El Cuerno de África se enfrenta a la hambruna debido a su peor sequía en 40 años
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU alerta de que millones de personas están amenazadas por la falta de alimentos en Etiopía, Kenia y Somalia tras tres años de lluvias escasas
El Cuerno de África se enfrenta a su peor sequía desde 1981 y ya hay 13 millones de personas en Kenia, Somalia y Etiopía amenazadas por el hambre, según informó este martes el Programa Mundial de Alimentos (PMA) mediante un comunicado. La ausencia de lluvias regulares en los últimos tres años ha arruinado los cultivos y ha provocado una elevada mortalidad del ganado, lo que unido a la inestabilidad política y a los diversos conflictos que sufre la zona dibuja un panorama desolador. El PMA teme que se repita una crisis humanitaria como la que sufrió Etiopía en 2011, cuando 250.000 personas murieron de hambre tras una prolongada sequía.
El organismo de Naciones Unidas ha constatado que la escasez de precipitaciones se ha intensificado desde 2018. “Los cultivos se han arruinado, el ganado muere y el hambre aumenta debido a las sequías recurrentes que afectan al Cuerno de África”, aseguró Michael Dunford, director del PMA en África del Este. A medida que el agua y los pastos desaparecen, la situación empeora y las familias que dependen de la agricultura abandonan sus hogares y marchan hacia los arrabales de las grandes ciudades en busca de sustento. La previsión es que en los próximos meses las precipitaciones sean inferiores a la media de la época, por lo que el riesgo de hambruna es cada vez más elevado.
“La situación exige una acción humanitaria inmediata”, asegura Dunford. Las zonas más problemáticas son una franja especialmente seca que recorre los tres países donde viven 13 millones de personas en serio riesgo en este primer trimestre del año. Unos 5,7 millones de etíopes del sur y sureste necesitan ayuda alimentaria, entre ellos medio millón de niños que sufren malnutrición, mientras que en el centro y sur de Somalia se espera que las personas en situación de hambre pasen de 3,5 a 4,6 millones desde ahora hasta mayo. En Kenia, por su parte, unos 2,8 millones de personas necesitan un soporte nutricional adicional para enfrentarse a la crisis.
El PMA calcula que hacen falta unos 286 millones de euros para responder a las necesidades inmediatas de la población durante los próximos seis meses, lo que permitirá dotar de mecanismos de respuesta a los agricultores y pastores más afectados. “La situación requiere una intervención humanitaria inmediata y un apoyo constante a las comunidades para desarrollar su resiliencia de cara al futuro”, añadió Dunford en el comunicado. El Gobierno de Kenia ya declaró la sequía como emergencia nacional el año pasado mientras que Somalia declaró el estado de emergencia humanitaria.
La falta de lluvias acrecienta además el peligro de enfrentamientos intercomunitarios por unos recursos cada vez más escasos, ha reconocido el PMA, en una región que ya sufre varios conflictos violentos. La guerra de Etiopía que se desencadenó en la norteña Tigray en noviembre de 2020 llegó a extenderse a otras dos regiones del país con la amenaza de afectar a la capital, Adís Abeba. En la actualidad, las hostilidades se centran de nuevo en Tigray, donde prosigue el bloqueo para la distribución de ayuda humanitaria a una población que sufre las consecuencias del conflicto. Naciones Unidas asegura que unos 50.000 niños necesitan asistencia urgente.
Al mismo tiempo, Somalia atraviesa un periodo especialmente turbulento. A la amenaza terrorista que se concreta en atentados como el que hace un mes perpetró Al Shabab en Mogadiscio provocando ocho muertos se une la inestabilidad política por el retraso de las elecciones. A finales de 2021 el presidente somalí Mohamed Abdullahi Mohamed, alias Farmajo, destituyó al primer ministro Mohamed Hussein Roble, quien le acusaba de pretender perpetuarse en el poder. El despliegue de militares en las calles de la capital hizo temer lo peor, pero un acuerdo in extremis para la celebración de los comicios presidenciales a finales de febrero permitió la vuelta a una relativa calma.
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