Los rebeldes de Etiopía anuncian su repliegue hacia el norte
El Frente de Liberación del Pueblo de Tigray se retira de las ciudades que ocuparon en las regiones de Amhara y Afar para facilitar la llegada de ayuda humanitaria
Los rebeldes de Tigray, en el norte de Etiopía, que están en guerra con el Ejército federal desde hace más de un año, han anunciado que se están retirando de las ciudades que ocuparon en las regiones vecinas de Afar y Amhara en un movimiento de repliegue hacia el norte, según ha asegurado este lunes a distintos medios Getachew Reda, portavoz del grupo rebelde Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF). Su objetivo es “abrir la puerta a la ayuda humanitaria”, ha dicho Reda. Esta retirada era una de las condiciones exigidas por el Gobierno etíope para entablar negociaciones de paz.
Entre las ciudades de las que se han retirado los rebeldes tigrayanos se encuentra la mítica Lalibela, patrimonio de la Humanidad y conocida en todo el mundo por sus iglesias esculpidas en la roca, que ha pasado de las manos de un bando a las del otro en varias ocasiones en los últimos meses. “Nos estamos retirando fase por fase, comenzamos hace ya varias semanas, pero lo anunciamos ahora”, ha asegurado el portavoz del TPLF a France Presse (AFP).
Los rebeldes mantienen su exigencia de que el Gobierno federal “levante el sitio de Tigray” para permitir que la ayuda llegue a esta región donde se vive una crisis humanitaria a consecuencia del conflicto, con decenas de miles de personas amenazadas por la hambruna. “Esperamos que con esta retirada la comunidad internacional hará algo respecto a la situación de Tigray porque ya no pueden usar como excusa que nuestras fuerzas están ocupando Amhara y Afar”, ha añadido Reda a la agencia Reuters.
El Gobierno federal anunció este fin de semana la recuperación de numerosas ciudades de las regiones de Amhara y Afar que habían caído en manos rebeldes. Mediante un comunicado publicado en las redes sociales, el servicio de comunicación gubernamental aseguró el sábado que las tropas federales habían logrado hacerse con el control de Sanqa, Sirinqa, Woldiya, Hara, Gobiye, Robit y Kobo, mientras que al día siguiente proclamó la toma de Lalibela. “Las tropas enemigas que escaparon a la destrucción han huido (…) y son seguidas por nuestras fuerzas aliadas”, aseguraba el citado comunicado.
En todo caso, este repliegue se produce después de que el Ejército federal lanzara una contraofensiva a finales de noviembre para frenar el avance de los rebeldes tigrayanos y sus grupos aliados, que llegaron a situarse a unos 200 kilómetros de la capital, Adís Abeba, llevando incluso a varios países a recomendar a sus ciudadanos la salida de la ciudad ante la posible llegada del conflicto, una opción que parece cada vez más lejana. Durante unas dos semanas el propio primer ministro etíope, Abiy Ahmed, Premio Nobel de la Paz 2019, se puso al frente de sus tropas, logrando recuperar las ciudades clave de Dessie, Kombolcha, Chifra, Hamusit e Istayish.
Por otra parte, la ONU dio este viernes luz verde a la creación de un mecanismo internacional de investigación de las violaciones de los derechos humanos cometidas durante este conflicto, decisión que ha recibido duras críticas por parte del Gobierno etíope. “Las acusaciones contra mi país no tienen fundamento”, aseguró Zenebe Kebede, embajador de Etiopía en Naciones Unidas, augurando que esta comisión podía empeorar las cosas sobre el terreno. Los países africanos mostraron su apoyo a Adís Abeba, asegurando que este mecanismo era “contraproducente y susceptible de exacerbar las tensiones”, según dijo el embajador camerunés Salomon Eheth. Una investigación conjunta ONU-Comisión Etíope de Derechos Humanos concluyó que todas las partes en conflicto habían cometido posibles crímenes de guerra, masacres y violaciones de derechos humanos.
El conflicto etíope estalló en noviembre de 2020 después de que Ahmed acusara al TPLF de haber atacado dos bases militares provocando numerosos daños y fallecidos, ataques que los rebeldes niegan. Tras la llegada de Ahmed al poder, los tigrayanos se han visto progresivamente desplazados de las principales instituciones y del centro político que ocuparon durante dos décadas, lo que abrió la puerta a una tensión creciente. En 2020, el TPLF organizó unas elecciones en Tigray en clara desobediencia al Gobierno federal, que había suspendido todos los comicios debido a la pandemia de covid-19.
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