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La izquierda populista y la extrema derecha presionan para que Alemania se aleje de Ucrania

La pujanza del nuevo partido de Sahra Wagenknecht y AfD da alas a los partidarios de negociar con Rusia y detener la ayuda al país agredido

El canciller alemán Olaf Scholz (derecha), con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, el 11 de octubre en Berlín.
El canciller alemán Olaf Scholz (derecha), con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, el 11 de octubre en Berlín.CLEMENS BILAN (EFE)
Marc Bassets

El canciller socialdemócrata, Olaf Scholz, nota la presión. El democristiano Friedrich Merz, su principal oponente y aspirante a sucederle, también. En Alemania, la extrema derecha y la izquierda populista cosechan éxitos electorales con un mensaje antibelicista y antioccidental. Empujan así a los principales partidos moderados a alejarse de Ucrania y a buscar la paz con la Rusia de Vladímir Putin.

Scholz se resiste, pese a que en su partido, el SPD, hay un sector poco entusiasta con la política de rearme militar y con el decidido apoyo a Ucrania que el canciller impuso tras la invasión de 2022. Para Merz, candidato de la CDU/CSU para las elecciones generales del 2025, también es incuestionable el anclaje de Alemania en Occidente y la OTAN.

Este consenso, sin embargo, amenaza con agrietarse. En las recientes elecciones en tres Estados de la antigua Alemania Oriental, tradicionalmente más próxima a Rusia, el partido de extrema derecha
para Alemania (AfD) y la nueva izquierda populista de Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) sumaron más del 40% de votos. Según los sondeos para las generales, estos partidos podrían rondar el 25% en todo el país.

En su programa de política exterior, AfD defiende que Alemania ejerza “un papel de puente y mediación en la región ruso-asiática” y alude como modelo a Otto von Bismarck en el siglo XIX. BSW condena las sanciones a Rusia y su líder, la carismática Sahra Wagenknecht, describe a Scholz como un “vasallo” de EE UU.

El jefe de la CDU, Friedrich Merz, el 16 de octubre en Berlín.
El jefe de la CDU, Friedrich Merz, el 16 de octubre en Berlín.CLEMENS BILAN (EFE)

“La política exterior se ha vuelto un terreno en el que se puede usar un discurso populista, y esto es nuevo”, explica Jana Puglierin, jefa en Berlín del laboratorio de ideas European Council on Foreign Relations (ECFR). El debate se simplifica: o dinero para Ucrania, o dinero para reparar puentes en Alemania. Puglierin, coautora del informe Guerra, paz y populismo: cómo los partidos extremistas de Alemania están remodelando el debate de la política exterior, resume: “En tiempos de recesión y recursos más escasos, hay un debate intenso sobre si invertir más en Ucrania o en las infraestructuras alemanas”.

A diferencia de AfD, excluida del poder por un cordón sanitario, BSW ha iniciado conversaciones con los grandes partidos moderados, SPD y CDU, para formar gobiernos en Turingia, Sajonia y Brandeburgo, los estados federados, o länder, que votaron en septiembre. Wagenknecht exige a socialdemócratas y democristianos que en el acuerdo de coalición conste la negativa a nuevos envíos de armas a Ucrania y la renuncia al estacionamiento de misiles estadounidenses en Alemania.

“Si la CDU y el SPD aceptasen, representaría un giro en la política exterior que dañaría gravemente la credibilidad de ambos partidos en toda Alemania”, ha advertido en el semanario Der Spiegel el historiador Heinrich-August Winkler. En su clásico Der lange Weg nach Westen (El largo camino hacia Occidente), Winkler cuenta la historia de su país como el de una pugna entre las tendencias orientales y occidentales, que se resuelve con el anclaje occidental tras la reunificación en 1990. Respecto al posible acuerdo en los länder orientales, escribe: “Daría al agresor Putin un triunfo en el que hasta no podía ni soñar. Estaría más cerca de su objetivo estratégico, provocar la ruptura de Alemania con el campo occidental”.

Los tres presidentes de los länder orientales, dos de democristianos y un socialdemócrata, publicaron hace unos días un artículo en el Frankfurter Allgemeine Zeitung titulado Queremos un papel diplomático más activo de Alemania. Y se puso en marcha la máquina de las especulaciones: ¿había logrado Wagenknecht torcer el brazo a los grandes partidos? “Alemania puede y debe, como en décadas pasadas hicieron políticos como Helmut Kohl, Willy Brandt y Hans-Dietrich Genscher, actuar con más fuerza como mediadora”, escribieron los presidentes Michael Kretschmer, Mario Voigt y Dietmar Woidke. Wagenknecht aplaudió: “Una contribución inteligente y distinta”.

La idea del artículo era que existía un consenso alemán, supuestamente el del socialdemócrata Willy Brandt, el democristiano Helmut Kohl y el liberal Hans-Dietrich Genscher, para mantener una cierta equidistancia entre Occidente y Rusia. Este consenso se habría roto en 2022, cuando Scholz anunció un aumento del gasto militar y acabó con la dependencia energética de Moscú. Según Puglierin, del ECFR, el consenso que puede romperse es otro: el que, desde la reunificación, imperaba en favor de la integración europea y la OTAN.

“Ahora hay una situación nueva”, dice Puglierin, “en la que AfD, y en especial BSW, ofrecen una política exterior que cuestiona este consenso fundamental, tanto en lo que se refiere al vínculo con Occidente —la OTAN y la relación con EE UU— como a la dimensión europea”.

Pese a las críticas a Scholz por sus dudas en intensificar la implicación militar, Alemania es el segundo país que más ayuda a Ucrania, solo por detrás de Estados Unidos. ¿Se romperá el consenso? Podría romperse por Washington: mucho dependerá de las elecciones de noviembre. Y las de septiembre en Alemania. Algo hay seguro: Ucrania será tema de campaña.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).
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