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Más de cuatro millones de mujeres siguen sin trabajo desde la pandemia en Latinoamérica

La covid-19 ha hecho retroceder 15 años los avances en materia de género en la región. La informalidad, la sobrecarga de los cuidados y las tasas de desocupación han reabierto brechas de desigualdad “muy alarmantes”, según la OIT

Gisele Xianam Zoró recolecta castañas de Brasil, el 12 de enero de 2020, en Juruena (Brasil).
Gisele Xianam Zoró recolecta castañas de Brasil, el 12 de enero de 2020, en Juruena (Brasil).Fred Rahal Mauro (P4F)
Noor Mahtani

Quince años. Ese es el retroceso que estiman los expertos ha provocado la pandemia en el panorama laboral de las mujeres de Latinoamérica y el Caribe. De los 23,6 millones de puestos de trabajo que perdieron ellas en el peor momento de la crisis el segundo trimestre de 2020, a fines de 2021 aún faltaban por recuperar unos 4,2 millones. Los 26 millones de hombres que se quedaron desempleados en la covid, sin embargo, ya han vuelto “prácticamente todos” a sus puestos de trabajo, según los últimos datos publicados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la semana pasada. Los cuidados, la informalidad y las tasas previas de desocupación están detrás de unas brechas de género que solo crecen.

Cuando Vinícius Pinheiro, director regional de OIT para América Latina y el Caribe, habla de desigualdad, hace mención a cuatro brechas y no una, la salarial, que es la más conocida (y que ya ronda el 23% en la región). “Está la de participación en la fuerza de trabajo, la de desempleo, la salarial y la de las condiciones en las que entran al mercado laboral. Son cuatro y son muy importantes”, explica mediante una videollamada. Antes de la pandemia ya eran desgarradoras. “El gran efecto de esta crisis, a diferencia de otras como la del 2008, fue la salida masiva de la fuerza de trabajo. Perdimos casi 5,8 puntos porcentuales de 2019 a 2020. Esos son 49 millones de empleos entre ambos sexos”.

La diferencia, según el brasileño, es la estructura de inequidad que ya existía y que las relegaba a los trabajos más informales y al sector de los servicios; el más afectado y de más lenta recuperación. “Conforme se expande la vacunación y se empiezan a llevar a cabo políticas de bioseguridad, todo está volviendo a la normalidad, pero aún no del todo. Las más afectadas y estancadas siguen siendo ellas. Es una reparación desigual”.

Las más afectadas y estancadas siguen siendo ellas. Estamos ante una reparación desigual
Vinícius Pinheiro, director regional de OIT para América Latina y el Caribe

El informe de OIT América Latina y Caribe: Políticas de igualdad de género y mercado de trabajo durante la pandemia, que forma parte de la serie regional Panorama Laboral en tiempos de covid-19, se señalan también algunas de las políticas públicas necesarias para estar más cerca de la equidad. Para Pinheiro, quien tacha de “trampa” la combinación de los cuidados y el teletrabajo, la primera medida necesaria pasa por remunerar esta tarea. “No podemos ignorar la tremenda economía del cuidado. Hay que facilitar que haya un sector que se encargue de niños y niñas, ancianos, personas enfermas… y que esto sea un trabajo oficial y, por ello, digno y formal. Hay que darle la importancia que tiene: es esencial”. Según la entidad que representa, se podrían generar más de 300 millones de empleos nuevos en este gremio, de aquí a 2035.

El estudio destaca que la tasa de participación regional de las mujeres que rondaba 41% a comienzos de los años 1990 había subido en forma constante hasta 52,3% en 2019 (promedio de los primeros tres trimestres). En 2020, en ese mismo período bajó a 47% aunque ese año el promedio regional llegó a estar en 43%. Y, aunque el año pasado, se produjo un aumento de este porcentaje (hasta 49,7%), sigue siendo insuficiente.

Costa Rica es, a ojos del experto, es buen ejemplo de país que ha tomado medidas con perspectiva de género. La más sonada, una prestación monetaria para remunerar las tareas de cuidado, por ende, las mujeres son las primeras beneficiarias. “La pandemia agudizó desigualdades estructurales existentes”, lamentó Roxana Maurizio, especialista regional en economía laboral de la OIT, en un comunicado. “Las mujeres rurales, las jefas de hogar con niñas y niños pequeños, aquellas de menos formación y educación, mujeres indígenas y afrodescendientes han sido más afectadas. Las brechas de género, tanto en la participación como en los ingresos, son persistentes en las damas con menores ingresos y menor nivel educativo”.

Las madres han sido doblemente sacudidas. El último informe de Unicef, Repercusiones de la COVID-19 sobre el bienestar de los hogares con niños, presenta unas cifras muy críticas, a partir de los datos recopilados en 35 países: al menos dos terceras partes de los hogares con niños han sufrido una pérdida de ingresos desde que llegó la pandemia. Los adultos de casi la mitad de las familias con pequeños declaran haberse saltado una comida por falta de dinero, ya que una cuarta parte de los tutores declararon que se habían quedado sin trabajo desde que se inició la pandemia, a escala mundial.

Las conclusiones del estudio son muy claras: “Las consideraciones sobre igualdad de género deben ser un componente intrínseco del diseño, la elaboración, la aplicación y el análisis de los resultados de la totalidad de programas y estrategias, políticas, leyes y reglamentos implementados durante la pandemia y en la etapa de recuperación”.

El documento añade además que no se deben retirar de forma anticipada las medidas de estímulo sectorial para consolidar la recuperación. En concreto, en sectores con una proporción mayoritaria de mujeres trabajadoras. Así como tampoco deberían de suprimirse las transferencias de ingresos o ayudas en especie para garantizar las condiciones mínimas que permitan sostener el crecimiento del empleo. “No puede haber una recuperación real sin tenerlas en cuenta a ellas”, zanja.

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