Responsable de Unitaid: “¿De verdad creemos que la gente sin tratamiento médico se va a quedar en su país esperando la muerte sin protestar?”
Marisol Touraine, presidenta de esta iniciativa que trabaja por el acceso a los tratamientos en países de bajos recursos, advierte que los recortes de EE UU ponen en peligro tanto los logros conseguidos como los objetivos para los próximos años y elogia la defensa de la solidaridad global del Gobierno español


Marisol Touraine (París, 66 años) recuerda que mientras se realiza esta entrevista hay personas muriendo en África o América Latina debido a los recortes en los programas de salud financiados principalmente por Estados Unidos. “La seguridad no es solamente una cuestión militar o económica”, repite varias veces durante la conversación con este periódico en Madrid. “A los ciudadanos europeos que piensen que la solidaridad no es algo importante, les quiero recordar que salvando vidas en el sur nos protegemos mejor”, agrega.
La exministra socialista francesa es actualmente presidenta del Consejo Ejecutivo de Unitaid, cuyo fin es impulsar el acceso a los tratamientos para el sida, malaria y tuberculosis, principalmente para personas de países de bajos ingresos.
Touraine elogió también la voluntad política del Gobierno de apostar por “una visión política de solidaridad y humanismo”. Si España se preocupa “por la reducción de fondos para las organizaciones que implementan la cooperación, es porque se está amenazando una visión que para nosotros es fundamental: la de un mundo que debe ser solidario para ser seguro”, subrayó.
Pregunta. ¿La existencia de Unitaid tiene más sentido tras los recortes de la ayuda anunciados por Estados Unidos?
Respuesta. Hablar de salud global es más necesario que nunca. Mientras nosotras hacemos esta entrevista, hay personas muriendo porque no pueden obtener el tratamiento para tuberculosis, cáncer de cuello uterino o sida... Gente que contaba con un apoyo internacional y que ahora no sabe qué va a pasar. En los últimos 20 años hemos logrado salvar millones de vidas y ahora tenemos que decidir si esos valores de solidaridad y de humanismo se siguen defendiendo. A los ciudadanos europeos que piensen que la solidaridad no es algo importante, les quiero recordar que salvando vidas en el sur nos protegemos mejor.
P. ¿Han notado ya en Unitaid el impacto de los recortes en cooperación de Estados Unidos?
R. Nosotros no tenemos financiación directa de Estados Unidos, pero sí vemos que algunas entidades socias ya no pueden trabajar en los mismos lugares y en las mismas condiciones. En Sudáfrica, por ejemplo, hubo pacientes que fueron a recibir su tratamiento antirretroviral para el sida y no pudieron porque el centro médico había cerrado, lo mismo pasó en Kenia. Otro caso que nos preocupa es Perú, donde podría avanzar la tuberculosis si no podemos mantener las estructuras donde la gente acude. Pero quiero insistir en que el desafío no es cómo nos vamos a organizar nosotros, sino cómo llevaremos a las personas los tratamientos, las vacunas y los diagnósticos que necesitan.
Uno no puede decir al mismo tiempo: ‘no queremos migrantes y no los queremos curar en los países donde viven’. La solidaridad no implica que todo el mundo va a venir aquí, sino que vamos a intentar crear mejores condiciones de vida en los países que lo necesitan
P. ¿Y cómo se podrán llevar?
R. La capacidad de respuesta es incierta porque no sabemos lo que va a suceder, pero no podemos hacer como si nada. Antes de ser un desafío sanitario, la salud global es sobre todo una decisión política. Por ejemplo, si países como España y Francia tienen un sistema de salud universal, que es algo fundamental para reducir desigualdades sanitarias y sociales y para que la gente se pueda curar sin gastarse su sueldo, es porque se tomó una decisión a nivel político.
P. ¿Es ingenuo pensar que de esta crisis puede surgir una oportunidad?
R. Es iluso pensar que vamos a poder llenar el vacío de Estados Unidos, así como así. Lo primero que tenemos que hacer es mantener los presupuestos. Por eso he venido a España, para pedir a este Gobierno, como pido a los gobiernos europeos, que sigan financiándonos para que podamos seguir adelante con nuestras políticas. Lo que está claro es que vamos a tener que trabajar de manera más focalizada e ir a lo esencial porque contaremos con menos recursos.
P. ¿Qué respuesta le han dado las autoridades españolas?
R. Muy positiva. Mantienen su contribución. España es un socio histórico que reafirmó su compromiso en términos financieros, pero también su apoyo político de manera muy fuerte desde hace años. Sus autoridades hablan con una voz fuerte y abanderan una visión política de solidaridad y humanismo. Y, si su Gobierno se preocupa por la reducción de fondos para las organizaciones que implementan la cooperación, es porque se está amenazando una visión que para nosotros es fundamental: la de un mundo que debe de ser solidario para ser seguro.

P. ¿Es España una voz disonante en este momento de recortes en Estados Unidos y en otros países europeos?
R. No diría tanto disonante, España es una voz especial. Hay países que están cortando sus presupuestos, pero que no abandonan el mensaje político. Por supuesto, necesitamos pensar y responder a los desafíos de seguridad militar, pero la seguridad no es solamente una cuestión militar o económica, como también vemos ahora con los aranceles. Si abandonamos la cooperación internacional, ¿de verdad creemos que la gente que no tendrá tratamiento médico en sus países se va a quedar esperando la muerte sin protestar? Uno no puede decir al mismo tiempo: ‘no queremos migrantes y no los queremos curar en los países donde viven’. La solidaridad no implica que todo el mundo va a venir aquí, sino que vamos a intentar crear mejores condiciones de vida en los países que lo necesitan.
P. ¿Qué logros sanitarios ha habido en el Sur Global en los últimos años gracias a una acción conjunta como la que promueve Unitaid?
R. Tras la covid empezamos a fomentar la producción regional de medicamentos, cuando vimos que las vacunas no habían llegado a los países del Sur Global. Lo estamos haciendo, por ejemplo, en Sudáfrica, Kenia, Senegal o Nigeria. Otra de las cuestiones en las que estamos trabajando es cómo podemos crear soluciones que permitan a los países ser dueños de sus objetivos y de las maneras que quieren emplear para lograrlos. Es decir, que desde iniciativas locales puedan decir a las entidades qué apoyo necesitan y que sean ellos los que ejecuten después.
Nosotros estamos convencidos de que cuando se trata a una mujer, se cura a una familia y a una comunidad porque ellas son vitales en estos grupos humanos.
P. Uno de los pilares de Unitaid es la salud femenina. ¿Las mujeres se verán más perjudicadas por estos recortes?
R. Como siempre, los más vulnerables pagan el precio más alto. Y las mujeres están dentro de ese grupo. Nos preocupa que queden en segunda fila, cuando para nosotros son prioritarias. Por ejemplo, el 90% de las muertes de mujeres durante el parto se producen en el Sur Global. Nosotros estamos convencidos de que cuando se trata a una mujer, se cura a una familia y a una comunidad porque ellas son vitales en estos grupos humanos. Una mujer que cuidamos, es una mujer que cuida a una comunidad.
P. Su objetivo es que los medicamentos sean accesibles a todos y que el precio no sea un obstáculo. En el caso del VIH, el lenacapavir podría ser una revolución. ¿Cómo están negociando con los fabricantes?
R. Es una negociación sobre las patentes que deriva en otra sobre el precio que tendría en los países del Sur. En este caso, es un proceso que ha empezado antes de que el medicamento esté disponible en ningún lugar y que está en curso. Pero sí, este medicamento es una revolución. Tenemos una oportunidad histórica de eliminación potencial de una enfermedad con una inyección cada seis meses o cada año. No sé en qué plazo podría ocurrir esto, pero hay una perspectiva y tenemos que tener los recursos para implementar esta revolución, porque tiene un coste.
Lo que está sucediendo en el mundo ahora no amenaza solamente lo que hemos logrado en los últimos 20 años, sino lo que sabemos que podemos hacer en los próximos 20
P. Otra vez los recursos...
R. Claro, porque lo que está sucediendo en el mundo ahora no amenaza solamente lo que hemos logrado en los últimos 20 años, sino lo que sabemos que podemos hacer en los próximos 20.
P. Su organización también ha sido pionera en estudiar el impacto de los sistemas de salud en el cambio climático.
R. Sí, fue muy interesante, porque tomamos el ejemplo de 10 medicamentos. Entre ellos hay uno, el más usado contra el VIH, el dolutegravir. Es una píldora de escasos miligramos, que es tomada diariamente por millones de personas y su fabricación anual representa emisiones de carbono idénticas a la huella de carbono de la ciudad de Ginebra. No es que el sistema de salud sea el más contaminante, sus emisiones no llegan al 5% del total, pero vale la pena intentar reducirlas. Y vimos que modificando algunas cosas en la fabricación de este medicamento sin gasto adicional podríamos disminuirlas en un 40% y con inversiones adicionales, hasta en un 70%. Fue la primera vez que se analizó algo así y que se daban soluciones. Nuestro mensaje es que cuidar a la gente también nos debe permitir cuidar del planeta.
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