Los paladines de la lucha contra el cambio climático tienen menos de 25 años
En el Día Mundial del Medio Ambiente, el 5 de junio, presentamos a 10 jóvenes de África, Asia, Latinoamérica y Oceanía que están escribiendo el presente y el futuro de las acciones de defensa del planeta. Desde India hasta Zimbabue, pasando por Samoa y Ecuador, tienen rostros menos famosos que Greta Thunberg, pero la misma certeza de que pueden cambiar el mundo
Los costes de la energía solar y eólica se han reducido un 85% desde 2010. Las leyes han mejorado la eficiencia energética, reducido la deforestación y acelerado la difusión de fuentes renovables. La tasa de crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero se desacelera y, sin embargo, entre 2010 y 2019, se registraron los niveles más altos de la historia. La conclusión del último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), publicado en abril por 278 científicos de 65 países, está muy clara: se han sentado las bases para salvar el planeta, pero este seguirá enfermo sin una voluntad urgente de los gobiernos de reducir drásticamente el carbón, el petróleo y el gas. Y será imposible contener el calentamiento global en el límite de 1,5 grados desde los niveles preindustriales, según estableció en noviembre en Glasgow la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26).
Precisamente a los jefes de Estado se dirigen, sin pelos en la lengua y decididos a no aceptar promesas al viento, los movimientos juveniles por el medio ambiente que están surgiendo en todo el mundo. Algunos han nacido de las huelgas escolares por el clima de los Viernes por el Futuro y se han inspirado en los discursos de Greta Thunberg. Otros aparecieron mucho antes, sobre todo en el sur del mundo, liderados por muchachos comprometidos con un ecologismo que mezcla pequeñas y virtuosas acciones cotidianas, concienciación de las comunidades locales y activismo viral en las redes sociales, conscientes de que, en un futuro cercano, serán ellos quienes pagarán el precio más alto de un planeta moribundo.
En el Día Mundial del Medio Ambiente, el 5 de junio, presentamos a 10 jóvenes paladines de la ecología de África, Asia, Latinoamérica y Oceanía, que están escribiendo el presente y el futuro de las luchas por el clima. Desde India hasta Zimbabue, pasando por Samoa y Ecuador, tienen rostros menos famosos que Greta Thunberg, pero la misma certeza de que pueden cambiar el mundo. Porque, citando una frase del intelectual francés George Bernanos: “Es la fiebre de la juventud la que mantiene al resto del mundo a una temperatura normal”.
Guerra al plástico
Melati Wijsen, 21 años, Indonesia
De pequeña soñadora a emprendedora social y ambiental. La historia de Melati Wijsen, nacida y criada en Bali, de padre indonesio y madre holandesa, parece un cuento con tintes ecológicos y, sin embargo, está entrelazada con un compromiso y una perseverancia reales. Empezó con sus paseos, cuando era niña, por las playas de Bali y los campos de arroz. Wijsen tenía el cielo delante de ella, pero sus ojos no veían más que bolsas de plástico abandonadas que desfiguraban el paisaje. Así, a los 12 años creó, junto a su hermana menor, Isabel, Bye Bye Plastic Bags. Surgió como una aventura entre compañeros de colegio y hoy, nueve años después, es la principal ONG juvenil de Indonesia, con una red que se extiende en 30 países y con el objetivo de no volver a ver nunca más las odiadas bolsas de plástico. En Bali, ella ya ha ganado: gracias a la presión de su movimiento, en 2019 el Gobierno local prohibió las bolsas de plástico, las pajitas y el poliestireno. Fue la primera provincia de Indonesia en poner en práctica este avance.
Los proyectos de las hermanas pronto se expandieron: en 2020 fundaron Youthtopia, un círculo de apoyo y motivación en internet para jóvenes activistas de todo el mundo que tienen una buena causa por la que luchar, pero no saben por dónde empezar. En 2017 ya habían puesto en marcha la empresa social Mountain Mamas, para ayudar a mujeres pobres de las montañas a confeccionar y vender bolsas ecosostenibles.
Los premios no han tardado en llegar. Time ha incluido a Wijsen entre los adolescentes más influyentes del mundo, CNN entre los Heroes Young Wonders, y Forbes entre los 30 menores de 30 años más importantes del planeta. Luego, conferencias TED, discursos ante el Parlamento Europeo, la ONU y el Foro Económico Mundial. “Pero parece que con la pandemia vamos a tener que empezar de nuevo”, se queja. “En Bali, la gente piensa que las bolsas de plástico son más higiénicas, aunque la ciencia dice que la covid-19 sobrevive más tiempo en el plástico que en el vidrio y el acero. Los prejuicios son poderosos, y esto está devolviendo la contaminación a Bali”. Melati Wijsen lo sabe: el camino sigue siendo largo. Pero ella tiene intención de recorrerlo hasta el final.
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Pionero en energía limpia
Nkosilathi Nyathi, 19 años, Zimbabue
“Imaginen que deben recorrer todos los días cinco kilómetros, bajo un sol abrasador, para ir a la escuela. Sin árboles, sin sombra. Y después de las clases, caminar durante horas hasta la fuente más cercana y hacer cola para obtener solo unas gotas de agua de un pozo casi seco. Esta es mi rutina diaria, la misma que la de millones de niños en África. El cambio climático está volviendo nuestras vidas insoportablemente más duras”. Estas son las conmovedoras palabras de Nkosilathi Nyathi en una reciente conferencia de TED, durante la cual este joven de 19 años de Zimbabue comentó que el cambio climático lo causan los adultos en las naciones desarrolladas, pero afecta principalmente a la infancia de los países en desarrollo. “Somos los que más riesgo correremos en el futuro, por eso tenemos que ocupar un lugar en las mesas donde se lucha por la justicia ambiental”.
Nombrado Joven Defensor del Clima por Unicef, Nyathi puso manos a la obra cuando tenía 10 años y la zona de su ciudad natal, Victoria Falls, se enfrentaba a una alternancia mortal de sequías e inundaciones. Publicó vídeos en las redes sociales para documentar la migración forzada de los agricultores y denunciar la contaminación causada por una central eléctrica cercana. En 2016, gracias a un premio de 1.000 dólares que le concedió Unicef, construyó el primer digestor de biogás de Victoria Falls, que transforma desechos orgánicos y estiércol en combustible renovable y de bajo coste. Después, decidido a extender la energía limpia a toda la comunidad, instaló en su escuela un sistema fotovoltaico. Mientras tanto, participó en la COP25 de Madrid, en 2019, contando cómo en Zimbabue casi ocho millones de personas padecían la escasez de alimentos después del terrible ciclón Idai de ese año.
Nkosilathi Nyathi es uno de los fundadores de Fridays for Future Zimbabwe, y está convencido de que los jóvenes pueden garantizar el futuro del planeta pidiendo constantemente cuentas a los gobiernos. Un primer resultado es que el Ministerio de Medio Ambiente ha incluido asignaturas ecológicas en el currículo escolar del país africano.
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La niña que desafía a Modi
Licypriya Kangujam, 11 años, India
Tenía tan solo ocho años cuando, durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre el cambio climático que tuvo lugar en Madrid en 2019, la fotografiaron junto a Greta Thunberg blandiendo ante su presidente un cartel escrito a mano: “¡Señor Modi, apruebe la ley sobre cambio climático en esta sesión parlamentaria! ¡Salve nuestro futuro! ¡Actúe ahora!”.
No era la primera vez que esta niña testaruda, nacida en 2011 en el estado indio de Manipur, exigía a su Gobierno una ley para frenar la contaminación y que se incluyera la educación en ecología como asignatura escolar. Licypriya Kangujam, conocida como Licy, empezó a protestar frente al Parlamento en junio de 2019, en apoyo de los agricultores y para pedir a los políticos que aseguraran las áreas en riesgo de sufrir desastres naturales.
Muy activa en las redes sociales, donde promueve el reciclaje, la energía solar y la moda sostenible, durante el confinamiento de 2020 lanzó un reto que se hizo popular: plantar un árbol y publicar una foto con las etiquetas #mondayformothernature y #climateaction. Luego inventó el Kit de supervivencia para el futuro, ensamblado con materiales reciclados: una mochila transparente con plantas que simbolizan el aire limpio en su interior, conectada a un respirador. “Los niños que la usen llamarán la atención de los adultos sobre la contaminación y el cambio climático”, explicó.
Aunque algunos periódicos indios la retratan como el producto mediático de un padre que persigue la visibilidad, Licypriya Kangujam se ha convertido, no obstante, en un modelo de inspiración para muchos jóvenes ecologistas, y no solo en India; en Mongolia y Angola lideró movimientos de niños contra el cambio climático, y su voz se ha escuchado en conferencias en más de 30 países.
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El ingeniero activista
Ghaamid Abdulbasat Hatibu, 24 años, Tanzania
A diferencia de muchos jóvenes ecologistas, Ghaamid Abdulbasat Hatibu encontró los libros antes que el activismo. Estudiaba Ingeniería Aeronáutica en la universidad, pero su padre, que trabajaba en la construcción y veía cómo aumentaban las colaboraciones con científicos medioambientales, le aconsejó que añadiera estas materias a su currículo. Ghaamid se enamoró de las ciencias de la atmósfera, la ecología de la vida silvestre y la biología marina. “Hasta que un día”, cuenta, “mi pasión pasó de la ingeniería a cómo los ingenieros, y cualquier otra persona, pueden proteger el medio ambiente”.
Hoy Hatibu, licenciado en Ciencias y Gestión Ambiental, es investigador de la Unesco en ecohidrología y diseña sistemas biotecnológicos hídricos, además de movilizar a los jóvenes para que presionen hasta lograr participar en las decisiones políticas sobre el medio ambiente. Desde su ciudad natal, Dar es Salaam, lidera varias plataformas activistas y es embajador de cinco coaliciones ecológicas internacionales, incluida The High Seas Alliance. Como coordinador para el África subsahariana del Earth Day Network, sensibiliza a las comunidades locales sobre estilos de vida ecosostenibles, principalmente en la gestión de residuos.
Usando la aplicación Open Data Kit, anima a hacer fotografías de residuos abandonados, para rastrear y analizar el alcance de la contaminación en zonas enteras de Tanzania. El proyecto ha sido premiado por la National Geographic Society: la primera vez que un tanzano gana el prestigioso premio Joven Explorador. El próximo paso será recopilar datos sobre la calidad del aire y el agua y la sostenibilidad de los alimentos, para brindar a los políticos ideas concretas sobre cómo mejorar las cosas. Y, mientras tanto, convencer a sus compatriotas de que cada comportamiento individual, en la vida diaria, tiene un impacto global en el medio ambiente. “Las casas y las familias”, reitera el científico y activista, “son los puntos de partida para la protección de la tierra y los océanos. Y los jóvenes son fundamentales para sensibilizar a las familias y que cambien de hábitos”.
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Paladín de los indígenas
Artemisa Barbosa Ribeiro Xakriabá, 21 años, Brasil
En agosto de 2019, en Brasilia, estuvo en primera fila en la marcha de mujeres indígenas por la preservación de la biodiversidad amazónica y la protección de los pueblos del bosque. Artemisa Barbosa Ribeiro pertenece a los xakriabá (de donde ha tomado su nombre de guerra), uno de los 13 grupos que habitan las tierras de São João das Missões, en el estado brasileño de Minas Gerais. Desde el inicio del mandato del presidente Jair Bolsonaro, los xakriabá han sufrido la deforestación de sus tierras por parte del Gobierno que, para crear pastos, agricultura intensiva y minas, ha arrasado la vegetación. “Si esto sigue así, en 20 años mi hogar se habrá convertido en un desierto y mi pueblo correrá el riesgo de convertirse en historia”, alertó Barbosa en 2019 ante el Congreso de Estados Unidos, cuando participó en la Huelga Global por el Clima en Nueva York. Nunca escatima críticas a su Gobierno, al que acusa de poner en marcha políticas destructivas que intensifican la deforestación y la sequía.
Según el Instituto Brasileño de Investigación Iamazon, desde agosto de 2020 hasta julio de 2021 el país sudamericano perdió más de 10.000 kilómetros cuadrados de selva tropical, la ruina más dramática de la última década. “Los pueblos indígenas somos hijos de la naturaleza y luchamos por nuestra Madre Tierra, porque la lucha por la Tierra es la madre de todas las demás luchas”, dijo Barbosa en su emocionante discurso en Nueva York. “Pero somos perseguidos, amenazados, asesinados. No podemos aceptar que se derrame ni una gota más de sangre indígena”.
Desde pequeña aprendió la importancia de cuidar la naturaleza: cuando tenía siete años ayudó, junto a otros niños xakriabá a reforestar 15 zonas a lo largo del río São Francisco, que corría peligro de secarse.
Hoy Artemisa estudia psicología y música en la Universidad de Santa María, en Rio Grande do Sul, pero promete que, después de licenciarse, volverá a su pueblo para orientar a las futuras generaciones en la lucha por el medio ambiente.
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La vida después del tifón
Marinel Sumook Ubaldo, 25 años, Filipinas
“El cambio climático no es una fantasía, sino una realidad que está afectando a nuestras vidas”, dice Marinel Ubaldo, que lo ha vivido en primera persona. En otoño de 2013, cuando tenía 16 años, Filipinas fue azotada por el tifón Haiyan, que dejó 6.000 víctimas y más de mil desaparecidos, pulverizando más de un millón de viviendas. La isla de Marinel, Samar, fue la más afectada. Vio morir a parientes y amigos; su comunidad en el pueblo de Matarinao lo perdió todo. “Me costó tres años acercarme al océano”, escribía la joven que, con tres amigos, fundó la Federación de Jóvenes Líderes para la Acción Mediombiental. En 2021, coordinó COY16, la 16ª Conferencia de la Juventud de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y, mientras tanto, se dedica a educar a las comunidades, especialmente a los jóvenes y niños, sobre estilos de vida sostenibles.
Según el Índice de Riesgo Climático Global, elaborado por el centro de investigación Germanwatch, Filipinas ocupa el cuarto lugar, en la lista de los estados más afectados por el calentamiento global, después de Puerto Rico, Myanmar y Haití. Marinel Ubaldo habló sobre ello a los líderes mundiales durante las conferencias de la ONU COP21 en París y COP25 en Madrid, y luego lanzó junto a Amnistía Internacional una campaña para instar al Gobierno filipino a ayudar a los supervivientes del Haiyan.
Carismática y políticamente influyente, Ubaldo incluso ha logrado defender los derechos de los agricultores y pescadores de su zona contra las violaciones medioambientales cometidas por las industrias del carbón.
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Un árbol por cada gol
Lesein Mutunkei, 18 años, Kenia
Como el diminuto colibrí que con su pico recoge agua del lago, gota a gota, decidido a apagar un incendio en el bosque, así Lesein Mutunkei lucha contra la deforestación a partir de su gran pasión: el fútbol. “Por cada balón que meta en la red, plantaré un árbol”, se dijo un día, inspirándose precisamente en la parábola del colibrí que contaba Wangari Maathai, icono del ecologismo africano, para dar a entender que son las pequeñas acciones de cada ciudadano las que marcan la diferencia en la salud medioambiental. Así, el joven Mutunkei de Nairobi, Kenia, lanzó en 2018 la iniciativa Trees For Goals. Al año siguiente, los árboles plantados por cada gol fueron 11 y cada vez más escuelas y clubes de fútbol de su país siguen su ejemplo.
Según Global Forest Watch, de 2001 a 2021, Kenia vio cómo desaparecía el 11% de su cubierta arbórea y el 7,7% de sus bosques vírgenes. “Corremos el riesgo de perder el equivalente en vegetación de diez campos de fútbol cada hora”, advierte Mutunkei. Para él, igual que el cambio climático es un desafío global, el fútbol es un juego universal que “tiene el poder de ayudarnos a crear conciencia ecológica global para actuar hacia un futuro más verde”. Y añade: “Cuando entras en el campo de fútbol dejas tus problemas a un lado y no hay raza ni edad. El deporte es especial porque une a las personas: lo mismo que debería conseguir la lucha contra el cambio climático”.
Mientras tanto, los árboles frutales y las plantas autóctonas plantadas por Trees For Goals ya son miles, tanto en el bosque de Karura, una gran zona verde de Nairobi, como en el condado de Kajiado, al sur del país.
La ONU también se fijó en la creatividad del joven africano, invitándolo a la Cumbre del Clima de la Juventud en Nueva York en 2019. A su regreso a Kenia, el presidente Uhuru Kenyatta le pidió que plantara un árbol también en su residencia.
Lesein Mutunkei es ahora el símbolo del activismo ambiental en Kenia, especialmente a través de Facebook e Instagram, y enseguida han llegado los premios internacionales, como el Premio Eco-Hero International 2020 y el Premio Green Kids. Su historia se ha contado en varios libros, incluido Sopa de piedras para un mundo sostenible. Historias de cambio de jóvenes héroes, de Marianne Larned.
¿Su sueño? Llegar a más y más jóvenes en África y en todo el mundo, y convencer a la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación) para que adopte la iniciativa Trees For Goals y llegar así a plantar 30 millones de árboles, igual que hizo su maestra Wangari Maathai.
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Por las pequeñas islas del Pacífico
Brianna Fruean, 24 años, Samoa
Avalanchas de lodo vomitadas por el océano después de una tempestad. Para Brianna Fruean, este es el olor insoportable del cambio climático que, para los habitantes de las pequeñas islas del Pacífico, como ella en su Samoa, es ya una furia aniquiladora salpicada de tifones, inundaciones, naturaleza rebelde que eleva el nivel del mar amenazando con borrar las tierras. “Desde hace diez años, las tempestades en el Pacífico son más violentas, las sequías más largas y las inundaciones más fuertes. Los pescadores no pueden alimentar a sus familias. Por esto camino”, explicaba la joven en su intervención en la COP26 de Glasgow.
Fruean procede del archipiélago de Samoa, Oceanía, y desde los 11 años se dedica a las batallas ecológicas. Su grupo de activistas, Pacific Climate Warriors, reúne a indígenas de 20 estados insulares del Pacífico, los más vulnerables al calentamiento global. Sus consignas son: “No nos ahogamos, luchamos” y “Si salvamos el Pacífico, salvaremos el mundo”. En Glasgow, se dirigió a los líderes mundiales destacando que “la verdadera pregunta es si hay voluntad política para hacer lo correcto”.
En las Islas Samoa, lidera proyectos escolares para concienciar a los niños sobre el respeto por el medio ambiente. Desde 2009 participa en las principales conferencias sobre el clima, desde Corea hasta Japón y Brasil, en la cumbre Río + 20 en 2013, y en 2015 fue galardonada con el prestigioso Commonwealth Youth Award para la región del Pacífico. En mayo de este año, recibió el premio Oceania Global Citizen. Su pasión, junto con la de otros 29 jóvenes indígenas custodios del medio ambiente, se ha narrado en el libro ilustrado Tenemos un sueño, de la escritora anglo-bangladesí Mya-Rose Craig.
Sigue a Brianna Fruean en:
- Instagram: @briannafruean
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La Greta de África
Leah Namugerwa, 18 años, Uganda
En 2018 se habló de ella como la “Greta Thunberg africana”. Leah Namugerwa, que entonces tenía 14 años, se inspiró en la ecologista sueca, cuando faltaba al colegio los viernes y protestaba en las calles de Kampala para recordar a los ugandeses el calentamiento global, la contaminación por plástico, la degradación de los humedales y cualquier otro abuso medioambiental. El año anterior, la larga sequía en Uganda provocó desertificación y escasez de alimentos. Su huelga por el clima, que comenzó en solitario, acabó involucrando a compañeros de colegio y gente corriente, a quienes reunió en el movimiento Fridays for Future Uganda. Cuando Namugerwa se dirigió al presidente Yoweri Museveni y le pidió que prohibiera las bolsas de plástico con la etiqueta #banplasticug difundido en las redes sociales, Al Jazeera y Time también relanzaron su campaña.
En Uganda, la cubierta forestal ha pasado del 24% al 8% desde la década de 1990, señalan los expertos de Global Forest Watch. Entonces, en 2019, Leah Namugerwa decidió celebrar su decimoquinto cumpleaños plantando 200 árboles y otros 500 en el siguiente cumpleaños. Esta iniciativa #birthdaytrees también se hizo viral en la web, inspirando a otros adolescentes africanos.
También en 2019, en la COP25 de Madrid, Leah conoció por fin a su inspiradora Greta Thunberg, y en 2020 organizó las marchas de la Huelga Global por el Clima en Kampala, reuniendo a una gran multitud en la playa de Ggaba, en el lago Victoria, para limpiarla de desperdicios.
Hoy, su principal objetivo, además de estudiar Ciencias del Medio Ambiente en la universidad, es seguir empujando a su Gobierno a implantar medidas concretas en defensa de la ecología.
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La musa del bosque
Helena Gualinga, 20 años, Ecuador
De padre sueco y madre indígena kichwa de Sarayacu, en la Amazonía ecuatoriana. Helena Gualinga creció entre dos mundos muy lejanos, Finlandia y la selva pluvial, en un lugar de Ecuador que, precisamente el año de su nacimiento, 2002, fue violado por una empresa petrolera que, con explosivos, expropió la tierra de los kichwa. El pueblo de Sarayacu luchó por la defensa de la vegetación, y en julio de 2012 obtuvo un fallo histórico del Tribunal Interamericano de Derechos Humanos: el Gobierno de Ecuador debía interrumpir las perforaciones, indemnizar a la comunidad indígena y consultarla para cualquier proyecto futuro sobre su territorio. En esta decisión fue crucial el abuelo de Helena, Sabino Gualinga, que habló ante el Tribunal sobre cómo para los kichwa, el bosque es un organismo vivo que debe ser respetado en su armonía con los demás espíritus de la naturaleza como ríos, montañas, lagos y las personas que viven allí.
Todas las mujeres de la familia participaron en la batalla, y Helena Gualinga y su hermana Nina recogieron el testigo al llevar la voz de los indígenas a la COP25 de 2019 y a la COP26 de 2021, cuando la indígena habló de las amenazas que siguen acechando a su Amazonía, entre deforestaciones e inundaciones causadas por el calentamiento global.
Sin embargo, más que activista, prefiere definirse portavoz de ese bosque vivo que siente como parte de sí misma. También se ha hecho famosa por un estilo que ahora es emblemático: joyas tradicionales y cara y cuerpo pintados con wituk, un tinte que para los kichwa expresa fuerza, belleza y resistencia.
Su historia la contó el director Eriberto Montalvo en la película Helena Sarayaku Manta y el pasado mes de marzo ella y su hermana Nina fueron las primeras mujeres indígenas en salir en la portada de Revista Hogar, una publicación sobre estilo de vida muy popular en Ecuador. “Espero que esto sea solo el principio”, comentaba Helena Gualinga. “Quiero ver muchas más historias con nuestras mujeres indígenas en los medios de comunicación”.
Sigue a Helena Gualinga en:
- Instagram: @helenagualinga
- Twitter: @SumakHelena
- Facebook: Helena Gualinga
- TikTok: @helenagualinga
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