago otra pregunta…
La tarde es de expectación máxima en el Tribunal Supremo. Por la mañana han declarado el expresident Artur Mas y la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría y, después de Rajoy, llegará el turno del exministro de Hacienda Cristóbal Montoro. Las páginas web de los periódicos arrojan ya titulares a la velocidad del sonido y las ediciones de papel tendrán problemas para elegir una foto y un titular para las portadas del día siguiente. Sobre todo porque las casualidades las carga el diablo, y el mismo día que Rajoy tiene la oportunidad de volver de su registro de la propiedad para hacer una apología de sí mismo, unos metros más allá, en el Congreso de los Diputados, se celebra el último pleno de una legislatura que cambió de rumbo hace nueve meses con la moción de censura. Pero, por debajo de los grandes titulares y de las jornadas históricas, en el Salón de Plenos del Tribunal Supremo hay pequeñas historias que, aunque inadvertidas para el radar de los telediarios, también resultan significativas. Dos historias de abogados, por ejemplo.
La primera concierne a Francesc Homs. El hoy abogado de varios acusados del PdeCAT conoce bien al presidente del tribunal. No en vano fue Manuel Marchena el ponente de la sentencia que, en marzo de 2017, lo condenó a un año y un mes de inhabilitación por un delito de desobediencia grave en la consulta independentista del 9 de noviembre de 2014. Se podría pensar que Homs, en aquella época consejero de la Presidencia del Gobierno de Artur Mas, tiene una mala relación con el juez que dictó la sentencia, pero no es exactamente así. Homs reconoce que, después de aquella condena, recondujo su vida profesional –de político a abogado— y gracias a eso, en la sesión de hoy, su lugar está entre los letrados y no en el banquillo de los acusados. Para terminar de cuadrar el círculo, Homs interroga a Artur Mas, su exjefe, quien también fue juzgado y condenado por desobediencia, pero al contrario que los actuales líderes independentistas, no llevó el pulso hasta el límite de romper con el Estado.
La segunda historia de abogados está marcada por una línea diagonal. La que une al primer abogado sentado a la derecha del tribunal –Andreu Van den Eynde, defensor de Oriol Junqueras– y a los dos que ocupan el último lugar de la izquierda –Javier Ortega Smith y Pedro Fernández Hernández, quienes ejercen la acusación popular por iniciativa de Vox–. Esa línea imaginaria une el comportamiento extremo de los abogados que, a tenor de las preguntas que han formulado en las primeras sesiones del juicio, parecen más preocupados por la batalla política que por la jurídica. Su sesgo empieza a recordar a aquellos abogados que en el juicio del 11-M abrazaron la teoría de la conspiración –aquel despropósito que atribuía el atentado a una confabulación entre ETA y el Gobierno del PSOE– hasta el punto de olvidarse de las víctimas. Uno de ellos, José María de Pablos Hermida, muy activo ahora en Twitter, llegó a ser apercibido gravemente por el juez Gómez Bermúdez. Le advirtió de que, según la ley, o buscaba con sus preguntas la condena de los acusados o tendría que retirarse del juicio. Doce años después, el juez Marchena también parece dispuesto a no permitir que los abogados que hacen de políticos, o viceversa, conviertan el juicio en un plató de televisión.
A primera hora de la mañana declara el diputado de Esquerra Republicana Joan Tardà. Intenta sin éxito convertir su comparecencia como testigo en un mitin. Marchena lo para. Unos minutos después, cuando la abogada del Estado le pregunta por “el señor Jové” pronunciando el apellido como “Yové”, el diputado dice que no entiende. Después de unos segundos, dice: “Ah, Yuvé (escrito Jové)”. Está claro que Tardà ha entendido a la primera, pero quiere hacer una afrenta de ese detalle. Con la misma intención que, en el otro extremo, los abogados de Vox dicen una y otra vez Generalidad en vez de Generalitat. Antes de marcharse, y después de hablar de los altos valores cívicos y pacíficos de Cataluña, Tardà dice: “Disculpen la petulancia”. Hay quienes pidiendo disculpas se hacen un autorretrato.
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