Trump pone a la UE ante su mayor temor: la injerencia política de su gran aliado
Estados Unidos abre la guerra cultural e ideológica contra la Europa liberal

El tiempo de armonía en las relaciones transatlánticas terminó. Para los Estados Unidos de Donald Trump, Europa, el proyecto de valores y defensa del orden multilateral basado en reglas, es un adversario. Uno que hay que tratar de reconducir para que camine hacia la vía iliberal y reaccionaria que marca el trumpismo y que siguen sus aliados europeos, los Caballos de Troya ultras, nacionalpopulistas y euroescépticos que buscan dinamitar a la Unión Europea desde dentro y a quienes, en su nueva estrategia de seguridad nacional, Washington —que los denomina partidos y formaciones políticas “patrióticas”— se marca como objetivo impulsar. Una promesa de interferencia, de intromisión en la soberanía europea, que podría sonar propia de autocracias como Rusia o China (aunque con toda probabilidad no harían públicas sus intenciones) más que del histórico aliado que ya no lo es.
El documento, hecho público en la madrugada del jueves al viernes, marca las líneas maestras de la Administración del magnate republicano ante los desafíos geopolíticos para EEUU y a nivel global. Llega en un tiempo en el que las relaciones entre EE UU y Europa están en horas muy bajas, con la guerra comercial y después de que Washington haya escorado al Viejo Continente de la negociación para poner fin a la guerra de Rusia contra Ucrania. Y deja muy claro su libro de jugadas. “Nuestro objetivo debería ser ayudar a Europa a corregir su trayectoria actual”, dice. Y eso implica “cultivar la resistencia” sigue.
Algo que, por otra parte, ya ha hecho Washington históricamente. Como durante la Guerra Fría. “La diferencia es que entonces se hacía en aras de valores democráticos”, apunta Ian Lesser, investigador distinguido del German Marshall Fund, que señala también que la estrategia marca la preferencia de Trump por tratar y negociar con personas, partidos o gobiernos en particular y no con organizaciones y entidades, como la UE.
El divide y vencerás de toda la vida que pretende restar fuerza al bloque de 27 países y 450 millones de habitantes. Debilitar a la UE, como ya intentó antes Rusia, de cuyas formas tiene reminiscencia el documento de la Administración estadounidense, que parece tener más afinidad por el Kremlin que por Bruselas.
Ahora, Trump está aprovechando su poder y su expansión en las redes sociales para impulsar a los partidos cercanos al ideario MAGA (Make America Great Again). Ultras como Alternativa por Alemania, a quien el presidente estadounidense dio su respaldo en las elecciones del año pasado. También sus tecnoligarcas se están afanando por golear una Europa a su medida o a la de los beneficios para sus negocios, con menos regulación y menos protección de los consumidores y los datos. Y están usando el chantaje para conseguirlo, al sugerir que podrían recalibrar su política de aranceles si Europa rebaja sus reglas tecnológicas, recuerda una alta fuente comunitaria.
La estrategia de seguridad nacional es toda una declaración escrita de guerra cultural. Muy en línea con lo que el vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, lanzó en la conferencia de seguridad de Múnich, el pasado febrero. Su discurso —en el que aseguró que la libertad de expresión “está bajo ataque en Europa”— conmocionó a quienes aún se creían sus aliados, que debieron haber constatado entonces que las cosas han cambiado.
Todavía hay, sin embargo, quien tiene esperanza. Al menos públicamente. “Estados Unidos sigue siendo nuestro mayor aliado”, dijo el sábado la alta representante para Política Exterior y Seguridad, Kaja Kallas, en el Doha Forum, en Qatar. “No siempre hemos coincidido en diferentes temas, pero el principio general sigue ahí: somos los mayores aliados, y deberíamos permanecer juntos”, afirmó la jefa de la diplomacia europea.
“Queridos amigos estadounidenses, Europa es su mejor aliado, no su problema”, ha remarcado el primer ministro polaco, Donald Tusk. “Y tenemos enemigos comunes. Al menos así ha sido en los últimos 80 años. Debemos mantenernos firmes en esto; esta es la única estrategia razonable para nuestra seguridad común. Al menos que algo haya cambiado”, ha añadido en la red social X de Elon Musk, que día sí y día también se dedica a lanzar soflamas contra las democracias europeas y su regulación.
Para Mujtaba Rahman, coordinador de la unidad de la UE en Eurasia, la consultora de análisis de riesgos político, el documento de la Administración estadounidense confirma los mayores temores de muchas capitales europeas. Claro que eran conscientes del viraje en el apoyo a Ucrania, el replanteamiento de la OTAN o la guerra comercial, pero temían sobre todo al choque ideológico, apunta este analista: “Esta estrategia hace explícita esa política, el deseo MAGA de trabajar con aliados en los Estados miembros, de apoyar a los partidos de extrema derecha para ayudar a derrocar al gobierno en el poder”, apunta por teléfono.
“Esto un problema estratégico importante, porque no hay una buena respuesta a cómo los europeos pueden abordar las inclinaciones políticas de la administración. Juega con el temor más importante que los Estados miembros han tenido sobre la Administración estadounidense”, insiste.
Para Rahman, manejar este tipo de interferencia en la política interna, la que procede de un supuesto aliado, y más si es Estados Unidos, es mucho más difícil que las que proceden de países hostiles. “La interferencia electoral por parte de Rusia se ha convertido en la norma. Es algo previsible y, por supuesto, indeseable, pero cuando proviene de un aliado, de un país que se supone que es el garante de la seguridad europea, se trata de una situación completamente diferente y mucho más problemática”.
“La estrategia es la confirmación definitiva, por si la necesitábamos, de que Estados Unidos nos considera, a la democracia liberal y la integración europea, como adversarios”, asevera en conversación telefónica Nathalie Tocci, directora del Istituto Affari Internazionali y profesora en la Universidad John Hopkins. Para poder actuar, Europa debe aceptar de una vez la realidad de ese divorcio que a algunos les está costando asumir, sostiene. “Trump no es impredecible, inconsistente ni incoherente. De hecho es extremadamente coherente, consistente y predecible en lo que respecta a Europa: quiere destruirnos”, afirma Tocci.
“Debemos ser extremadamente cautelosos en la forma en la que hemos abordado nuestras debilidades, por ejemplo, en defensa, al aumentar nuestra dependencia de EE UU. Si nos consideran adversarios, ahora no es lo más sensato del mundo”, señala la experta, que cree que es muy difícil reducir esas vulnerabilidades y dependencias a corto plazo pero que deben abordarse definitivamente. “A veces, como europeos, deberíamos dar un paso atrás y reflexionar: si hay países mucho más pequeños, mucho más débiles, mucho más pobres que nosotros y con mucha más capacidad de acción que Europa, quizá nuestro principal problema sea psicológico más que de capacidades. Y ese es el nivel en el que deberíamos trabajar”, remata Tocci.
“La Estrategia de Seguridad Nacional de EE UU es una evidencia clara y da abundantes argumentos de por qué Europa necesita construir rápidamente su propia independencia de defensa y su propia Independencia Geopolítica”, ha dicho este sábado en las redes sociales el comisario europeo de Defensa, el lituano Andrius Kubilius. “Tenemos la estrategia de preparación para la defensa, una hoja de ruta para nuestra independencia defensiva. Necesitamos la misma para nuestra independencia geopolítica”, ha añadido.
En Bruselas, más de uno confiaba el viernes —después de leer el documento y recuperados del susto de ver en negro sobre blanco lo que ya sabían de la Administración estadounidense—, en que esto sea una sacudida que lleve a dejar de albergar esperanzas acerca de una Casa Blanca más manejable (o menos hostil) a quien todavía las tenía. Y a partir de ahí, quienes toman las decisiones pasen a la acción. Hans Kribbe, investigador senior y fundador del Instituto Geopolítico de Bruselas, le resume así: “Este documento debería centrar a los europeos en la cuestión geopolítica que realmente importa: ¿queremos ser Estados vasallos o un continente libre que busca sus propios intereses?”
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