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Cada europeo compra 19 kilos de ropa al año y genera 16 kilos de desechos textiles

El nuevo informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente calcula las consecuencias del hiperconsumismo de moda rápida en el continente y su impacto ambiental en el Sur Global

Ropa
Patricia R. Blanco

Los europeos compran y desechan más ropa, calzado y otros productos textiles que nunca. Según un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), publicado este miércoles, cada ciudadano de la Unión Europea (UE) adquirió en 2022 —el último año con datos disponibles— una media de 19 kilos de ropa, dos más que en 2019. Además, los Estados miembros de la UE generaron durante el mismo año alrededor de 6,94 millones de toneladas de residuos textiles “lo que equivale a 16 kilogramos por persona”, un dato que ya adelantó EL PAÍS en febrero.

“El crecimiento de la economía, el rápido aumento de las ventas a través de internet, el papel de los influencers” y los bajos costes de producción de los tejidos sintéticos han favorecido el consumo masivo de las fast fashion, afirmó Lars Fogh Mortensen, coautor del informe, el pasado martes durante un encuentro online con periodistas.

Prueba de este hiperconsumismo de moda rápida es la facturación de la industria textil europea. Según los datos de Euratex, la principal organización que representa a la industria textil y de la confección en Europa, solo en la UE el sector textil y de la confección facturó en 2023 unos 170.000 millones de euros y empleó a cerca de 1,3 millones de personas en 197.000 empresas.

“Alto impacto medioambiental”

Pero el impacto medioambiental y climático de toda esta producción y consumo “textil es muy alto”, añadió Fogh Mortensen. En concreto, en 2022, el sector textil ocupó el quinto lugar de 12 categorías en función de las materias primas que consume (por detrás de la alimentación, la vivienda, la movilidad y los restaurantes y hoteles). Traducido en cifras, significa que se utilizaron un total de “234 millones de toneladas de materias primas (como petróleo, gas natural y fibras de algodón) para producir toda la ropa, el calzado y los textiles para el hogar” que los europeos consumieron en ese año, es decir, una media de 523 kilogramos por persona. “El lado oscuro es que dos tercios de estos materiales se extraen fuera de la UE”, subrayó el experto de la AEMA.

En 2023, se necesitaron 234 millones de toneladas de materias primas para producir toda la ropa, el calzado y los textiles para el hogar que se consumió en Europa

En el caso del agua, el informe calcula que en 2022 el consumo textil europeo requirió 5.300 millones de metros cúbicos de la denominada “agua azul”, que es el agua superficial o subterránea que se utiliza para el riego, los procesos industriales o el uso doméstico. Estas cifras sitúan el consumo textil en el cuarto lugar en cuanto a uso de agua. La mayor parte, según la AEMA, se empleó en el riego de los campos de algodón para producir fibras naturales, y el 85% se consumió fuera de Europa, principalmente en Asia.

Un grupo de personas recogen objetos en medio de una densa humareda procedente de la quema de basura, sobre todo plásticos y textiles, en el vertedero de Gioto, en Nakuru (Kenia).

Al mismo tiempo, toda la cadena de valor de los productos textiles en la UE (desde la fabricación y la venta a la compra o el reciclaje) causó “unas emisiones de 159 millones de toneladas de CO₂”. Es el equivalente a “355 kilogramos de CO₂ por persona y año o a 1.800 kilómetros de viaje en un coche de gasolina estándar”, según ejemplifica la AEMA. Estas cifras sitúan al sector textil “en la sexta categoría de consumo doméstico que más presiones ejerce sobre el clima”, afirma la agencia, que recuerda que alrededor del 70% de las emisiones ocurren fuera de Europa, sobre todo en Asia, donde tiene lugar la mayor parte de la producción textil.

Pero el elevado consumo textil en Europa no está acompañado de un correcto reciclaje. “La llamada tasa de captura textil” o reciclaje es muy baja, “tan solo del 15%, lo que significa que el 85% de los residuos textiles se pierden en la incineradora o terminan en un vertedero”, explicó Sanna Due, también coautora del informe, durante el encuentro con periodistas. Además, la Agencia Europea del Medio Ambiente estima que “entre el 4% y el 9% de todos los productos textiles comercializados en Europa se destruyen antes de su uso”, es decir, entre 264.000 y 594.000 toneladas.

Exportación de textiles de segunda mano

Al mismo tiempo que aumenta el consumo de la ropa, la exportación de textiles usados se ha triplicado, desde las 550.000 toneladas en 2000 a 1,4 millones de toneladas en 2019. “Desde entonces el volumen se ha mantenido relativamente constante” y en 2023 se volvieron a exportar 1,4 millones de toneladas, afirma la AEMA.

El 85% de los residuos textiles [de la UE] se pierden en la incineradora o terminan en un vertedero
Sanna Due, coautora del informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente

Sin embargo, aunque la exportación de textiles de segunda mano de la UE es una medida de economía circular basada en la reutilización, “los estudios muestran” que las prendas y otros productos textiles “entran en un patrón muy complejo de comercio, clasificación, reutilización, reciclaje y vertido, además de ser quemadas o vertidas en la naturaleza en países principalmente africanos y asiáticos”. Una investigación de Planeta Futuro publicada el pasado febrero, que siguió el rastro a 15 prendas geolocalizadas y depositadas en contenedores de distintas ciudades españolas, demostró el alto coste ambiental y social del consumo de ropa barata, especialmente en el Sur Global.

Según los datos de la AEMA, los textiles usados que llegan a Asia procedentes de Europa “se suelen clasificar y luego se reexportan, reciclan o acaban en vertederos, o bien se queman o se vierten en la naturaleza”. En África, en cambio, continúa el informe, “se reutilizan y se venden en los mercados locales o acaban en vertederos, o bien se queman o se arrojan a la naturaleza”.

La directiva marco de residuos de la UE obliga a los Estados miembros, a partir de 2025, a “establecer sistemas de recogida selectiva de textiles usados”. Esta medida tendrá, según la AEMA, consecuencias positivas y negativas. Por un lado, aumentará la proporción de residuos textiles recogidos por separado. Sin embargo, la agencia alerta de que “cuantos más textiles desechados necesiten ser manipulados, es posible que aumenten los volúmenes de exportación”, trasladando de nuevo el problema de los desechos textiles al Sur Global. Por eso, concluye, es necesario “un cambio en el sistema textil”, que apueste por una mayor calidad, un uso más prolongado de las prendas, la reutilización, la reparación y el reciclaje efectivo.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.
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