María Rebollo, experta en enfermedades tropicales desatendidas: “La prioridad sería que los gobiernos africanos las incluyan en sus agendas de salud”
La experta de la OMS en estas dolencias reclama advierte del “riesgo enorme” de no lograr los objetivos marcados para 2030 debido a los recortes de financiación


“Las enfermedades tropicales desatendidas (ETD) son una cuestión de lucha contra la pobreza; si logramos eliminarlas, la situación económica de estos países mejorará”, asevera la doctora María Rebollo (Madrid, 46 años), líder del Programa Mundial de Eliminación de la Oncocercosis (ceguera de los ríos) en la Organización Mundial de la Salud (OMS) y experta en estas dolencias. Sin embargo, los avances en la prevención, tratamiento e investigación de este tipo de patologías —predominantemente endémicas en zonas rurales empobrecidas del continente africano— se ven hoy amenazados por los recortes de financiación de Estados Unidos y otros actores internacionales.
“Estas enfermedades ya estaban infrafinanciadas”, lamenta en una entrevista con este diario durante el Círculo África Mundi-Fundación Anesvad, un encuentro que reunió la semana pasada en el CaixaForum de Madrid a instituciones, organismos internacionales, fundaciones e investigadores para debatir sobre la financiación y las prioridades en la lucha contra las enfermedades que la OMS considera olvidadas.
En 2018, explica, la financiación global rondaba los 550 millones de dólares anuales (472 millones de euros); en 2023, esa cifra se redujo a la mitad, y este año la retirada de fondos de Estados Unidos ha profundizado aún más la brecha. “Después de 20 años de logros y de haber alcanzado muchas metas, de pronto existe la posibilidad de perder esas ganancias”, lamenta Rebollo, que fue directora durante cinco años del programa de enfermedades tropicales desatendidas para África de la OMS (ESPEN, por sus siglas en inglés).
Pregunta. ¿Cuál es la prioridad en la lucha contra las ETD en este contexto de recortes?
Respuesta. La prioridad número uno sería lograr que los propios gobiernos africanos reconozcan y prioricen estas enfermedades y las incluyan en las agendas de salud nacionales. Lo más urgente es lograr que la voz de las personas que sufren estas enfermedades por millones se priorice en los países africanos, que es donde tenemos el 90% de la carga de enfermedad. Por desgracia, esta falta de priorización ocurre también porque muchas veces los gobiernos en esos países responden a las agendas internacionales.
La número dos es crear reglas de solidaridad global respetuosas con la soberanía nacional. No es momento de abandonar a los países y pensar que, con la deuda externa y la situación actual, podrán afrontar todos sus problemas. Que los fondos externos apoyen los planes gubernamentales con respeto y transparencia mutua, invirtiendo por objetivos e impacto. No tanto “voy a financiar esta campaña”, sino “voy a financiar que se libere de la oncocercosis a tantos millones de personas". Y que cada Gobierno tenga la libertad de lograrlo integrándolo de forma flexible en su sistema sanitario.
P. El concepto de “enfoque integrado” está en el centro de su trabajo. ¿En qué consiste?
R. El enfoque integrado no es solamente la codistribución en el terreno, sino la coplanificación desde cero. Desde el principio, cuando estás pensando en salud, tienes que pensar en la persona y en la comunidad. No decir “soy de oncocercosis. Tengo que eliminar la oncocercosis“, sino, ”¿cuáles son los problemas de salud que tiene esta comunidad? Malnutrición infantil, mortalidad materna, sarampión, polio, oncocercosis, parásitos intestinales, etcétera". Necesitan entonces un paquete de intervenciones básicas.
O pensar: “¿Cuál es la manera más adecuada de tener agentes de salud permanentes en el terreno que puedan tratar con medicinas y también [promover] cambios de comportamiento?“. Muchas enfermedades tienen este componente: los parásitos intestinales o la esquistosomiasis [una enfermedad parasitaria que puede afectar al hígado, la vejiga o los riñones] se relacionan con la defecación al aire libre y orinar en los ríos. Es trabajar con los gobiernos y las comunidades e involucrarles en la planificación y la toma de decisiones.
P. ¿Qué ejemplos hay en el continente?
R. En Madagascar se administró la vacuna de la polio con la de filariasis linfática y en Uganda, durante el día de salud en los colegios, se hizo desparasitación, vitaminas y campañas de nutrición.
Hacer solo la media nacional nunca es bueno para las enfermedades de los pobres, porque en la capital a lo mejor hay mucha gente y se diluye la media, y parece que la enfermedad no está presenteMaría Rebollo, experta de la OMS en enfermedades tropicales desatendidas (ETD)
P. Usted fue directora de ESPEN y creó una plataforma de datos abierta. ¿En qué consiste y cuál es su importancia?
R. El programa ESPEN empezó en 2016. Fui la primera directora hasta 2021 y lo primero que hice fue crear un sistema de datos llamado ESPEN Portal. Antes, en la OMS, los datos nunca se compartían a nivel subnacional, solo global o nacional, y no se podían descargar mapas subnacionales. Hice acuerdos con todos los ministros de sanidad de África para tener acceso abierto de los datos y les hice ver que eran fundamentales para dar visibilidad. No era una cuestión de “esto es mío y no quiero que nadie lo vea”, sino al contrario: “Esto es mío y quiero que todo el mundo lo vea”, porque así puedo dar visibilidad a las personas que no la tienen. Hacer solo la media nacional nunca es bueno para las enfermedades de los pobres, porque en la capital a lo mejor hay mucha gente, se diluye la media y parece que la enfermedad no está presente. Al ver todas las zonas de pobreza, podemos hablar de equidad y dar a cada persona lo que necesita.
Además, nos permite medir cómo los programas logran impacto, algo fundamental para mantener los apoyos globales. Creamos también ESPEN collect, una herramienta móvil. Con el teléfono se ingresan los datos directamente desde las comunidades.
P.¿Qué impacto ha tenido disponer de datos actualizados?
R. Lo ha cambiado todo. Ahora estamos con la evaluación de medio término de la hoja de ruta de la OMS sobre las Enfermedades Tropicales Desatendidas y como todos esos datos están accesibles, el trabajo está siendo facilísimo y baratísimo. También ha permitido una mayor rendición de cuentas. Antes, muchos de estos programas eran más bien: “Ok, recibimos las medicinas, se envían y ya estamos tranquilos porque se han distribuido”. Pero no se trataba tanto de lograr el impacto real de la eliminación y verificar si, al recolectar la sangre, ves que ya no está el parásito.
Ahora ha habido un salto cualitativo en la forma de trabajar, donde ya no es solo: “Hemos hecho la intervención”, sino también, “lo hemos hecho bien y la salud de la gente ha mejorado”. Los datos hablan por sí solos. A veces haces una evaluación y ves que en una zona hay todavía enfermedad. Esto te permite analizar qué ha pasado allí: ¿Había gente que no estaba siendo tratada? ¿Algo estaba fallando? Se pasa de distribuir tabletas o pastillas a eliminar la enfermedad, mejorar la salud y fortalecer la economía.
En 2010 había más de 2.000 millones de personas que necesitaban intervenciones contra las enfermedades tropicales desatendidas. En 2024 ya estábamos en 1.400 millones. Se ha logrado mucho, pero hay un riesgo enormeMaría Rebollo, experta de la OMS en enfermedades tropicales desatendidas (ETD)
P. ¿Estamos cerca de cumplir los objetivos de esa hoja de ruta contra las ETD en 2030?
R. Entre los objetivos que teníamos para 2030 estaba lograr que el 90% de las personas no necesiten más intervenciones para estas enfermedades. Y estamos ahora mismo al 37%. 100 países tenían que lograr eliminar al menos una ETD y estamos en 57. En 2010 había más de 2.000 millones de personas que necesitaban intervenciones contra las enfermedades tropicales desatendidas. En 2024 ya estábamos en 1.400 millones. Se ha logrado mucho, pero hay un riesgo enorme.
Estamos cambiando mucho la forma de trabajar y esperamos ser más eficientes y que con menos se logre más. Pero existe el riesgo de que, a pesar de haberse hecho esa labor de sensibilización para traer nuevos donantes, no se vaya a lograr la aceleración que se les había prometido, ya que ahora tienen que cubrir esos huecos [generados por los recortes]. Me dedico a tiempo completo a intentar que esto cambie. Dependerá de los medios de comunicación, de la opinión de las personas y de las inversiones de países como España. La solución está en las manos de todos.
P. ¿Cuáles son los retos de aquí a 2030?
R. Mantener la cobertura cuando estás tratando de cambiar de modelo puede ser un reto, porque para eliminar una enfermedad necesitas haber tratado a suficientes personas para que no haya carga de enfermedad restante.
Otro reto es la priorización de las Enfermedades Tropicales Desatendidas a nivel global y nacional. Al disminuir la morbilidad (proporción de enfermos en una población), también lo ha hecho su visibilidad. Cuando la gente ya no ve a las personas ciegas por la calle, a lo mejor piensan que la enfermedad ya no existe. Hay que mantener estas dolencias altas en la agenda, no esperar a ver otra vez surgir la enfermedad. Eso ocurrió en el pasado con enfermedades como el sida, que bajó mucho en los tiempos donde hubo visibilidad y ahora vuelve a subir.
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