Me cuidan mis amigas: tres novelas sobre la amistad entre mujeres
Cada vez que se grita “El Estado no me cuida; me cuidan mis amigas”, se señala la ausencia y la presencia. Los policías juzgan, los jueces ignoran, los fiscales se tapan los ojos. Las amigas, en cambio, escuchan, acompañan, aconsejan
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La frase es al mismo tiempo una denuncia a quienes no han estado y un reconocimiento a quienes sí. Cada vez que se grita y se repite mil veces en una marcha feminista aquel canto, “El Estado no me cuida; me cuidan mis amigas”, se señala la ausencia y la presencia. En México se estima que hay 10 feminicidios diarios y una descarada impunidad: 95% de los casos no se resuelven. Los policías juzgan, los jueces ignoran, los fiscales se tapan los ojos. Las amigas, en cambio, escuchan, acompañan, aconsejan. Las amigas reciben una llamada de alerta antes que la policía y ellas son esos mensajes de texto preguntando “¿llegaste bien a tu casa?”, mientras que un abogado pregunta “¿qué llevaba puesto esa noche?”. Tres novelas recientes, de tres autoras mexicanas, son un homenaje a ellas, las amigas que nos mantienen vivas.
Tu lengua en mi boca, de Luisa Reyes Retana (Random House) es una novela que ocurre en Torreón donde un grupo de cuatro chicas se reúne en las noches para leer poesía juntas y criticar a los hombres que han dominado la lengua. “Creíamos que los poetas tenían noventa años y eran varones con nombres mamones y una sola morra de hace varios siglos”, dice una de ellas (la ‘morra’ es Sor Juana Inés de la Cruz). La vida fuera de ese pequeño grupo es desolador: en la trama hay una profesora desaparecida misteriosamente o un pandillero que amenaza la vida de dos de las chicas. Pero en el libro la amistad es, lo describe una de ellas, “como una casa de puertas pesadas y rejas bien altas, en la que se resguardaba el mundo”. Para otra es “el único lugar en el que me siento yo misma”. Es precisamente con mensajes de texto que intentan salvar la vida de una de ellas, Babis, cuyo hermano está dispuesto a matarla. “Somos una; nadie podrá distinguirnos cuando estemos muertas”, les escribe Babis, en un poema, que les manda con su móvil.
¿Qué pasa si las amigas se van? “El vacío absoluto” piensa Lucía, la protagonista de una novela titulada Sensación Térmica, de Mayte López (Libros del Asteroide). Para ella, una joven en crisis, la amistad es alguien que “respeta los silencios”, que escucha cuando se quiere hablar pero “no insiste si nota que prefiere quedarse callada”. Lucía es mexicana pero estudia un posgrado en Nueva York, donde conoce a Juliana, una colombiana que tiene una relación violenta con un profesor. “¿Qué nombre se le da a ir desapareciendo a alguien de a poquito, a quitarla del medio con episodios?”, se pregunta Lucía cuando ve el riesgo mortal que corre su amiga. “¿Por qué no cuenta como crimen aniquilar a una mujer a cuentagotas, descuartizarle la moral y la autoestima en cómodas entregas?” Ser testigo del peligro que vive Juliana genera un retorno a la infancia para Lucía, que ve reflejada en su amiga la trágica historia de su madre: Dalia, golpeada por su padre por años. Como dice otro canto, si nos tocan a una, nos tocan a todas.
La amistad entre Mila, Dalia y Citlali es un lugar seguro en Punto de cruz (Almadía, 2021), de Jazmina Barrera. La muerte inesperada de una de ellas al comienzo de la novela origina un relato en el que la autora entrelaza varios tiempos para explorar la amistad de las tres chicas. En la adolescencia, ese tiempo al que vuelve Barrera, las amigas comparten viajes, lecturas y sesiones silenciosas de bordado. Cuando se alejan, su vínculo sigue siendo como un espacio de cuidado dentro de una sociedad atravesada por violencias. La novelista teje el texto con fragmentos ensayísticos sobre el bordado, una actividad que ha “liberado y constreñido” a las mujeres en diferentes épocas, como escribe Margo Glantz en un texto citado por Barrera. “En el bordado se reproducen, se comparten, se regalan y se enseñan patrones y puntadas”, dice la narradora de Punto de cruz. “Al ser relegado a la categoría de ‘manualidad’ o ‘artesanía’, el bordado se salvó de la ridícula idea de originalidad que rige el canon masculino del arte occidental. Pasa lo mismo con mucha literatura escrita por mujeres, tomamos prestadas palabras de otras mujeres para que nos ayuden a expresarnos o por el puro gusto de compartirlas”.
Decía Simone de Beauvoir, cuando recordaba a una amiga de su infancia, que esta fue de las primeras personas que le enseñó “la alegría de amar, el deleite en un intercambio intelectual, y el poder contar diariamente con una alianza íntima”. El año pasado se publicó su novela inédita sobre la amistad entre dos amigas, titulada Inseparable, en el que en un momento un amiga le confiesa a la otra “yo hubiera renunciado a lo que fuera por no perderte”. El Estado en México y América Latina nos pierde cualquier día. Las amigas, en cambio, nos encuentran.
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Unas sugerencias:
📸 Un proyecto
Gladys Serrano, fotógrafa y videógrafa de EL PAÍS América, recomienda Casa Garita, un proyecto autogestivo en la periferia de la ciudad de Oaxaca, en el municipio de Santa Cruz Xoxocotlán, México. Este espacio, liderado por Alexia Zuñiga y Víctor Morales, alberga desde 2017 tres iniciativas: Garita-Ex, residencias artísticas y Editora T-Error. En este lugar se realizan exposiciones, se publican libros y se imparten talleres dirigidos principalmente a mujeres que habitan en la zona. Casa Garita está ubicada en un punto geográfico donde convergen distintas comunidades indígenas. Las actividades económicas, concentradas en la ciudad de Oaxaca, hacen de Xoxocotlán un lugar con poca oferta cultural para sus habitantes.
👩👩 Un colectivo
Nunca madres. Es un espacio virtual, que a menudo hace conversaciones en vivo para hablar de la no maternidad, de las mujeres que deciden llevar sus vidas sin la experiencia de tener hijos. Liderado por la mexicana Irán Sosa y la colombiana Isabel Firecracker, este proyecto busca desvirtuar los mitos alrededor de la decisión de no ser madre y acompañar a quienes optan por este camino. Ambas, que han estudiado el movimiento childfree -tan malentendido y poco debatido en nuestra región-, generan reflexiones sobre cómo puede ser la vida de las mujeres más allá de procrear. Las integrantes de Nunca madres comparten lecturas y dan consejos para afrontar las típicas preguntas sobre la maternidad que acechan a las mujeres sobre todo después de cierta edad.
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