Lo que los trumpistas jamás perdonarán a Zelenski
Muchos en Estados Unidos y en Europa no resisten que fuera el presidente ucranio quien dio la batalla por la soberanía de su nación y frenó lo que parecía una derrota rápida
Jamás le perdonarán a Volodímir Zelenski haberse convertido en un símbolo de la resistencia de Ucrania. Los trumpistas vendían un final fácil del conflicto, hasta que el presidente ucranio evidenció en la Casa Blanca la falta de garantías de seguridad que impidan otra invasión rusa en pocos años. Por su parte, Rusia vio fracasar el asedio a Kiev de 2022 cuando aquel decidió quedarse. Zelenski contribuyó a cambiar el curso de la guerra, y resulta más incómodo ahora ante la idea de una paz dudosa.
No hay más que ver la inquina que provoca en la Administración de Trump: desde llamarle “dictador” hasta humillarle en público, intentando dejar al presidente ucranio como culpable de no querer un alto al fuego. Nada parece casual. A Rusia le iría bien la celebración de unas elecciones en plena guerra —con miles de desplazados— por si llega un Gobierno más amigable, en una votación que solo serviría para legitimar de facto la anexión de las zonas ocupadas. Para los MAGA, apartar a Zelenski seguramente haría menos evidente ante la opinión pública hasta qué punto EE UU parece ya un subalterno de la política exterior rusa. Trump tendrá capacidad de presión sobre Ucrania tras paralizar la ayuda militar, y por eso, es probable que Zelenski acabe regresando a la mesa negociadora. Lo que Trump no controla es su impacto en imagen. Lo sabe el vicepresidente J. D. Vance, a quien unos ciudadanos recibieron en Vermont con carteles de “traidor” en una América donde generaciones enteras han crecido viendo películas de la Guerra Fría.
Así que jamás le perdonarán a Zelenski —un comediante de éxito modesto, según Trump— que haya dado la batalla para lograr la soberanía de un Estado condenado durante décadas a estar a la sombra del Kremlin. A fin de cuentas, Ucrania se sirvió en los primeros días de la invasión de la capacidad de comunicación de su presidente para captar apoyo internacional y cambiar la percepción global del conflicto: vídeos en las redes sociales, vestimenta militar —rememorando a Winston Churchill durante la II Guerra Mundial— y comparecencias en los parlamentos de medio mundo. Durante tres años, muchos dirigentes democráticos corrieron a hacerse una foto con el líder ucranio para impregnarse de esa épica tan cotizada.
Sin embargo, la importancia de la comunicación en Zelenski también ha resultado ser un arma de doble filo. Las críticas internas sobre su liderazgo se remiten a decisiones militares más enfocadas en mantener la imagen internacional que en lograr mayores éxitos en el terreno. Por ejemplo, el hecho de no haber implicado a todo el país en las necesidades de la guerra, o incluso, el no haber movilizado a más soldados en algunos momentos, por ser una decisión impopular. Además, la destitución de Valeri Zaluzhni, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias, sigue dando pie a varias interpretaciones. Algunos lo vieron como una maniobra para apartar a una figura muy popular que podría haber eclipsado su liderazgo político. Otros lo consideraron un nuevo impulso a la guerra, al promover a Oleksandr Sirski, un militar que podría ser más flexible a la hora de equilibrar la estrategia política y militar, en contraste con Zaluzhni, quien se caracterizaba por su independencia y su enfoque en la defensa.
Con todo, la figura de Zelenski sigue logrando cerrar filas en momentos complicados. Quienes podrían enfrentarse a él en unas elecciones, como Zaluzhni o Petro Poroshenko le han apoyado nítidamente tras la bronca con los líderes estadounidenses. He ahí el giro de guion de Ucrania: quienes llevaban años acusándola de ser una marioneta de la Casa Blanca se quedaron sin argumentario al ver cómo Zelenski luchaba en directo por ganar autonomía frente a Estados Unidos. Pese a las represalias, ese momento ha servido para meter en agenda la necesidad de garantías de seguridad y forzar a los aliados a dárselas, de forma que Rusia no vuelva a las andadas en pocos años.
En Europa, algunos tampoco le perdonarán al presidente ucranio el haber desnudado su impostura. Zelenski ha tejido suficientes alianzas dentro de la UE como para sacarla de su habitual inmovilismo y presionar por la integración de su país a medio plazo. Incluso, ha dejado en evidencia a cierta izquierda que dice combatir el fascismo a diario, pero que lleva tres años exigiendo que no se ayude al país invadido, apelando a una supuesta “neutralidad”, que solo allanaría el camino a la potencia agresora. A la postre, ha provocado que la ultraderecha aparezca como aplaudidora de unos líderes capaces de envalentonarse con el débil, pese a tanta retórica del hombre fuerte.
En definitiva, Estados Unidos parece más dedicado ya a vender un fin de la guerra cuanto antes, o a resarcir a Rusia por aquello que no logró en el campo de batalla, que en lograr una paz duradera y justa. Aun así, Zelenski seguirá siendo el vestigio que recuerda a la resistencia ucrania. Es el riesgo: que la causa se diluya internacionalmente una vez que el país cambie de líder. Pero que intenten humillarle, o apartarle, supone ya la prueba de hasta qué punto jamás podrán perdonarle el haber hecho soñar a tantos ucranios con ser una nación independiente y soberana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
