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La violencia deja a 120.000 birmanos en situación de extrema necesidad en Myanmar

Los enfrentamientos entre las fuerzas rebeldes y el Ejército se recrudecen cuatro meses después del golpe de Estado

Desplazados Myamnar
Desplazados de Mindat refugiados en un bosque en el Estado de Chin, el 20 de mayo.HANDOUT (AFP / CHIN WORLD)

Unos 120.000 birmanos desplazados por los enfrentamientos entre el Ejército y las guerrillas formadas por minorías étnicas necesitan urgentemente alimentos, medicinas y cobijo, ha alertado el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Su acuciante situación se produce cuando aumentan los conflictos en áreas rurales fronterizas de Myanmar (antigua Birmania) entre las fuerzas rebeldes y el Tatmadaw —como se conoce al Ejército birmano—, una tensión de décadas que ha aumentado a raíz del golpe de Estado del pasado 1 de febrero. A la vez, grupos de resistencia contra el régimen castrense —entrenados por las guerrillas— han advertido que planean incrementar sus ataques en las ciudades en las próximas semanas, llevando el conflicto a escala nacional.

En un comunicado, ACNUR alerta de los riesgos a los que se enfrentan decenas de miles de birmanos por todo el país debido a la escalada de la violencia de los pasados meses. Son varios los lugares a los que han huido los desplazados: en el Estado oriental de Kayah se estima que hay unas 46.000 personas refugiadas en la jungla debido al conflicto entre el Tatmadaw y los rebeldes Karenni. En Karen, Estado del sureste del país donde opera el grupo rebelde de más antigüedad, hay otros 45.000 desplazados, según cifras de la ONU.

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Al oeste, en el Estado de Chin, alrededor de 9.000 personas han huido, la inmensa mayoría de la ciudad de Mindat (de menos de 50.000 habitantes), después de que en las últimas semanas el Tatmadaw respondiera disparando artillería pesada a la resistencia presentada por una milicia local. Miles de personas se refugiaron en el bosque tras los ataques con misiles de las Fuerzas Armadas birmanas, que también han bloqueado el acceso a la ciudad por carretera y cortado el acceso al suministro de agua.

A diferencia de los Estados de Karen o Kayah, Chin (donde habita una de las grandes minorías étnicas del país) no cuenta con un grupo insurgente que controle parte del territorio desde los noventa, por lo que los desplazados están a merced de las Fuerzas Armadas. Añadiendo aún más gravedad a la situación, dos localidades de Chin han sido confinadas por orden de la junta militar debido a un aumento de casos de coronavirus en la zona, cercana a la frontera con la India, uno de los epicentros actuales de la pandemia, según informa el medio local The Irrawaddy.

También en Kachin, en el norte, unas 8.500 personas se han visto obligadas a dejar sus hogares desde marzo, y se estima que otras 8.400 han tenido que abandonar sus viviendas en el Estado de Shan, al noroeste del país. En menor medida, se han registrado desplazados igualmente en el Estado sureño de Mon y en la región central de Bago.

Aunque muchas de las tensiones entre las guerrillas étnicas y el Tatmadaw se remontan a décadas atrás, poco después de que Myanmar se independizara del Reino Unido en 1948, los enfrentamientos se han agravado tras la asonada de febrero. A las demandas de autonomía de la mayoría de milicias se suma la oposición declarada al golpe de muchas de ellas, que han ofrecido además su apoyo y entrenamiento militar a los manifestantes prodemocracia. Estos han decidido adoptar una vía más combativa ante los pocos resultados de las protestas que suceden a diario por el país desde febrero contra el régimen militar. Se calcula que entre centenares y miles de activistas se han entrenado con las guerrillas en Estados como Karen, y muchos han pasado a formar parte de un grupo armado llamado “fuerza de defensa popular”, que ha comenzado a atacar al Tatmadaw también en las ciudades.

Esta fuerza de defensa fue anunciada el pasado mes por el Gobierno de Unidad Nacional, formado en la clandestinidad inicialmente por miembros del depuesto Ejecutivo civil de Aung San Suu Kyi, detenida desde el golpe y acusada de varios delitos que podrían acarrearle una pena de años de prisión. Su objetivo final es constituir un Ejército federal que incluya a las guerrillas étnicas y sustituya al Tatmadaw, aunque es un escenario aún poco plausible.

No obstante, a la vez que se recrudece el conflicto entre las guerrillas y el Ejército en las áreas fronterizas y rurales, aumentan los ataques contra comisarías y bases del Tatmadaw en las principales ciudades del país, entre ellas la capital, Naypyidaw, así como en Yangón y Mandalay. La junta militar ha confiscado más de 2.000 bombas de fabricación casera y armas de fuego en Yangón, donde el viernes anunció —a través de su cadena de televisión, Myawaddy— la detención de más de 40 personas por supuesta posesión de explosivos y recibir entrenamiento de las guerrillas étnicas. Pese a los arrestos, las fuerzas rebeldes han advertido a través de las redes sociales de más ataques en las próximas semanas.

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