Artur Mas rechaza en el Supremo la existencia de un “comité estratégico” para el ‘procés’
El expresidente catalán declara como testigo y afirma que "ante la imposibilidad de dialogar, se decidió no parar máquinas"
El expresidente de la Generalitat Artur Mas ha rechazado este miércoles la existencia de un “comité estratégico” para el procés, uno de los pilares sobre los que la Fiscalía ha construido su acusación por rebelión. Mas, que estuvo imputado en la causa que ahora se juzga en el Tribunal Supremo pero finalmente no fue procesado, ha declarado como testigo, una figura que le obliga a contestar a todas las preguntas y a decir la verdad. El expresident ha afirmado que asistió a muchas reuniones entre 2016 y 2017 para “identificar” posibles escenarios que dieran respuesta a lo que el Govern consideraba que era la voluntad popular mayoritaria en Cataluña, pero ha afirmado que no existió un “comité estratégico” donde se tomaran las decisiones del procés. “En absoluto. Era un ámbito de debate, nunca había orden del día ni los mismos asistentes y nunca hubo un acta, de ninguna reunión. Más informal imposible”, ha señalado.
La versión del expresident contradice lo que sostiene la acusación, para quien hubo un grupo muy cerrado de personas que fueron marcando la hoja de ruta y decidiendo cada paso que se daba hacia la independencia. Los considerados por el fiscal el núcleo duro de ese “comité” son los que ahora se sientan en el banquillo y las anotaciones sobre estos encuentros que dejó el exnúmero dos de Oriol Junqueras en la Consejería de Economía, Josep Maria Jové, en su agenda de trabajo son una de las pruebas clave que se han manejado desde el principio de la instrucción.
La explicación de Mas sobre este supuesto comité ha llegado a preguntas de Francesc Homs, el que fuera su consejero de la Presidencia, y que hoy ejerce como letrado del exconsejero Josep Rull. El interrogatorio de Homs a Mas ha sido una de las imágenes que ha dejado por ahora la primera sesión de las comparecencias de testigos. Ambos fueron condenados por la celebración de la consulta del 9-N y están inhabilitados, por lo que ahora asisten a este proceso con papeles muy distintos de los que tuvieron entonces. Otra ha sido las preguntas que le ha formulado Javier Melero, el que fuera su abogado en aquella causa judicial y que ahora defiende al exconsejero de Interior Joaquim Forn. La presencia de Mas en el juicio también ha propiciado algún diálogo lleno de intenciones, como cuando el fiscal Javier Zaragoza se ha referido a Puigdemont como el “procesado rebelde” y Mas le ha corregido inmediatamente: “Muy honorable presidente de la Generalitat [en aquel momento] señor Puigdemont”.
El expresidente Mas se apartó de la primera línea en enero de 2016, mucho antes de la inhabilitación, y sobre aquel episodio también ha sido preguntado este miércoles. Ha negado que fuera la CUP quien le impidiera ser presidente. “Renuncié yo. Pude convocar elecciones”, ha afirmado. Una vez fuera del Govern, Mas siguió vinculado a esas reuniones en las que, según su versión, se “debatían” opciones. La primera, asegura, siempre fue el diálogo con España. “Eso era lo que se decía en todas las reuniones. Aunque ante la imposibilidad de dialogar no se decidió parar máquinas, eso es verdad”, ha afirmado.
A favor y en contra de la independencia
Pese a que Mas ha insistido en que la prioridad del Govern siempre fue negociar el referéndum y una salida política con el Estado, el expresidente también ha afirmado que el objetivo del referéndum era que sirviera de verdad para declarar la independencia. “Se quiso que fuera vinculante, pero no se logró”, ha dicho. También ha dejado una versión sobre el significado de la consulta distinta de la alegada hasta ahora. “En la hoja de ruta inicial había un referéndum después de unas elecciones constituyentes. Este referéndum no es el mismo tipo de referéndum, el que se celebró era un intento más, no el primero, de contar cuánta gente hay a favor y en contra de la independencia en Cataluña", ha dicho.
Antes de Mas ha comparecido como testigo el diputado de ERC en el Congreso Joan Tardà. Su declaración ha empezado de forma tortuosa y el presidente del tribunal, Manuel Marchena, ha intervenido en varias ocasiones para amonestarle. Primero, porque ha empezado a hablar en catalán, a lo que el magistrado ha tenido que aclararle que los testigos no tienen derecho a hacerlo; y después, porque, a la primera pregunta, formulada por Vox, se ha lanzado a señalar que el juicio del Supremo “está inspirado en la venganza”. “Usted está aquí como testigo, no como diputado”, le ha advertido Marchena, que le ha pedido que no haga valoraciones y se limite a declarar sobre lo que “pueda ayudar al esclarecimiento de los hechos”. El presidente del tribunal ha intervenido varias veces más hasta conseguir fijar los términos de la declaración.
Una vez encauzada la comparecencia, Tardà, que lucía un lazo amarillo en la solapa, ha señalado que lo que sucedió el 20 de septiembre de 2017 en la Consejería de Economía fue una concentración “absolutamente espontánea” en la que no hubo violencia ni siquiera “tensión”. “Ni la unidad de España ni la independencia de Cataluña valen una mínima violencia”, ha dicho.
Sobre la consulta del 1-O, que Tardà ha definido como uno de los momentos “más emotivos” de su vida, el diputado ha criticado que la entonces portavoz parlamentaria del PSOE y actual ministra de Defensa, Margarita Robles, presentara una interpelación en el Congreso para “reprobar la represión” contra el referéndum y la retirara después del discurso del 3 de octubre el rey Felipe VI. “Es lo surrealista del escenario actual. Que el Gobierno, donde hay personas que entonces denunciaron aquello, hoy dicen que la presión del 1-O es falsa”.
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