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Las islas mínimas

Los pequeños Estados insulares en desarrollo deben afrontar grandes problemas económicos, alimentarios y de salud con pocos recursos y visibilidad y muchas vulnerabilidades propias

Dos pescadores de Vanuatu lanzan al agua su embarcación.
Dos pescadores de Vanuatu lanzan al agua su embarcación.Tom Perry (Banco Mundial)
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El 73% de las pequeñas islas serán más áridas

Piense en un pueblo de su región de unos 10.000 habitantes. En España podrían ser Tordesillas (Valladolid), Trujillo (Cáceres) o Andoain (Gipuzkoa). Por ejemplo. Ahora, imagine que ese pueblo tiene que dotarse de la infraestructura de un Estado. Sistema sanitario, seguridad, sistema judicial, puertos y aeropuertos, diplomacia, cambio de monedas, comercio exterior... Para complicarlo aún más, tenga en cuenta que está sobre una isla. O mejor (peor) todavía, varias islas. Y que hay que proporcionar a todas ellas electricidad, agua potable, transporte... Para completar, añada que su pueblo estará expuesto a terremotos, sequías y a algunos de los peores efectos del cambio climático. ¿Abrumador, verdad?

Pues con todo ello tienen que lidiar los habitantes de Nauru y otros de los llamados Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS, por sus siglas en inglés). Son 39 países, unidos en una plataforma o alianza auspiciada por Naciones Unidas para afrontar sus especiales necesidades y vulnerabilidades. Porque a los problemas habituales de las naciones en desarrollo, estos enclaves —muchos de ellos paradisiacos, como Seychelles, Mauricio o Maldivas— añaden algunos propios.

Los 39 SIDS

Océano Pacífico

  • Islas Cook
  • Kiribati
  • Fed. Micronesia
  • Fiji
  • Islas Marshall
  • Nauru
  • Niue
  • Palau
  • Papua Nueva Guinea
  • Samoa
  • Islas Solomon
  • Timor-Leste
  • Tonga
  • Tuvalu
  • Vanuatu

Caribe

  • Antigua y Barbuda
  • Bahamas
  • Barbados
  • Belize
  • Cuba
  • Dominica
  • República Dominicana
  • Grenada
  • Guyana
  • Haití
  • Jaimaica
  • Saint Kitts y Nevis
  • Santa Lucía
  • San Vicente y las Granadinas
  • Surinam
  • Trinidad y Tobago

Resto

  • Cabo Verde
  • Comoros
  • Guinea-Bissau
  • Maldivas
  • Mauricio
  • Sao Tomé y Príncipe
  • Seychelles
  • Singapur

El primero viene dado por su propio tamaño, que en general es pequeño. Dejando a un lado los casos de Cuba (109.884 kilómetros cuadrados), Haití, República Dominicana y el más especial de Guinea-Bisáu, el territorio no da para grandes explotaciones agrícolas o ganaderas. El espacio escasea en lugares como Nauru (21 kilómetros cuadrados) o Tuvalu (26). Así que la principal fuente de producción de alimentos, agricultura de pequeña escala aparte, suele ser la pesca. En cualquier caso, la producción propia es muy limitada. Y eso significa que hay que importar casi todo. En la mitad del los SIDS del Caribe, más del 80% de la comida que consumen sus habitantes es importada, según datos de FAO. Una dependencia que, además, va en aumento.

Aquí viene otro problema. Por estar lejos —en el caso de las islas del Pacífico o del Índico— o por comprender muchas islas, no suelen estar demasiado bien comunicadas. Las inversiones en infraestructuras se multiplican —hace falta al menos un puerto en cada una— y el transporte hasta allí, en cualquier caso, es caro. Por la distancia, o por las rutas. Y los precios se disparan. Recordemos que son países en desarrollo, en muchos casos con más de un cuarto de la población por debajo del nivel de la pobreza, según FAO. Y que no tienen mucho que exportar, ya que no han podido producir demasiado. Por lo que muchas veces tienen que optar por comprar lo más barato.

Pero la comida más asequible no suele ser la más sana. Alimentos procesados, bebidas azucaradas, carnes muy grasas... El resultado es que en países como Tonga más del 40% de la población sufre las llamadas enfermedades no transmisibles. Sobre todo, diabetes, obesidad e hipertensión. Más del 70% de los mayores de 15 años tenían sobrepeso en las Islas Cook, Micronesia, Nauru y Tonga. Y otro dato más alarmante, si cabe: el 75% de todas las muertes de adultos en las islas del Pacífico —las más afectadas por esta problemática— se deben a este tipo de dolencias.

Y por si todo eso fuera poco, son algunos de los países más vulnerables a los desastres naturales. Esto afecta al turismo —el principal motor de muchos de sus economías— a la producción de alimentos, al comercio, y también al desarrollo social, con la destrucción de infraestructuras escolares, sanitarias... Entre 1990 y 2014, el Caribe sufrió 182 desastres naturales importantes, entre huracanes, inundaciones, sequías o terremotos como el de Haití en 2010. Además de los cerca de 240.000 muertos que dejaron, los daños económicos y sociales son devastadores. Por no mencionar que muchos de estos archipiélagos serán los primeros en verse afectados por efectos del cambio climático como la subida del nivel del mar. En Vanuatu, Kiribati o Maldivas, saben de primera mano que la crecida es una certeza.

En la Cumbre del Clima celebrada en París el pasado diciembre, estos países fueron de los más activos en la lucha para que el objetivo de aumento de la temperatura global en los próximos años se fijara en 1,5 grados centígrados. Tony Brum, el ministro de Exteriores de Islas Marshall, fue tajante: "Un aumento de dos grados sería una sentencia de muerte para nosotros. Significaría la inmersión total de nuestras islas y la emigración de nuestros 70.000 habitantes".

Por último, está el problema que sí comparten con pueblos como los mencionados al principio. Son pocos y su influencia en la escena internacional, también escasa. Las cifras, las que sean (de pobres, malnutridos, obesos...) no impresionan. Y eso les empuja hacia abajo en las listas de prioridades. Por eso están unidos, en una suerte de mancomunidad de Estados en desarrollo y con problemas acuciantes, que buscan solución a problemas que con los datos en la mano pueden parecer pequeños, pero afectan a países enteros. A paraísos vulnerables.

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