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Las consecuencias de la crisis economica

El Gobierno minimiza el impacto de la prima de riesgo y pide tiempo

“Yo ya venía curada de espanto”, dice Santamaría sobre si esperaba vivir algo así

La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.GORKA LEJARCEGI

El Gobierno se ha metido en la cabeza que, pase lo que pase, debe transmitir normalidad absoluta. No solo con su discurso, también con sus gestos. Por eso, según la explicación oficial, Mariano Rajoy decidió mantener sus planes de viaje a Polonia para ver el fútbol, y por eso no ha cancelado su viaje a Brasil. Y tal vez por eso la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, hizo ayer un notable ejercicio de contención para trasladar la idea de que al Gobierno no se le mueve un músculo a pesar de vivir la peor semana de la historia económica reciente española, con un rescate bancario, la prima de riesgo a 550 y el tipo de interés a 10 años al máximo de la era euro.

El Gobierno del PP cada vez se acerca más a los argumentos que utilizaba el Ejecutivo socialista cuando los mercados apretaban, aunque nunca llegaron a hacerlo tanto como ahora. La vicepresidenta, que en la oposición fue muy dura con la escalada de la prima de riesgo, ayer ofreció una sesión muy didáctica para tranquilizar a los ciudadanos y minimizar el impacto de la escalada del diferencial con la deuda alemana.

Pastor dice que no está previsto privatizar trenes ni aeropuertos

Sáenz de Santamaría explicó que la prima de riesgo indica el precio al que se está intercambiando la deuda en el mercado secundario, pero no afecta al Gobierno directamente. El Ejecutivo paga el interés que sale en las subastas, insistió. Luis de Guindos ya ha explicado que el Tesoro tiene dinero para unos cuantos meses y así puede evitar hacer grandes subastas y esperar a que la situación de los mercados mejore. “Tenemos que poner las cosas en sus justos términos. La prima no encarece la deuda para el Estado”, insistió Sáenz de Santamaría. Sin embargo, las consecuencias de una prima desbocada son múltiples. La principal de ellas es que los mercados financieros, como dijo el ministro Cristóbal Montoro, están prácticamente cerrados no solo para el Estado, sino para las autonomías, bancos y empresas españolas. Por eso la prima, en privado, es la principal preocupación del Ejecutivo y la auténtica obsesión del presidente, como antes lo fue de Zapatero, según coinciden diversas fuentes gubernamentales.

Sáenz de Santamaría hizo un gran esfuerzo ayer por lanzar ese mensaje de tranquilidad a los españoles que le reclaman al Gobierno muchos sectores. Dedicó casi toda la rueda de prensa a ese objetivo. Y puso mucho énfasis. “Aquí hay un país que trabaja todos los días por salir adelante. España va a salir adelante. También en 1996 dijeron que no entraríamos en el euro y lo logramos con reformas. No se puede perder la cabeza. Más allá de si la prima sube o baja, al Gobierno le preocupa la economía real. Trabajamos con reformas para crear empleo, y para eso antes tenemos que rebajar el déficit. Los españoles confían en España y en su Gobierno”.

En la oposición, el PP trasladó la idea de que su llegada al Gobierno devolvería la confianza en España. Sáenz de Santamaría fue una de las más destacadas portavoces de ese discurso. Ayer se le preguntó si, cuando estaba en la oposición, alguna vez pensó que viviría en el Gobierno una semana como esta, con la prima de riesgo en 550. “Con las cosas que vi cuando era portavoz de la oposición —dijo en referencia al Gobierno del PSOE—, yo ya venía curada de espanto”, remató. Una nueva forma de transmitir tranquilidad.

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El Gobierno sigue, pues, su estrategia de aguantar y ganar tiempo, a la espera de los resultados de las elecciones griegas y de los movimientos en Europa. Lleva varias semanas sin aprobar reformas de impacto para los mercados. Ayer, el FMI le pedía que subiera ya el IVA y que bajara el sueldo de los funcionarios. El Ejecutivo no se da por enterado. Los hispabonos o el mecanismo alternativo también se retrasan. La ministra de Fomento, Ana Pastor, que ayer presentó una ley de reforma del transporte por carretera, dijo que “no están en la mesa del Consejo de Ministros” ni las privatizaciones de ferrocarriles ni de aeropuertos. También se han retrasado. Todo está a la espera del giro que se pueda dar en el G-20 y sobre todo en la cumbre europea del 28 y 29.

En esa estrategia de la normalidad y de ganar tiempo, el Gobierno ni siquiera quiere alimentar la polémica con Joaquín Almunia, vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de la Competencia. Como es habitual, el Ejecutivo ha enviado de avanzadilla al PP, que ha pedido su dimisión. Sin embargo, Sáenz de Santamaría, al dar cuenta de la reunión entre Rajoy y Almunia ayer en La Moncloa, cuidó mucho las formas, rechazó apoyar esa petición de dimisión —“no voy a valorar las declaraciones de un partido por mucho que sea el PP”, llegó a decir— y solo envió un mensaje muy indirecto a Almunia al pedir “prudencia” en las declaraciones de todos los responsables. Rajoy no le pidió, pues, la dimisión, que en cualquier caso no puede reclamar, porque Almunia, que tiene intención de agotar su mandato —le quedan dos años—, solo depende de la Comisión Europea, que ayer le respaldó, y del Parlamento Europeo.

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