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La nueva vida del ‘Aita Mari’: el pesquero reconvertido en barco de rescate humanitario

Las organizaciones Salvamento Marítimo y Proem-Aid transforman un viejo atunero en un buque de salvamento que zarpará a finales de agosto hacia las costas de Libia

Íñigo Gutiérrez, representante de salvamento Marítimo Humanitario, a bordo del barco de rescate 'Aita Mari'.
Íñigo Gutiérrez, representante de salvamento Marítimo Humanitario, a bordo del barco de rescate 'Aita Mari'.JAVIER HERNÁNDEZ
Mikel Ormazabal

Un viejo barco pesquero que iba a ser achatarrado en un desguace se mantiene a flote en un astillero de Pasaia (Gipuzkoa) para someterse a una transformación total. En pocos días se convertirá en una embarcación de rescate, preparada para surcar las aguas del Mediterráneo central y socorrer la vida de migrantes que se están jugando la vida en alta mar. Voluntarios de la ONG vasca Salvamento Marítimo Humanitario y la sevillana Proem-Aid embarcarán a finales de agosto rumbo al "corredor de la muerte" que se abre frente a las costas libias. "No podemos quedarnos de brazos cruzados, viendo cómo el mar se convierte en un cementerio. Nuestro proyecto Maydayterraneo tiene una enseña: El pueblo siempre salva al pueblo", afirma Íñigo Gutiérrez, uno de los impulsores de esta misión solidaria.

Hasta octubre pasado, el Stella Maris, matriculado en Getaria, se había dedicado a la pesca de bajura, pero murió su patrón y, sin nadie dispuesto a tomar el relevo, ahí se acabó su singladura pesquera. Dos asociaciones humanitarias van a reflotarlo ahora y se harán con él a la mar para involucrarse en el rescate de inmigrantes en la zona libia. "Tenemos que salir de nuestra zona de confort. Esta crisis humanitaria necesita una respuesta urgente", comenta José Antonio Onio Reina. El pesquero Stella Maris se convertirá en el barco de rescate Aita Mari, que toma el nombre de un marino y pescador, héroe popular por los salvamentos marítimos que realizó a finales del XIX. Aita Mari murió en enero de 1866 en medio de una gran tormenta que azotó el Cantábrico, después de haber puesto a salvo a unos cuantos marinos en peligro.

El Aita Mari tiene planeado permanecer en el Mediterráneo central durante cinco meses, lo que le va a permitir realizar diez misiones de rescate

Proem-Aid y Salvamento Marítimo Humanitario se afanan estos días en poner la embarcación en condiciones para "prestar auxilio a los inmigrantes atrapados en el infierno de los mares de Libia". Estas dos organizaciones ya participaron conjuntamente en una misión a bordo del Lifeline, entre septiembre y diciembre de 2017. Entonces lograron el rescate de 580 personas que iban en siete pateras que se encontraban en alta mar procedentes de la costa libia.

El Aita Mari, de 32 metros de eslora y 7,40 metros de manga, será acondicionado para navegar con 150 personas a bordo y una tripulación de 16 profesionales y voluntarios, entre especialistas en emergencias, bomberos, buceadores, nadadores de rescate, personal médico y técnicos sanitarios. El barco es "espartano, muy incómodo y sin apenas habitabilidad", comenta Gutiérrez, un publicista e instructor de buceo donostiarra que ya colaboró en varias tareas de rescate en la isla de Chios, en el mar Egeo.

Íñigo Gutiérrez, en el interior del barco de rescate 'Aita Mari'.
Íñigo Gutiérrez, en el interior del barco de rescate 'Aita Mari'.J. HERNÁNDEZ
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El ingeniero naval Ander Lasa ha diseñado el proyecto técnico. "Al casco del barco se le hará un acceso en una de las bandas para recibir a los inmigrantes. Se eliminarán los viveros para crear una zona de camarotes donde se alojarán los niños y las mujeres rescatadas. A los hombres se les asignará toda la cubierta de popa. Se habilitará en el casco una enfermería con UVI móvil. Se agranda el espacio de la cocina y se creará una zona de baño y aseo", explica el representante de Salvamento Marítimo.

El Aita Mari tiene planeado permanecer en el Mediterráneo central durante cinco meses, lo que le va a permitir realizar diez misiones de rescate en la que participarán aproximadamente 100 personas voluntarias. El presupuesto total del proyecto Maydayterraneo incluye los 223.800 euros de la compra del barco, más los 324.100 de su reforma para equiparlo como unidad de rescate. Otros 210.000 euros se necesitarán para la compra de material médico, chalecos salvavidas, mantas térmicas, comida o combustible, entre otros.

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Cada día de navegación tendrá un coste de unos 2.755 euros (34 euros cada milla náutica). El Gobierno vasco se ha involucrado en este proyecto con una aportación de 400.000 euros. "Este barco va a representar el compromiso de acción y solidaridad de la sociedad vasca en medio de un mar de insolidaridades e injusticias", subraya Jonan Fernández, secretario general de Derechos Humanos del Ejecutivo vasco. Para sufragar el coste de esta expedición, las ONG han puesto en marcha una iniciativa solidaria denominada #DonaMillas. "Es importante la ayuda de las instituciones, pero la colaboración ciudadana nos da mucha más energía", apunta Onio, que intervino en la misión en la que fueros apresados tres compañeros bomberos, finalmente absueltos por la justicia griega, de un delito de tráfico de personas cuando realizaban tareas de rescate de inmigrantes.

"Se siente mucha vergüenza", afirma Gutiérrez, "porque es muy injusto lo que está pasando. Cuando un rescate sale bien, te alegras, pero son ellos los que se salvan. Ver a niños de dos y tres años a la deriva te rompe el corazón. Es de locos. El discurso del odio está ganando adeptos de forma exponencial", se lamenta.

El Aita Mari es un fragor estos días. Una docena de operarios se afana en poner la embarcación a punto para poder zarpar "lo antes posible". Inicialmente iban a hacerlo a finales de julio pasado, pero las tareas se están retrasando más de lo esperado. Su idea es reforzar el dispositivo establecido por varias ONG en el Mediterráneo central y actuar "ante el creciente desinterés de las autoridades europeas que se alejan de prestar una solución digna y eficaz a la actual y creciente crisis humanitaria", resalta Onio.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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