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SEQUÍA
Tribuna
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Más y mejor Cooperación Española en agua y saneamiento

Más de 771 millones de personas carecen de acceso a estos servicios básicos. Es momento de que España vuelva a poner el foco en este problema, en especial en las áreas rurales de América Latina y África subsahariana

Kenia
Pastoreo en Samburu, Kenia, una zona afectada por la sequía, este 27 de julio.THOMAS MUKOYA (REUTERS)

Eel mundo se enfrenta a una crisis del agua cada vez más intensa: contaminación, escasez, degradación de los ecosistemas acuáticos, enfermedades vinculadas al consumo y saneamiento deficiente... Estos son solo algunos de los efectos del problema señalado en el último informe del relator especial de la ONU sobre derechos humanos y medio ambiente. Y este se agrava con la emergencia climática.

Nos encontramos, pues, ante una crisis global del agua y, vinculada a ella, ante una crisis global del saneamiento. A pesar de que ambos son derechos humanos reconocidos por Naciones Unidas, la cuarta parte de la población mundial no cuenta con servicios de agua segura y la mitad no tiene acceso a saneamiento adecuado, según datos de Unicef.

En palabras del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, si seguimos sin avanzar hacia el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número seis (lograr un acceso universal y equitativo al agua potable y a servicios de saneamiento e higiene adecuado), “pondremos en peligro toda la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”. Y lamentablemente, de seguir al ritmo de progreso actual, no alcanzaremos ese ODS hasta el siglo que viene.

Es, por tanto, momento de acelerar y reforzar las acciones en este ámbito, palanca de cambio en sectores clave como la alimentación o la salud. La Cooperación Española debe responder a esta llamada y recuperar su peso como actor relevante en la agenda global del agua y el saneamiento, en la que en los últimos 15 años ha generado una amplia experiencia, múltiples capacidades profesionales y una red nacional e internacional de primer nivel.

Para ello, el primer paso debe ser elaborar una estrategia integral, multidimensional y coherente con los derechos humanos al agua y al saneamiento, que sirva de referencia para todos los actores de cooperación. Su aplicación permitirá contribuir a la universalización del acceso a servicios sostenibles de agua y saneamiento y a la seguridad hídrica, en un contexto de crisis climática.

Según la OMS, ocho de cada diez personas que carecen de servicios básicos de agua en el mundo viven en zonas rurales

En el corazón de la Cooperación Española debe encontrarse la priorización de las personas y grupos más vulnerables. Las acciones deben centrarse en la promoción de los servicios básicos y no tanto en el impulso de grandes infraestructuras, que suelen beneficiar a personas que ya disfrutan de al menos un acceso básico al servicio en ciudades y áreas periurbanas. Además, el ámbito rural debe concentrar una mayor atención, pues según la OMS, ocho de cada diez personas que carecen de servicios básicos de agua en el mundo viven en zonas rurales. Asimismo, dos de cada tres personas que no tienen servicios de saneamiento habitan estas áreas.

Además, es preciso que la Cooperación Española desarrolle y utilice procedimientos y herramientas para el diseño, seguimiento y evaluación de las acciones desde una perspectiva de derechos humanos y de igualdad de género. Asimismo, debe asegurarse de identificar correctamente a los grupos vulnerables, con herramientas e indicadores específicos, que aborden las brechas de desigualdad y sus causas.

La Cooperación Española se ha convertido en un actor relevante y reconocido en América Latina y Caribe, en agua y saneamiento, gracias a la puesta en marcha del Fondo de Cooperación sobre Agua y Saneamiento en América Latina y Caribe (FCAS) en 2008. Este instrumento, creado específicamente con la finalidad de hacer efectivos los derechos humanos al agua y al saneamiento, ha contado con un equipo de gestión específico y una extensa red de Oficinas Técnicas de Cooperación en el terreno. Pero aún queda pendiente, como indica la evaluación intermedia del FCAS, afianzar la sostenibilidad de las intervenciones realizadas y cubrir brechas pendientes, como el fortalecimiento institucional o la igualdad de género, entre otras.

España llegó a posicionarse en 2008 como el séptimo donante mundial en el sector del agua, pero ahora ostenta el puesto 20 de 30 entre los donantes de la OCDE

Llegar a las zonas rurales y periurbanas de América Latina y Caribe debe seguir formando parte de los objetivos de la agenda de la acción exterior española para mantener una interlocución política al más alto nivel que apunte a reducir las desigualdades. Además, hay que fortalecer las acciones en contextos frágiles, especialmente frente al cambio climático, e incrementar la presencia en África subsahariana si no se quiere dejar a nadie atrás. La mitad de los 771 millones de personas en el mundo que aún carecen de servicios básicos de agua para consumo vive en África subsahariana. Y el número de personas que no cuenta con servicios básicos de saneamiento aumentó en un 50% entre 2000 y 2020 en esta región, de acuerdo con la OMS y Unicef.

Si bien la modalidad de cooperación financiera está ocupando un mayor espacio en la Cooperación Española, en países de renta baja y media-baja la cooperación no reembolsable debería ser la modalidad predominante, siguiendo las recomendaciones del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE. El objetivo es evitar un aumento de la deuda en la provisión de servicios básicos a la población de países ya de por sí altamente endeudados, y llegar a la población más vulnerable y menos visible, que no supone inversiones rentables o seguras. Por su parte, cuando se utilice la cooperación financiera en países de renta media, al igual que cualquier otro instrumento de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), deberá asegurarse que se alinean y contribuyen eficazmente a los objetivos de desarrollo sostenible desde un enfoque de derechos humanos.

Estas medidas han surgido a raíz de una investigación, que hemos impulsado desde ONGAWA con la financiación de la AECID y la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional, en la que proponemos cambios para avanzar hacia una mayor y mejor acción en la Cooperación Española en materia de agua y saneamiento desde una perspectiva de derechos humanos. Para ello, si España quiere aprovechar la experiencia, capacidades y espacio de influencia generados (especialmente en la última década) y recuperar el lugar que le corresponde entre la comunidad de donantes, hace falta volver a disponer de fondos que permitan una respuesta eficaz y sostenible.

España llegó a posicionarse en 2008 como el séptimo donante mundial en el sector del agua, pero ahora ostenta el puesto 20 de 30 entre los donantes de la OCDE (muy alejado de lo que cabría esperar por su PIB). Es momento de acabar de cumplir con el compromiso asumido en 2007 por el Gobierno español de desembolsar 1.500 millones de dólares (1.470 millones de euros) para el Fondo del Agua y Saneamiento en América Latina y Caribe –actualmente se han desembolsado poco más de 800 millones– para consolidar resultados, afianzar la sostenibilidad y cubrir brechas pendientes. Adicionalmente, para aprovechar la experiencia acumulada y reforzar el compromiso con las personas que más están quedando atrás, es necesario constituir un nuevo fondo de donaciones para África Subsahariana.

En la actualidad nos encontramos en un proceso de reforma del sistema de cooperación, en el que la Cooperación Española debe apostar por sectores estratégicos para contribuir eficazmente a la Agenda 2030. Precisamente, el proyecto de Ley de Cooperación, que actualmente se tramita en el Parlamento, reconoce las “capacidades singulares” de la Cooperación Española para “promover el acceso universal al agua y al saneamiento”. Aprovechemos estas capacidades para avanzar hacia una mayor y mejor Cooperación Española.

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