Bono, Jimmy Carter y otras maneras de cambiar el mundo
La Fundación Gates distingue en sus premios anuales proyectos que conectan a los refugiados o luchan contra la mortalidad maternoinfantil y el despilfarro de comida en una gala en la que el expresidente estadounidense y el líder de U2 fueron distinguidos por su labor humanitaria
La lucha contra la mortalidad en el parto, el empoderamiento de los 100 millones de refugiados que viven desplazados por las guerras, las crisis económicas o la persecución política y los problemas diabólicamente interconectados del hambre, la pobreza y los excedentes de producción alimentaria protagonizaron este martes por la noche en Manhattan la séptima gala de los premios Goalkeepers. Los concede cada año la fundación Bill y Melinda Gates coincidiendo con la semana en la que Nueva York acoge la Asamblea General de las Naciones Unidas y también se revisan los Objetivos de Desarrollo Sostenible, agenda global aún lejos de su cumplimiento que se fijó el horizonte —ya no tan remoto— de 2030 para lograr un mundo mejor.
La ceremonia tuvo lugar en el auditorio Rose, en la última planta del complejo con vistas a Central Park dedicado al jazz del Lincoln Center, pulmón de las artes escénicas de la ciudad. Fue inevitable que los focos se fijaran en los premiados de mayor relieve ―el expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter y su esposa, Rosalynn Carter, y el cantante y activista Bono, líder de la banda de rock irlandesa U2―, aunque los verdaderos protagonistas fueran los otros tres galardonados: Ashu Martha Agbornyenty, partera camerunesa de 24 años; Eden Tadesse, emprendedora etíope de 26 años, inventora de una herramienta digital para ayudar a los refugiados; y el Proyecto Farmlink, que conecta granjas estadounidenses con excedentes alimentarios y centros de distribución de comida para los desfavorecidos por todo el país.
Ni los Carter ni Bono estuvieron en la gala, aunque eso no hiciera mella en la entrega de un auditorio de entusiastas goalkeepers (literalmente, guardianes de los objetivos) llegados de todo el mundo. La excusa de los Carter era puramente biológica. El expresidente demócrata se retiró de la vida pública en febrero pasado con el anuncio de que se sometía a partir de entonces a cuidados paliativos. A la espera de su final, vive en su casa de Plains (Georgia), junto a su esposa Rosalynn, quien, como quedó claro en un video en el que se repasaron los logros de ambos, fue decisiva en la labor humanitaria que Carter decidió convertir en la prioridad de su vida posterior a la presidencia. Paige Alexander, directora de la fundación que lleva el nombre del matrimonio, aceptó el premio de Melinda French Gates y recordó que él cumplirá 99 años “en 12 días”, y que ella llegó a los 96 en agosto.
Tras toda una vida juntos, la pareja ha hecho “tantas cosas”, dijo Melinda French Gates, “que casi podría bautizarse este como el siglo de los Carter”. “Han intermediado en acuerdos de paz para resolver conflictos globales y han luchado por la erradicación de la enfermedad del gusano de Guinea [dracunculosis]. También fueron tempranos combatientes contra el estigma en torno a la salud mental”, añadió French Gates.
Bono envió un mensaje grabado desde un auditorio de Las Vegas, en el que su banda ensaya para el próximo estreno de un espectáculo. Le daban un premio recién creado, en la categoría de Voces, pero el músico bromeó con que en realidad se lo estaban concediendo por “bocazas”.
“Vivimos un momento existencial. Lo digital contra lo real. La verdad contra las mentiras. La democracia contra las autocracias. Toca luchar. Luchar duro por lo que creemos”Bono, cantante de U2
En su presentación, Melinda French Gates recordó el compromiso, ciertamente inusual en el gremio de las estrellas del rock, con las causas justas ―desde la condonación de la deuda hasta la lucha contra el sida―, así como su empecinamiento en hacer partícipes a los líderes mundiales de sus preocupaciones. “Vivimos un momento existencial”, sentenció Bono. “Lo digital contra lo real. La verdad contra las mentiras. La democracia contra las autocracias. Toca luchar. Luchar duro por lo que creemos. Estamos preparados. Esta noche quiero que os quede claro que mi bocaza estará siempre a vuestro servicio”.
Bill Gates también se perdió la gala, porque, como explicó la escritora y periodista Elaine Welteroth, que la presentó, tenía otras urgencias: “nada menos que una cita con el presidente de Estados Unidos”. Al fundador de Microsoft y filántropo sí se lo esperaba en el evento que la fundación había organizado para este miércoles por la mañana, y que estaba previsto que girara en torno a la crisis global de la mortalidad en el parto. El tema centró el informe anual presentado por la organización.
En él, los expertos convocados por la fundación defienden que introduciendo innovaciones médicas fáciles de aplicar podrían salvarse dos millones de vidas antes 2030 y 6,4 millones de vidas antes del final de la siguiente década. Entretanto, la diferencia en la lucha contra la mortalidad maternoinfantil la marcan heroínas como la camerunesa Ashu Martha Agbornyenty.
Ashu’s (@ashumartha3) unwavering commitment to saving the lives of mothers and babies did not go unnoticed. #Goalkeepers2030 pic.twitter.com/wUzuvvpPoC
— Gates Foundation (@gatesfoundation) September 20, 2023
Agbornyenty combate el problema en uno de sus frentes más cruentos. “La tasa de mortalidad materna en Camerún es de 428 muertes por cada 100.000 nacidos vivos. Y no hay suficientes parteras para remediar esta situación”, explicó al recoger su galardón. Por eso, ella decidió dedicar su vida a ayudar a otras madres. Más de 1.400 han pasado por los talleres que imparte Agbornyenty. Muchas otras se han informado en su página de Facebook, Marthie’s Midwifrey Diary.
What does it mean to be a refugee? Hear from the expert, Eden Tadesse. #Goalkeepers2030 @indothopian pic.twitter.com/n9jxDdhy74
— Gates Foundation (@gatesfoundation) September 20, 2023
Tadesse, por su parte, contó al recibir su premio que más de 35.000 refugiados forman parte de Invicta, la comunidad tecnológica global que ideó. “Más de 7.000 han completado cursos en línea. Y también hemos ayudado a alrededor de 1.700 a encontrar empleo en sus países de acogida”, aclaró. “¿Qué significa ser un refugiado?”, se preguntó la joven activista etíope. “Implica encarnar la resiliencia y la fuerza para reconstruir una vida desde cero, forjar nuevas conexiones y encontrar esperanza en medio de una adversidad inimaginable. Los refugiados simbolizan el espíritu de lucha por la supervivencia y encarnan la determinación”.
Después, convocados por la modelo y embajadora de buena voluntad de las Naciones Unidas Sabrina Dhowre Elba, subieron a recoger su distinción al escenario los fundadores de Farmlink, tres estudiantes estadounidenses que al principio de la pandemia unieron los puntos de dos problemas relacionados: los excedentes las granjas que se habían quedado sin mano de obra y las colas del hambre que emergieron por todo el país. Los tres se mostraron orgullosos de su “obstinado optimismo” y de su “decisión de cambiar el mundo”. También defendieron que esa tarea, la de cambiar el mundo, es “una tarea que les corresponde a los jóvenes”.
Un mundo más saludable
Al día siguiente, la Fundación Gates reunió a expertos de todo el globo para compartir sus propuestas de cómo hacer realidad el mundo que imaginan. “Más saludable, próspero e igualitario”, en palabras de la conductora del evento, Lilly Singh, con el foco en numerosas iniciativas inspiradoras —casi todas lideradas y presentadas por mujeres— para mejorar la salud maternoinfantil, como las que han premiado y las que recogen en su informe anual publicado en la semana previa.
“Mi abuela murió por una diarrea”, relató sobre el escenario del Lincon Center Yetunde Ayo-Oyalowo, fundadora de Market Doctors (Mercado de doctores), una organización que provee servicios sanitarios asequibles en Nigeria. Su padre le pidió que estudiara Medicina para que no se repitiera una pérdida en la familia por falta de acceso a un médico. Y así hizo. “Millones de nigerianos no reciben atención médica porque les cuesta días de salario pagar el transporte y muchos abandonan el hospital sin completar su recuperación porque no pueden pagarlo”. Con estos datos, llegó a la conclusión de que, si quería salvar vidas, tenía que ir adonde estuviera la gente. Y ese lugar era el mercado, de ahí el nombre de su entidad. Desde que se puso su bata blanca en uno y empezó a realizar chequeos médicos en 2018, su organización ha atendido a medio millón de pacientes en 2.000 comunidades del país, aseguró entre aplausos.
Otros de los discursos que emocionaron a la audiencia de la segunda jornada del encuentro Goalkeepers fue el de la ugandesa Eva Nangalo. “Mi padre quería que fiera profesora, pero nací para ser matrona”, comenzó. Procedente de una familia empobrecida, se formó para hacer para lo que vino al mundo: salvar vidas. “Cuidamos de las madres y sus bebés, pero a veces, no es suficiente. En Uganda mueren 17 madres al día dando a luz. Y hay casos que no se registran”, continuó. Esto sucede, según su experiencia, por falta de medicinas, personal, equipamiento, transporte. Cuando todo se desmorona alrededor, “nosotras [las matronas] no nos rompemos”, dijo. Ella incluso pone dinero de su bolsillo cuando las carencias se pueden traducir en muertes. “Verán que llevo el pelo corto”, interpeló a los presentes pasándose la mano por la cabeza. “Lo llevo así porque cada dólar que no me gasto en arreglármelo, lo puedo emplear en salvar vidas de mujeres”, afirmó, arrancando una ovación.
Estos son solo dos ejemplos de las tres decenas de voces del periodismo, activismo, la política y la sanidad de todo el mundo que se alzaron para enfocarse en las soluciones de las crisis invisibles que la población femenina ha padecido históricamente en silencio. Hasta ahora.
Con la publicación de su informe y dedicación de su gran evento anual a la salud materno infantil, la Fundación Gates no solo ha pretendido atraer la atención hacia esta materia y expandir su tradicional optimismo, sino que han anunciado sendas aportaciones a la causa: 100 millones de dólares (unos 93 millones de euros) para apoyar a países de renta baja y media a garantizar el acceso a métodos de planificación familiar (la mitad de mujeres en estos países carecen de acceso por falta de información adecuada y recursos, principalmente) y otros 100 millones para la fundación Unitaid, duplicando su compromiso económico anterior “para apoyar su labor de acelerar la introducción y el suministro de nuevas soluciones que salven vidas a escala equitativa, incluidas las destinadas a la salud materna y neonatal”.
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