“Volveremos cuantas veces haga falta”
Los cooperantes regresan a Madrid después de cuatro días de su viaje simbólico a Tinduf Cuatro de ellos se han quedado a trabajar con los saharauis
Vivos y coleando —aunque con un herido leve en un accidente de tráfico, ya recuperado— los cooperantes españoles han pisado esta mañana el aeropuerto madrileño de Barajas después de cuatro días caminando por el sofocante desierto argelino, en su viaje de desafío al Gobierno, que el pasado 29 de julio ordenó evacuar a los españoles de los campamentos saharauis de Tinduf (Argelia) por riesgo de secuestro.
La treintena de activistas y trabajadores humanitarios ha regresado reafirmándose en los motivos que les han llevado a desplazarse al Sáhara en pleno mes de agosto, cuando el lugar arde a unos 50 grados: “Pedimos al Gobierno que rectifique y permita a los cooperantes volver por la grave situación humanitaria que sufre el pueblo saharaui”, reclamó en en el aeropuerto José Taboada, presidente de la Coordinadora de Asociaciones de Amigos del Sahara Occidental (CEAS-Sáhara), rodeado de banderas saharauis.
La delegación vuelve con cuatro miembros menos, los cooperantes que, desoyendo la advertencia del Ejecutivo de no permanecer en la zona ante el “riesgo grave de secuestro”, se han quedado a trabajar de forma permanente en el terreno, solo 10 días después de la repatriación. Los que sí regresan no ven motivos de peligro. “Hemos pasado unos días tranquilos, sin nada que temer, con medidas de seguridad reforzadas”, apuntó Taboada.
El Frente Polisario ha blindado los campamentos por la visita de los españoles: la delegación se ha desplazado escoltada en todo momento por el Ejército saharaui, y el recinto en el que han dormido, el mismo en el que fueron secuestrados en octubre de 2011 tres cooperantes, se ha rodeado de un muro de tierra con aspecto de barricada. El complejo estaba custodiado, además, por decenas de agentes armados.
El riesgo de secuestro que amenaza a los españoles, según el Ejecutivo, no se ha materializado en el viaje de los cooperantes a Tinduf, aunque la delegación ha sufrido un percance en forma de accidente de tráfico mientras se desplazaba en caravana. El responsable fue, además, uno de los vehículos de escolta del Polisario que, circulando a alta velocidad, chocó contra uno de los coches en el que viajaban los cooperantes.
El movimiento solidario con el Sáhara justifica la necesidad de volver a los campamentos en la grave situación de debilidad de la población, en torno a 180.000 personas que dependen por completo de la ayuda internacional.
“La retirada de los cooperantes repercute ya negativamente en la ayuda humanitaria que recibe la población refugiada, y se empieza a notar en la escasez de suministros de agua o alimentos perecederos”, dice un comunicado conjunto que han elaborado las ONG.
Los cooperantes rechazan la vía propuesta por Exteriores de que se trabaje desde la ciudad de Argel (a 1.700 kilómetros aproximadamente de Tinduf) o de la de Tinduf, pero sin dormir en los campamentos, situados a las afueras. “España, por su responsabilidad política, histórica y sus lazos con el pueblo saharaui, no debe abandonar otra vez a este pueblo en situación de emergencia, y sus cooperantes y amigos deben vivir cerca de donde estén y resistir con ellos en el desierto”, añade el texto.
Los activistas lamentan también que el Gobierno “alarme” a quienes quieren ayudar, y piden que se permita a los saharauis el ejercicio de su derecho de autodeterminación.
En la maleta han traído dátiles argelinos y el cariño del pueblo saharaui, que les ha recibido como héroes y con preocupación por la posible paralización de las ayudas (España es el primer donante bilateral de ayuda al Sáhara). También en Barajas, medio centenar de simpatizantes de la causa saharaui les dieron la bienvenida con banderas y al grito de “¡Sahara libre!”.
El Frente Polisario se volcó con la visita y agasajó a los huéspedes, que se reunieron con el presidente de la República, con el primer ministro y con media docena de los miembros del Gobierno. Pasado el caluroso periplo, los ánimos se mantenían fuertes: “Volveremos todas las veces que haga falta”.
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