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¿Dónde están los fondos para las enfermedades que atacan a mil millones de pobres?

Organizaciones en defensa de la salud denuncian la infrafinanciación que reciben la prevención y tratamiento de estas dolencias, que afectan a más de mil millones de personas

Enfermedades Tropicales Desatendidas
De izquierda a derecha: Vanessa López, directora de la Fundación Salud Por Derecho; Francisco Bartolomé, experto o de enfermedades tropicales desatendidas de MSF; Iñigo Lasa, director general de la Fundación Anesvad, e Isabela Ribeiro, directora del grupo de enfermedades virales de DNDi, este martes, en Madrid.Fundación Salud Por Derecho
Patricia R. Blanco

Más de mil millones de personas padecen en el mundo alguna de las 21 enfermedades tropicales que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera como desatendidas. Y, sin embargo, los fondos y recursos destinados para prevenirlas y tratarlas son ínfimos en comparación con otras dolencias. “Los más pobres son los que más las sufren y cuando enferman son todavía más pobres”, argumentó este miércoles el doctor Jarbas Barbosa da Silva, director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), durante un acto en Madrid en el que expertos en salud de Fundación Anesvad, Salud por Derecho, Médicos Sin Fronteras (MSF) y DNDi (siglas en inglés de Iniciativa de Medicamentos para Enfermedades Desatendidas) reclamaron más medios para acabar con estas afecciones. “Provocan estigmatización, discapacidad y, a veces, dolor de por vida”, añadió Antonio Leis, director de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID).

La hoja de ruta aprobada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2021 prevé que en 2030 “100 países eliminen al menos una de estas enfermedades, la reducción en un 75% de la discapacidad que provocan y en un 90% del número de personas que necesitan atención médica por esta causa”, detalló Vanessa López, directora de la Fundación Salud Por Derecho. Sin embargo, aunque el último informe de la OMS, de 2023, señalaba avances como la eliminación de una de las enfermedades tropicales desatendidas (ETD) en 50 países, el objetivo de 2030 está muy lejos, según coinciden todos los expertos.

“Es una hoja de ruta tremendamente ambiciosa, idealista y que sinceramente en los cinco años que quedan no vamos a conseguir la gran mayoría de esos objetivos”, criticó José Antonio Ruiz Postigo, médico del Programa Mundial de Control de las ETD de la OMS, que señaló los claroscuros del sector. “Podríamos poner como primera excusa la [pandemia] de covid, que durante dos o tres años paralizó todas las intervenciones en salud que no tuvieran que ver con la covid”, subrayó. Pero el problema tiene una envergadura mucho mayor: “Ningún Estado miembro de la OMS apoya financieramente al departamento de las enfermedades tropicales desatendidas”.

Creemos que si tuviésemos una financiación mejor y más neutral por parte de los Estados miembros [de la OMS] podríamos llevar a cabo algunas acciones que ahora no podemos realizar
José Antonio Ruiz Postigo, médico del Programa Mundial de Control de las ETD de la OMS

Como ejemplo, Ruiz Postigo reveló que su división ha “perdido 22 puestos de trabajo de técnicos o médicos, bien por jubilación o por dimisión”, sin que hayan sido sustituidos, para evidenciar la falta de atención mundial que reciben las ETD. “Para nosotros, sería importante no depender de empresas farmacéuticas” o de otras filantrópicas, añadió. Y apostó a continuación por los fondos públicos: “Creemos que si tuviésemos una financiación mejor y más neutral por parte de los Estados miembros [de la OMS] podríamos llevar a cabo algunas acciones que ahora no podemos realizar”.

Entre los muchos retos para abordar de forma integral las enfermedades tropicales desatendidas, Francisco Bartolomé, experto en estas dolencias de MSF, señaló el “problema de los suministros”. “Los fármacos para tratar las ETD no son rentables, lo que nos obliga a vivir en la incertidumbre, ya que puede ocurrir que dejen de producirlos o que no los produzcan si no se pide una cantidad mínima a la empresa que los suministra”, criticó. Como ejemplo, Bartolomé habló de las mordeduras de serpientes. “El suero que suministramos en los casos más graves se ha dejado de producir en Sudáfrica”, explicó el médico, que contó cómo se vio obligado a distribuir las reservas que tenían en MSF con cuentagotas en los lugares de mayor peligro hasta que encontraron una alternativa.

La pobreza y otros determinantes sociales

“Para combatir las enfermedades tropicales desatendidas hay que comprender qué hay detrás de ellas para que afecten abrumadoramente más a los países de África subsahariana”, explicó Iñigo Lasa, director general de la Fundación Anesvad, una organización centrada en las dolencias que se visibilizan en la piel por ser “las que más estigmatizan”. El diagnóstico, compartido por todos los expertos, es que los determinantes sociales, como la pobreza, la falta de acceso a agua limpia o las desigualdades de género, definen quiénes son las personas que padecen con mayor frecuencia estas dolencias.

“¿Cómo te vas a limpiar y curar una herida si no tienes agua?”, se preguntó Lasa. E incidió en la cuestión de la falta de medios: “Difícilmente una persona con pocos recursos económicos podrá comprar medicamentos o desplazarse hasta un centro de salud”, añadió el director de Anesvad, que junto con otras organizaciones impulsa la aprobación de una resolución en la próxima cumbre mundial de la OMS que sitúe las afecciones cutáneas como una prioridad sanitaria global. “En el caso de aprobarse, no sería vinculante para que los Estados pongan más fondos, pero sí para que lo haga la OMS”, dijo.

Y aunque “los fondos destinados a estas enfermedades sean desproporcionadamente bajos en función” de lo que requieren, “tienen un alto rendimiento”, afirmó Isabela Ribeiro directora del grupo de enfermedades virales del DNDi. “Una inversión de un dólar [0,91 euros] provoca un retorno de 465 dólares [426 euos]”, aclaró.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.
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