Merz intenta reemplazar a Macron al timón de Europa
El canciller alemán, pese a su fragilidad interna, impulsa iniciativas internacionales mientras se debilita la figura el presidente francés


Friedrich Merz se está apropiando del sillón virtual del poder europeo en el que durante años se sentó Emmanuel Macron. La cumbre sobre el futuro de Ucrania celebrada el domingo y lunes en Berlín ha reforzado el liderazgo del canciller alemán y ha ofrecido señales del desdibujamiento del presidente francés.
Con el ímpetu de la novedad en el cargo y la credibilidad que le da un presupuesto militar sin límite, el democristiano Merz multiplica las iniciativas en la Unión Europea y la diplomacia internacional. Se consolida, al mismo tiempo, como un interlocutor privilegiado del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Y esto, en un momento de máxima hostilidad de la Administración estadounidense hacia la Unión Europea y de una amenaza rusa que podría llevar a un choque directo ante del fin de la década, según dirigentes políticos y militares.
Merz no podrá liderar solo, y necesitará aliados. En casa, además, afronta problemas que lastran su acción internacional, desde el ascenso de la extrema derecha, que ya le supera en algunos sondeos, al estancamiento económico y las divisiones en su coalición con los socialdemócratas.
Pero es significativo el contraste con Macron. El presidente francés, que se puso al frente de Europa tras conquistar el poder en 2017 con discursos visionarios y la audacia de su juventud, encara el último año y medio de su mandato con una situación interna precaria, las cuentas públicas descontroladas y la perspectiva de que en el Elíseo le suceda la extrema derecha.
Macron sigue pesando en la UE, y al ser Francia el único país del club con la bomba atómica, posee un músculo militar inigualable. Pero en cuestiones como el acuerdo comercial con Mercosur o el futuro avión de combate franco-germano-español aparece ante los socios europeos, o al menos los alemanes, como un obstáculo para muchos avances.
“El momento del liderazgo de Merz ha llegado”, dice Joseph de Weck, del laboratorio de ideas Institut Montaigne y autor de Macron: Der revolutionäre Präsident (Macron, el presidente revolucionario). Un factor decisivo, según De Weck, es la adopción el pasado invierno en el Bundestag de una reforma constitucional que elimina los topes presupuestarios para el gasto militar. “A medio plazo”, dice, “el ejército alemán será el más grande de Europa”. La misma reforma prevé un plan de inversiones masivas que otorgan al canciller un margen para gastar que ningún otro país europeo tiene. “La capacidad financiera de Alemania es algo que impresiona a Trump”, añade.
La prensa alemana, habitualmente crítica con el canciller, ahora le dedica encendidos elogios. El lunes, el sensacionalista Bild se maravillaba enfática y patrióticamente: “Pero, ¿cómo ha logrado este éxito?”. Se refería a la convocatoria en Berlín del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, y los dos emisarios de Trump, Steve Witkoff y el yerno del republicano, Jared Kushner, además de los principales líderes europeos. La crónica subrayaba que, según los planes iniciales, el sábado deberían haberse reunido Witkoff y Kushner con los negociadores europeos en París, escenario habitual de este tipo de reuniones diplomáticas. A última hora la reunión se canceló, en favor de Berlín. Según Le Monde, el cambio “molestó” en Francia. Quizá por esto, hasta la tarde del lunes, el Elíseo no anunció oficialmente que Macron participaría en la cumbre de Berlín. Un símbolo del desplazamiento del centro de gravedad.
“Hemos vivido estos últimos días una gran dinámica diplomática, quizá la mayor desde el inicio de la guerra [en Ucrania], el 24 de febrero de 2022”, celebró Merz, en una rueda de prensa junto a Zelenski. “Ahora tenemos la oportunidad de que haya un verdadero proceso de paz para Ucrania. La semilla todavía es pequeña, pero la oportunidad es real”. Merz y Zelenski anunciaron que Witkoff y Kushner habían ofrecido a Ucrania garantías de seguridad suficientes para detener un ataque de Rusia tras un futuro alto el fuego. Los líderes europeos acordaron después el envío a Ucrania, una vez alcanzada la paz, de una fuerza multinacional respaldada por EE UU.
Pero lo acordado en Berlín es frágil, y vago. El presidente ruso, Vladímir Putin, dice no al alto el fuego. El compromiso de Trump es, como siempre, volátil (y ni siquiera los actuales miembros de la OTAN consideran del todo fiable el paraguas estadounidense; ¿qué valdrá para Ucrania?). Incluso en Alemania se insinúa un debate sobre si tropas de este país deberían integrar la todavía hipotética fuerza multinacional.
También son considerables los riesgos que rodean otra iniciativa reciente de Merz: el uso de los fondos congelados de Rusia en la UE para financiar a Ucrania. Aunque en Bruselas ya llevaba meses discutiéndose, fue un artículo del canciller en el diario Financial Times, en septiembre, el que puso en marcha el debate. Que lo propusiese unilateralmente ―no en un foro oficial, no junto a Macron u otros líderes― dice mucho de su estilo, brusco e intempestivo. Actúa en este caso como motor europeo, sí, pero con ese estilo tan suyo, que suele meterle en problemas. Ahora hay resistencias en Bélgica y otros países, y no es seguro, pese a la confianza que exhibe el entorno del canciller, que logre convencerlos.
“Ahora es Merz quien toma la iniciativa. Es Merz quien asume los riesgos, y puede asumirlos porque es creíble ante el resto de europeos. Es el hombre del futuro”, afirma De Weck. “Una promesa de Macron ya no se sostiene tanto, porque, ¿quién sabe quién estará en el Elíseo en 18 meses?”.
Hay otro riesgo en el incipiente liderazgo de Merz, y es Trump. El canciller alemán transita, como otros colegas europeos, por la línea fina entre la adulación y la defensa de los propios intereses. Mientras tanto, EE UU lanza torpedos contra la UE y la democracia liberal. Lo hace con documentos como la Estrategia de Seguridad Nacional, que acusa a los gobernantes de la UE como Merz de “subversión del proceso democrático” e incita a los partidos de extrema derecha a la “resistencia”.
Puede sonar a declaración de guerra política. Pero ahí estaban, el lunes en Berlín, Witkoff y Kushner, miembros del círculo íntimo de Trump, junto a Merz y otros líderes europeos, unidos y sonrientes. Guerra y paz... ¿Todo en orden?
La respuesta de Merz es clara: nada será igual y ahora se trata de que la transición al nuevo mundo sea lo menos dolorosa posible. “Trump no apareció de la noche al día y no desaparecerá de la noche al día. Puede ser que con su sucesor o sucesora sea más difícil”, avisa. “Las décadas de la pax americana han terminado”.
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