Infantilismo y barbarie
Los lectores escriben sobre los ataques de activistas climáticos a obras de arte, la fuga de médicos, el precio del alquiler y la vida en redes sociales
Cada día que pasa es más desconcertante, por lo absurdo e inopinado, las formas de provocar y llamar la atención de un conjunto de ONG y sus jóvenes acólitos que atacan —en pos de la defensa del medio ambiente— obras de arte y espacios museísticos. Me pregunto desde qué parámetro, teoría o terapia se podría entender la conducta de estos jóvenes que son llevados a destruir el más grande ejemplo de sensibilidad humana posible: una obra de arte. El patrimonio intemporal que nos ofrecen los museos son para el goce y disfrute de la sociedad que ellos mismos dicen defender. Me cuestiono si estos jóvenes no saben —en el caso del ataque en el Prado—, que sus abuelos arriesgaron sus vidas para salvar de las hordas bárbaras de nazis, fascistas y nacionales esas grandes obras durante la Guerra Civil. Me queda el consuelo y la esperanza de que la ley actúe para castigar y prevenir los actos de vandalismo de estos nuevos bárbaros, que se me figuran marionetas enredadas en una tela de araña, cuyos oscuros y tenebrosos hilos nefastas manos tejen.
Ezequiel Martin Barakat. Cádiz
¿Por qué se van?
En 2006, EL PAÍS publicó una carta que había enviado como respuesta a una noticia sobre el aumento de estudiantes de Medicina para paliar la falta de médicos. Mostraba mi escepticismo sobre la medida, debido a que el médico, ya entonces, se enfrentaba al mercado laboral de la UE, que ofrecía estabilidad, una carga de trabajo adecuada a la responsabilidad y unos honorarios muy superiores. Hoy, 16 años después, la situación me ha dado la razón. Este periódico se ha hecho eco de la fuga de al menos 18.000 especialistas en 10 años y se ha puesto el ejemplo de dos facultativos que se van a Irlanda. El sistema actual no funciona y el aumento del número de estudiantes de Medicina no va a resolver el problema. Hay que pensar por qué se marchan, y eso lleva tiempo, diálogo y recursos.
Emilio Martín Mola. Madrid
Queremos independizarnos
Me independicé hace tres años y no he parado de mudarme de un piso de alquiler a otro. Esto me ha permitido ver la realidad de los pisos de alquiler y lo complicado que está hoy por hoy el panorama. Las condiciones de las agencias son muy duras: en el mejor de los casos, “solo” te piden dos meses de fianza, más el mes en curso, más los honorarios de la agencia. Más que un alquiler parece un pozo sin fondo. Y eso si es que te lo puedes permitir, porque en las grandes capitales el precio de los alquileres está por las nubes. ¿Y tienes animales? ¡Ni lo intentes! El piso no te lo van a dar. No, no es que los jóvenes no queramos independizarnos; es que la precariedad laboral y el elevado precio de los alquileres no nos dejan.
Andrea Duarte Campaña. Badalona (Barcelona)
La vida en las redes
Con internet y las redes sociales tenemos la sensación de relacionarnos, informarnos e incluso de que protestamos. Pero todo ocurre en un medio superficial, consumista y no del todo real. Tal vez, la esperanza que reclamaba el filósofo Byung-Chul Han el domingo en Ideas resida en darnos cuenta de que si volvemos a relacionarnos con nuestro medio y nuestros semejantes de una forma más auténtica, no solo tendremos una vida más económica y sostenible, sino que probablemente sea mucho más libre y satisfactoria.
Juan Luis Roldán Calzado. Madrid
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.