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Aung San Suu Kyi comparece por primera vez en un juicio desde el golpe de Estado en Myanmar

La Nobel de la Paz de 1991 se encuentra bajo arresto domiciliario desde la asonada y está acusada de varios delitos, entre ellos el de violar la ley de secretos oficiales

La líder del Gobierno civil depuesto en Myanmar, Aung San Suu Kyi, en una imagen de archivo.
La líder del Gobierno civil depuesto en Myanmar, Aung San Suu Kyi, en una imagen de archivo.STR (AFP)

Han pasado casi cuatro meses desde la última salida pública de Aung San Suu Kyi, líder de facto del Gobierno civil birmano hasta el golpe de Estado del 1 de febrero. La Nobel de la Paz en 1991, de 75 años, reapareció este lunes en una vista en su contra celebrada en un juzgado de Naypyidó, la capital de Myanmar (antigua Birmania), con “buena salud”, según sus abogados, y retando a los militares, que acaban de disolver su partido, la Liga Nacional para la Democracia (NLD, por sus siglas en inglés). “Fue formado por la gente y existirá mientras la gente exista”, advirtió. Suu Kyi está acusada de varios delitos, entre ellos el de violar la ley de secretos oficiales, y podría enfrentarse a décadas en prisión.

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Su llegada al juzgado fue protegida con celo por los militares, que desplegaron un fuerte dispositivo de seguridad, de forma que no han trascendido de momento imágenes de la líder birmana. Conocida como la Dama, se reunió primero con su abogado sobre las nueve de la mañana, hora local (4.30, hora española), el primer encuentro en persona que han podido mantener desde su arresto. Dos horas después se desplazó a un juzgado de la capital, donde estuvo presente en una vista que duró aproximadamente treinta minutos. Hasta ahora, solo había podido asistir a las audiencias por videoconferencia. El juez aplazó el caso hasta el próximo 7 de junio, según EFE.

“Ha dicho que está rezando por la salud de todos. Y que su partido fue formado por la gente y existirá mientras la gente exista”, transmitió su abogado, Min Min Soe, según el medio local Frontier Myanmar. La Comisión Electoral birmana, ahora controlada por los militares, anunció el viernes la disolución de la Liga Nacional para la Democracia (NLD), el partido que Suu Kyi ayudó a fundar en 1988. Entonces, la Nobel decidió quedarse en su país natal —tras años en el Reino Unido— para liderar el movimiento democrático surgido contra el régimen castrense que gobernó la antigua Birmania durante medio siglo (1962-2011), hasta que arrancó una transición democrática ahora truncada por los militares.

La NLD obtuvo una aplastante victoria en los comicios del pasado noviembre, después de haber ganado también las elecciones de 2015, las primeras en condiciones de semilibertad, que auparon a Suu Kyi como su líder de facto. No obstante, los militares denunciaron los últimos comicios como fraudulentos, sin pruebas ni respaldo institucional o internacional, excusa que arguyeron para dar el golpe de Estado el 1 de febrero, día que se tenía que constituir el nuevo Parlamento en Naypyidó. Aung San Suu Kyi, el presidente birmano, Win Mynt, y docenas de miembros de la NLD fueron detenidos. Más de 4.000 personas han sido arrestadas desde que los militares regresaron al poder, y al menos 815 han muerto a manos de las fuerzas de seguridad, según la Asociación para la Protección de Presos Políticos de Myanmar.

Un personaje aún muy venerado

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La política birmana, que pasó 15 años bajo arresto domiciliario por su lucha a favor de la democracia hasta ser liberada en 2010, está acusada de varios delitos por los militares, que sus abogados consideran motivados políticamente. Entre ellos, se le acusa de violar la ley de importaciones y exportaciones por la supuesta posesión ilegal de unos walkie talkies, de quebrar las medidas de prevención de contagios de coronavirus durante la campaña previa a los comicios de noviembre y de infringir la ley de secretos oficiales. De todos, este es el más grave, castigado con hasta 14 años de prisión.

Suu Kyi, hija del general Aung San, héroe de la independencia birmana, sigue siendo muy venerada en Myanmar, y cientos de miles de personas han pedido su liberación en las calles, en protestas que se han sucedido casi a diario por todo el país desde el golpe. Pese al acoso de los militares y a la orden de disolver la NLD, se considera que su influencia en buena parte de la población y entre sus socios políticos permanece intacta.

En abril, el Comité para la Representación de la Unión Parlamentaria (CPRH, por sus siglas en inglés), formado inicialmente por diputados de la NLD tras el golpe, anunció la composición de un Gobierno civil con Suu Kyi al frente, si bien de forma simbólica. Su misión es restaurar la democracia en el país asiático y ser reconocido como la voz legítima de Myanmar por la comunidad internacional. Este Ejecutivo, que opera desde la clandestinidad, ha anunciado también recientemente la creación de una fuerza de defensa popular para hacer frente al Tatmadaw (el Ejército birmano), que reprime con mano dura la resistencia popular al nuevo mandato castrense.

El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, el general Min Aung Hlaing, prometió tras el golpe la convocatoria de elecciones en una fecha sin determinar. Unos comicios que, de celebrarse, carecerían de validez real mientras se mantenga fuera de juego a la NLD de Suu Kyi, la formación más votada en las dos últimas elecciones.

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