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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa reacciona

Bruselas ha roto el tabú del gasto en defensa tras el acercamiento de Trump a Putin. Ahora les toca a los Veintisiete asumir ese impulso

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante su declaración este martes en Bruselas.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante su declaración este martes en Bruselas.OLIVIER MATTHYS (EFE)
El País

“Estamos en una era de rearme”. “Vivimos en tiempos extraordinarios”. Estas expresiones las ha pronunciado en las últimas semanas la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para explicar por qué es necesario aumentar considerablemente el presupuesto de defensa en un continente que convirtió este debate en anatema después de padecer dos contiendas mundiales y su trauma posterior, la Guerra Fría. No le falta razón a la exministra de Defensa alemana: los “tiempos extraordinarios” llegaron cuando, tras anexionarse Crimea sin mayor resistencia en 2014, Rusia invadió Ucrania en 2022. Y solo es ahora —una vez que Donald Trump ha roto el vínculo transatlántico para rehabilitar a la potencia agresora— cuando cunde en la UE, sus Estados miembros y su conglomerado institucional la urgencia de abordar en solitario su propia seguridad.

Bruselas dio este martes el primer paso de la integración en uno de los capítulos más espinosos para la Unión. Von der Leyen desplegó un plan de rearme para movilizar 800.000 millones de euros, un aperitivo de lo que puede venir si los socios de la UE comparten esa sensación de urgencia de la Comisión. Y emite un doble mensaje: ante la agitación del trumpismo, la Europa de la defensa está en marcha; de cara a Rusia, asegura la posición de Ucrania en una futura negociación. La parte del león de ese paquete es una invitación a los Estados para que gasten hasta 650.000 millones del total previsto. Bruselas plantea suspender las reglas fiscales. De esa manera, los gobiernos pueden invertir sin temor al castigo de la Comisión si superan el déficit del 3% del PIB. Sin embargo, eso no garantiza que se alcance tal cifra: no todos los países tienen el mismo músculo fiscal ni comparten la misma sensación de premura. España o Italia, por ejemplo, no tienen el margen de Alemania o Países Bajos, no gastan el porcentaje de PIB que pide la OTAN y están además mucho más lejos del frente.

El resto del dinero, que asciende a 150.000 millones, permitirá conceder préstamos a los países respaldados por el presupuesto europeo: con deuda comunitarizada. Ahí habrá casi 100.000 millones en los préstamos no gastados de los fondos Next Generation, junto con otras partidas recicladas, como por ejemplo fondos estructurales en principio destinados a I+D+i y movilidad. El objetivo es usar ese dinero para compras conjuntas —defensa aérea y antimisiles, sistemas de artillería, IA y guerra electrónica— y apuntalar con ello grandes proyectos paneuropeos.

Más allá de los números, el plan de la Comisión contiene elementos muy positivos. Por primera vez se plantea la emisión de bonos conjuntos para financiar gasto militar y, con ello, se sienta un precedente para futuras inversiones de otro tipo, lo que supone un mensaje político de primer nivel en puertas de una cumbre europea, la de mañana, fundamental para cuajar una respuesta convincente. Pero sobre todo es un mensaje político de primer nivel: transmite que, por fin, la UE se toma en serio su seguridad.

Falta ahora que los líderes europeos tomen el testigo para profundizar en la propuesta de la Comisión con medidas como la puesta en común de las capacidades nacionales de defensa para que todas ellas sean compatibles. La decisión anunciada por EE UU de suspender la ayuda militar a Ucrania debería bastar como acicate para que no decaigan ni el impulso ni la voluntad política que precisan estos tiempos extraordinarios. Y más allá de la emergencia ucrania, este momento debe medir la ambición europea para liderar la defensa de un orden internacional basado en reglas reconocibles y reconocidas por todos.

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