Avanzar hacia el derecho a la alimentación junto con las organizaciones de consumidores
Contar con las asociaciones es crucial para que la tecnología desarrolle su potencial en favor de una transformación sostenible e inclusiva de los sistemas alimentarios, sin dejar nadie atrás
La falta de acceso a alimentos adecuados es el reto más visible para conseguir que el derecho a una alimentación adecuada sea una realidad. A diario, más de 800 millones de personas no consiguen ni siquiera los alimentos básicos necesarios para satisfacer sus necesidades calóricas. Pero hay muchos otros retos que son menos visibles, y que afectan en alguna medida a todas las personas y pueden ocurrir en cualquier país.
Entre ellos, la salubridad e inocuidad de los alimentos, problemas derivados tanto de prácticas inadecuadas y debilidades técnicas como de comportamientos ilícitos. Es relativamente conocido el impacto que tiene en países de África y el sur de Asia la contaminación por aflatoxinas de alimentos básicos como el maíz u otros granos. Menos conocidas son las falsificaciones y alteraciones fraudulentas de productos alimenticios, como fue la adulteración de leche para bebés con melamina.
En este contexto, en un número creciente de países, las organizaciones de consumidores trabajan en temas clave para la protección y el logro del derecho a la alimentación.
Las organizaciones han sido fundamentales para poner de relieve y afrontar las prácticas contra los derechos de la infancia en temas alimentarios y de nutrición
En lo que respecta a la inocuidad de los alimentos, no solo complementan la labor de las redes de vigilancia bromatológica, sino que también estimulan su fortalecimiento. Esto es particularmente relevante en muchos países en desarrollo, donde los sistemas de vigilancia presentan todavía serias debilidades y dualidades, ya que funcionan bien para los sectores de mayor renta, pero dejan desprotegida a una parte de la población.
En lo relativo a la transparencia de precios y el etiquetado de alimentos, promueven que la información sea fiable, clara, pertinente y ampliamente comprensible. Esto ayuda a las personas a tomar decisiones bien informadas sobre diferentes aspectos como el valor nutricional, sin necesidad de ser expertos en la materia.
Las organizaciones de consumidores han sido fundamentales para poner de relieve y afrontar prácticas de comercialización que atentan contra el derecho a la información y los derechos de la infancia en temas alimentarios y de nutrición. Entre ellas, la publicidad sobre alimentos y bebidas que ofrece cupones de descuentos, muestras gratuitas, juguetes de regalo u otras acciones más sutiles que distorsionan la percepción sobre aspectos cotidianos y esenciales de la alimentación, incluida la lactancia materna.
Pero además de esas tareas de monitoreo, análisis e información sobre la calidad y adecuación de los alimentos, así como lo que tiene que ver con su coste, en particular los sobreprecios que a veces terminan pagando los grupos más desfavorecidos, hay otras contribuciones muy importantes de estas asociaciones.
También sensibilizan y educan al público sobre las dietas saludables, y abogan ante las autoridades y el sector privado para que mejoren sus estándares y avancen hacia la producción sostenible, de manera que los alimentos saludables sean accesibles y estén disponibles a todas las personas. En muchos países, las organizaciones de consumidores promueven mayor coherencia en los programas de alimentación escolar, con el fin de que dichos programas sigan las recomendaciones sobre dietas saludables adoptadas por los mismos gobiernos.
Las organizaciones de consumidores son clave para avanzar en la transformación de los sistemas alimentarios, la erradicación del hambre y la malnutrición y la conservación de nuestro planeta. Esta transformación exige un diálogo de políticas y una negociación para acomodar los diferentes intereses, la cual solo puede funcionar si los consumidores tienen un espacio propio en la conversación.
Un ejemplo del gran aporte de las organizaciones de consumidores a estos diálogos de políticas lo vemos en los debates sobre tecnología y procesos de digitalización que prometen soluciones muy potentes.
La transformación de los sistemas alimentarios exige diálogo y negociación, la cual solo puede funcionar si los consumidores tienen un espacio propio en la conversación
Todo en este mundo tiene varias facetas. Si no se toman en cuenta todas las perspectivas, puede que la digitalización mejore la trazabilidad de los alimentos, pero que a la vez dé demasiado control sobre la información a algunos eslabones de la cadena, perjudicando en el largo plazo a los consumidores y los ciudadanos en general.
El incremento exponencial del comercio electrónico y la asimetría experimentada en los procesos de digitalización durante la pandemia muestra la importancia de fortalecer la protección al consumidor en estas materias. Contar con las organizaciones de consumidores en estas iniciativas es crucial para que la tecnología desarrolle su potencial en favor de una transformación sostenible e inclusiva de los sistemas alimentarios, sin dejar nadie atrás.
Por ello, estas organizaciones han de ser reconocidas como partes interesadas en los espacios relacionados con las políticas sobre los sistemas alimentarios. Y no solo eso, sino que los mecanismos que les permiten desarrollar su actividad en pos de la mejora de nuestras sociedades han de fortalecerse. Necesitamos la participación de las organizaciones de consumidores para que el derecho a la alimentación adecuada sea una realidad para todos.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra ‘newsletter’.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.