Nuevas narrativas para humanizar a los migrantes
El V Congreso de Periodismo de Migraciones pone el foco en la necesidad de contar las historias de desplazamiento humano con una perspectiva global, sin paternalismos y dejando que los protagonistas sean quienes cuenten sus experiencias de vida
Yassine Isalih no es muy diferente a otros jóvenes de 21 años de España. Vive en Madrid, le gusta salir de fiesta con los amigos y actualmente está cursando un grado medio en gestión administrativa. “Me gusta mucho vivir aquí, Madrid es especial”, dice con una sonrisa pícara. Le encanta el diseño de interiores y el año que viene quiere formarse en ello. Llegó a España hace cuatro años y fue uno de los miles de menores de edad extranjeros que cruzaron la frontera y pasaron a estar tutelados por el Gobierno.
Isalih decidió irse solo de Marruecos porque veía que, independientemente del nivel de estudios que tuviese, no iba a tener opciones de un buen futuro laboral en su país. “Para no hacer nada ahí [Marruecos] mejor me iba a buscarme la vida, ¿no?”, reflexiona el joven.
272 millones de personas en el mundo son migrantesNaciones Unidas
El quinto congreso de migraciones y periodismo, organizado por la fundación PorCausa, demuestra que hay interés por el fenómeno del desplazamiento humano: 272 millones de personas en todo el mundo son migrantes, según los datos más recientes de Naciones Unidas. En esta ocasión, decenas de periodistas y profesionales del mundo de la comunicación se dieron cita los días 5, 6 y 7 de octubre en Mérida con el objetivo de perfeccionar esta sección de la profesión.
Migrar es algo que ocurre desde hace cientos de miles de años y, aunque los imaginarios colectivos han cambiado, la actividad sigue siendo la misma: salir del país de origen en busca de mejores oportunidades laborales
La premisa de la que parte el Congreso es que existe un problema de comunicación en España entre el migrado, el periodista y el público. Se dan demasiados titulares, portadas y aperturas de informativos donde se señala al extranjero como ‘el otro’ o ‘el culpable’, remarca Anna Surinyach, fotoperiodista en la revista 5W, durante una de las charlas del congreso centrada en pensar formas nuevas de contar las historias de personas en desplazamiento. Pero no solo es culpa de quien informa, añade, sino de los órganos encargados de recibir a los migrantes en las fronteras, que impiden a la prensa acercarse para hacer su trabajo, limitando así la capacidad de contar una historia completa.
Uno de los casos de culpabilización más sonados de los últimos años fue el cartel que utilizó la formación de ultraderecha Vox durante la campaña electoral de Madrid en 2021. Isalih lo recuerda bien y dice que lo que sintió fue dolor y rabia: “Me molesta que la gente suponga que todos los inmigrantes son malas personas. Tengo amigos que son de derechas y lo primero que me dicen es que la gente como yo, los moros, vienen a robar y a joder el país”.
España está obsesionada con la frontera sur, por lo que el 80% del presupuesto de control migratorio va ahíJosé Bautista, periodista de The New York Times
En el reportaje publicado en El Confidencial el pasado julio, José Bautista, periodista de The New York Times y director de investigaciones periodísticas de PorCausa, pudo comprobar junto a su equipo la “obsesión de España con la frontera Sur”, a la que se destina el 80% del presupuesto de control migratorio. Pero, explica, los mal llamados “sin papeles” son, en su mayoría, procedentes de Latinoamérica. También vieron que tanto la narrativa como el dinero derivado del control migratorio lo manejan las mismas cuatro empresas, que generalmente están controladas por personas afines a la extrema derecha y fomentan el discurso anti migratorio.
Shalini Arias, antropóloga de carrera y directora de Comunicación y Marketing en la fundación Ashoka España, explica más cómo esta narrativa se ha solidificado en la sociedad. “Hay procesos mentales identitarios donde la alteridad juega un papel vital. Uno se crea a sí mismo basándose en lo que no es: yo no soy tú porque soy más bajita”, explica. Un buen ejemplo, continua, son las películas de amor de Hollywood. “Que una persona te pare en mitad de la calle y te diga ‘oh me he enamorado, cásate conmigo, presiento que somos almas gemelas’, en la vida real es enrevesado, pero tenemos una proyección mínima porque quien te lo está contando es alguien que se parece a ti”.
Nadie quiere ser considerado un ladrón, un pobre, un mendigo o un violadorShalini Arias, directora de comunicación de Ashoka
Con la migración pasa lo mismo. Si la narrativa hegemónica proyecta al que no es blanco como algo indeseable, la gente no va a construir su identidad en torno a esa persona. “Nadie quiere ser considerado un ladrón, un pobre, un mendigo o un violador”, asegura Arias.
Ismail El Majdoubi, presidente y fundador de la Asociación Exmenas, conoce bien la retórica a la hora de hablar de personas desplazadas en España. “Con una búsqueda rápida en Google pudimos ver que los ‘menas’ y los ‘exmenas’ éramos violadores, delincuentes, sicarios, adictos a todo tipo de sustancias…” Tiene 24 años, es mediador social y trabaja con menores de edad tanto en España como en Marruecos. Durante el tiempo que estuvo tutelado por el Gobierno pasó por cuatro centros de acogida en Andalucía y Madrid. Cruzó la frontera desde Ceuta en los bajos de un camión con tan solo 17 años.
Melilla es una ciudad que conoce la violencia hacia los cuerpos migrantes y es una de las primeras paradas en España de aquellos que vienen del continente africano. Lo mismo ocurre en Ceuta. El problema de las historias que se cuentan en los medios es que solamente hacen referencia a las “olas de migrantes”, ya sea cruzando la valla o por mar. No hay un interés real por parte de la península por saber qué está ocurriendo, puntualiza Javier Bernardo, fotoperiodista en Melilla. “No hay corresponsales y como mucho de vez en cuando viene alguien de algún medio para algo muy puntual”, se queja. También, está la concepción de la valla que separa Marruecos de España. El muro de Trump no tiene nada que envidiarle al de su ciudad, asegura Bernardo.
Desde Arizona informa Maritza Félix, una mexicana afincada en el sur de Estados Unidos. Pasó la cuarentena de 2020 en Phoenix, mientras que su familia estaba en Magdalena de Kino, una pequeña ciudad mexicana ubicada en el norte del estado de Sonora. “Los compañeros que narran los procesos de migración son gente, en su mayoría, que viene del privilegio de no haber tenido que ser extranjero en otro país, por lo que las historias suelen ser muy superficiales”, comenta en una entrevista con este diario.
La desinformación en torno a la covid-19 fue lo que propulsó la creación de Conecta Arizona, un medio de comunicación no convencional que comenzó en WhatsApp. Ahora Félix y su equipo formado por migrantes crea contenido para otros migrantes.
Todos los ponentes, ya sea porque están especializados en la cuestión migratoria o porque ellos mismos viven fuera de su país de origen, concuerdan en que el problema a la hora de hablar de personas extranjeras es la deshumanización a la que son sujetas. “En EE. UU. pecamos mucho de no ahondar en aquellas personas que llevan años o incluso generaciones viviendo en el país, y no en quienes cruzan la frontera”, aclara Félix.
Arias, antropóloga y directora de comunicación de Ashoka, explica que “aunque hace mucho que se habla de migración, se hace desde una perspectiva paternalista y el completo despojo de la oficialidad del sujeto”, lo que hace que sea muy complicado generar una narrativa en la que la persona sea algo más que un migrante o un extranjero en territorio ajeno.
Los medios nos señalan como culpables y nadie se hace responsable de la desprotección a la que está sujeta el menor extranjeroIsmail Al Majdoubi, fundador y presidente de la asociación exmenas
Ismail El Majdoubi, fundador de Exmenas, resume el sentimiento generalizado de los asistentes al congreso: “Los medios nos señalan como culpables y nadie se hace responsable de la desprotección, el acoso y el derribo de los menores de edad y otras personas extranjeras”.
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