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Columna
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Menuda papeleta

El PSOE ha dejado a sus votantes el reto de convencerse de que amnistiar a quienes han metido la zarpa en el bolsillo de los españoles es lo mejor para el país

El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante su comparecencia de este jueves en Bruselas.
El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante su comparecencia de este jueves en Bruselas.OLIVIER MATTHYS (EFE)
Ana Iris Simón

Pienso en Javier Cercas, que firmó una tribuna en este diario en la que aseguraba que no habría amnistía. Que Pedro Sánchez demostraría que “es más importante el futuro de la democracia que el presente del poder”. La tesis central de su exposición ha fallado, pero el resto sigue vigente, pues el texto explicaba magistralmente por qué la amnistía es una vergüenza.

Pienso en mis amigos que votaron por el PSOE, pues los que lo hicieron por Sumar ya sabían a qué se atenían en lo que respecta a este asunto: la postura del partido siempre ha sido la de criticar con mucho tino la secesión de los ricos —que no quieran contribuir a la hacienda común, que roben lo que es de todos—, pero mostrarse serviles cuando esos ricos enmascaran sus triquiñuelas en la autodeterminación o el derecho a decidir. Pienso en un familiar al que acompañé a votar y al que traté de convencer de que no lo hiciera por el PSOE. De que en el sobre estaba metiendo la traición a los trabajadores, a la izquierda antibelicista y a los saharauis. No sabíamos entonces que también estaba metiendo la traición al principio de igualdad ante la ley.

Pienso en todos ellos y en que menuda papeleta. No la que introdujeron en el sobre, sino la que el PSOE les ha dejado como contrapartida: tratar de convencerse de que amnistiar a quienes han metido la zarpa en el bolsillo de los españoles es lo mejor para España. La papeleta de intentar creerse que la decisión de amnistiar a los delincuentes se toma ahora y no en cualquier otro momento por la paz social, cuando lo que estamos viendo es justo lo contrario: que los independentistas, que andaban de capa caída en calles y urnas, han recibido, además de una palmadita en la espalda por sus delitos, un soplo de aire fresco. Quien también se verá revitalizado con esta decisión, por cierto, será el partido que más tajada sacó de la revolución de los balcones en 2017: Vox.

Pero volvamos al PSOE, que les ha dejado a sus simpatizantes la papeleta de hacer cabriolas argumentales curiosas, como la de Jordi Évole, que dice que cómo no va a estar bien la amnistía, si la elogia incluso el boletín del neoliberalismo anglo, el Financial Times. La papeleta de justificar perdonarle la malversación a la derecha rancia catalana para no ir a unas elecciones en las que podría gobernar la derecha rancia española. De hacer como que Pedro Sánchez no dijo hace un año que la amnistía no era una opción, y de creerse que por algún motivo que no sabe concretar muy bien, de repente es necesaria para la concordia.

La papeleta de repetir la falacia de que lo importante no es la amnistía, sino la sanidad o la educación, y que por eso no han protestado nunca “los cayetanos”. Como si a Puigdemont y sus secuaces se les hubiera juzgado por pensar distinto y no por delitos de corrupción o malversación de fondos públicos; como si la corrupción y la malversación de fondos públicos no tuvieran que ver con la sanidad o la educación, con lo que es de todos, con la solidaridad interterritorial. La anomalía no es que “los cayetanos” protesten solo ahora, sino que la mayoría de la izquierda propicie, aplauda o asista impasible a que las élites nacionalistas catalanas vayan a ser amnistiadas por sisar dinero de los trabajadores españoles.

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Sobre la firma

Ana Iris Simón
Ana Iris Simón es de Campo de Criptana (Ciudad Real), comenzó su andadura como periodista primero en 'Telva' y luego en 'Vice España'. Ha colaborado en 'La Ventana' de la Cadena SER y ha trabajado para Playz de RTVE. Su primer libro es 'Feria' (Círculo de Tiza). En EL PAÍS firma artículos de opinión.

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