Lejos del apocalipsis económico
Las cifras sobre crecimiento e inflación que ha dado la Comisión Europea alejan por el momento el fantasma de la recesión
Las nuevas previsiones económicas de la Comisión Europea, elaboradas específicamente para actualizar la situación generada por la guerra de Ucrania, apuntan a una desaceleración del PIB de la Unión y de la eurozona, debida a los persistentes efectos de la contienda sobre los precios y la actividad económica. La rebaja de las previsiones supone que, frente al crecimiento estimado en primavera, que apuntaba hacia un 2,7% del PIB en 2022, se rebaja este al 2,3%. La caída del crecimiento esperado es todavía mayor para 2023, ya que en primavera de este año se calculaba que sería del 2,3% para 2023 y en las nuevas previsiones se ha reducido hasta el 1,5%. De esta manera, la Comisión confirma la fuerte desaceleración pero no atisba en el horizonte un escenario de recesión, ni para el conjunto de la Unión ni para la eurozona. La actualización reconoce también que los precios van a continuar con un fuerte crecimiento para todo 2022, con una inflación promedio de 8,3%, y que comenzarán a moderarse en 2023, donde prevé una media del 4,6%. En definitiva, las previsiones apuntan a un empeoramiento de la situación económica del continente, pero todavía con un crecimiento robusto en los próximos trimestres, siempre condicionado a las fuertes incertidumbres que está generando la evolución de la situación en Ucrania y los efectos de las sanciones europeas sobre Rusia.
Para España, la Comisión estima todavía un crecimiento anual del 4%, por encima de la media, si bien con algunas décimas menos del previsto por el Gobierno. Pese a esta rebaja, España se sitúa entre los países que crecerán más del continente. La inflación media que prevé es de un 8,1% en 2022 y de un 3,1% en 2023, de manera que, según estas estimaciones, deberíamos esperar cierta moderación en el aumento de los precios en la segunda parte del año. No son, en definitiva, buenas noticias, pues la evolución de la guerra rebaja las fuertes expectativas que manteníamos para 2022 y, en menor grado, para 2023, pero de nuevo, alejan el fantasma de la recesión, al menos por ahora, y permiten atisbar un horizonte de cierta estabilización en el medio y largo plazo.
Sin duda, hay que tener en cuenta que las incertidumbres son máximas y que el devenir de la situación bélica y geopolítica, con la creciente amenaza del corte de suministro del gas por parte de Rusia, puede empeorar mucho las cosas, pero los indicadores de la Comisión deberían servir para rebajar la ansiedad anticipatoria que nos invade, encuadrar adecuadamente los retos que tenemos por delante y desmentir los mensajes que, quizá de una manera un tanto interesada e irresponsable, apuntan a una profunda crisis económica para nuestro país. Con las salvedades propias de la actual incertidumbre, lo razonable es esperar, viendo la situación actual de los acontecimientos, que el panorama económico se despeje, aunque sea ligeramente, en los próximos meses.
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