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La subasta del 5G en Brasil, un nuevo capítulo de la guerra fría entre China y Estados Unidos

La posibilidad de inversiones por 34.000 millones de dólares choca con la campaña global de Donald Trump contra la empresa Huawei

Una mujer con mascarilla utiliza su teléfono móvil en la favela de Paraisópolis, la más grande de São Paulo, el 6 de mayo de 2020.
Una mujer con mascarilla utiliza su teléfono móvil en la favela de Paraisópolis, la más grande de São Paulo, el 6 de mayo de 2020.Victor Moriyama (Getty Images)

Brasil está en el centro de la guerra fría por la codiciada subasta para ocupar la nueva frecuencia de telefonía móvil 5G. La disputa enfrenta a las dos naciones más ricas del mundo: Estados Unidos y China. Está en juego un mercado que puede atraer hasta 34.000 millones de dólares en inversiones a Brasil, un país que tiene más teléfonos móviles que habitantes: hay 225,3 millones de aparatos para 209,5 millones de personas.

En el centro se encuentran la china Huawei y otras empresas que no son estadounidenses, pero que cuentan con la simpatía y, en algunos casos, con la promesa de financiación de la administración de Donald Trump. Es el caso de la sueca Ericsson, la finlandesa Nokia y la surcoreana Samsung, que, al igual que Huawei, son proveedoras de equipos y servicios para empresas de telefonía móvil que actúan en Brasil, como Vivo, Claro, Tim, Oi y Algar. Según información del mercado y de técnicos del Gobierno de Jair Bolsonaro, estas cinco empresas, que actualmente operan con redes de 3G y 4G, han mostrado interés en participar en la subasta.

La tercera generación de redes móviles, el 3G, llegó a Brasil en 2007 y transformó el teléfono en un miniordenador. Fue la responsable de popularizar el acceso a la Internet móvil, que llega al 95% de los 5.570 municipios brasileños. El 4G desembarcó cinco años después: mejoró el tráfico de datos y multiplicó por 100 la velocidad. Actualmente llega al 75% de las ciudades. El 5G surge como una mejora de la generación anterior y promete mantenerlo todo conectado a la vez, no solo ordenadores y móviles, sino también televisores, neveras, coches, lavadoras y cámaras de seguridad. Por eso se bautizó como “la Internet de las cosas”, con una velocidad hasta 20 veces superior que el 4G.

Los expertos concuerdan en que conceder una nueva frecuencia a los operadores es una cuestión de seguridad nacional y, por lo tanto, los Gobiernos deben tener un cuidado especial. “Es la guerra fría del siglo XXI, porque se trata de elegir el estándar tecnológico de datos. Es tan importante que vemos a presidentes de varios países debatiendo esta cuestión”, dice el exsecretario del Ministerio de Defensa, Flávio Basílio.

En Brasil se subastarán cinco bloques para 5G. Huawei hoy encuentra restricciones en todo el planeta, después de que el Gobierno de los Estados Unidos impidiese que entrara en su mercado interno. El argumento fue que la empresa china no puede garantizar la seguridad de sus equipos, lo cual pondría en peligro la comunicación de cuestiones delicadas: gubernamentales, de defensa, de seguridad pública y de relaciones exteriores. Sucedería lo mismo con la comunicación entre ciudadanos comunes.

Portavoces de la empresa en varios países niegan las acusaciones. “Son infundadas. Todo el crecimiento que hemos tenido en los últimos diez años demuestra que los gobiernos, los operadores y los socios han tenido mucho interés en evaluar Huawei de manera intensiva”, dice el director de ciberseguridad y soluciones de la empresa en Brasil, Marcelo Ikegami Motta. Con excepción de Estados Unidos, Huawei está presente en todos los países donde hay 5G. Es la empresa más grande del sector y suministra equipos y tecnología para móviles y redes de Internet a 170 países.

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La semana pasada, el Reino Unido decidió vetar que las compañías de telecomunicaciones contraten los servicios y equipos de Huawei. También determinó que los dispositivos que ya estaban en funcionamiento deberían estar fuera de servicio para 2027. Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Grecia tienden a seguir el mismo camino, o al menos limitar a la empresa china.

La detención de Meng Wanzhou

La ejecutiva de Huawei Meng Wanzhou, en una foto del 27 de mayo de 2020
La ejecutiva de Huawei Meng Wanzhou, en una foto del 27 de mayo de 2020Jennifer Gauthier (Reuters)

El presidente Donald Trump intensificó sus ataques contra Huawei en 2018, cuando una ejecutiva de la compañía, Meng Wanzhou, hija del fundador Ren Zhengfei, fue arrestada en Canadá por violar presuntamente la ley de sanciones de Estados Unidos. Desde entonces, la compañía ha sido acusada de espiar para el Gobierno chino y de robar secretos a la competencia. Por esta razón, los estadounidenses amenazan a los Gobiernos con bloquear los acuerdos de inteligencia si no limitan la participación de Huawei en sus subastas.

Como el brasileño Jair Bolsonaro tiene una alineación casi automática con Estados Unidos, los técnicos y políticos de Brasilia creen que el Ejecutivo está considerando la posibilidad de restringir las operaciones de Huawei, algo que no tendría precedentes. “El Gobierno estadounidense está dando ejemplo de nacionalismo económico. Aquí puede suceder lo mismo”, dice el economista Arthur Barrionuevo Filho, profesor de la Fundación Getúlio Vargas.

Antes de Bolsonaro, Brasil era ajeno a este debate geopolítico. Basándose en una política económica liberal, el Gobierno nunca creó pautas y permitió que los operadores se autorregularan. “En telecomunicaciones, Brasil siempre ha dejado que el mercado eligiera”, explicó el exsecretario Flávio Basílio, que participó en el proceso inicial de la subasta de tecnología durante el Gobierno de Michel Temer (2016-2018).

Desde el Ministerio de Comunicaciones y la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) aseguran que no existe un consenso sobre una posible limitación a Huawei. Desde el ministerio no descartaron un posible veto, pero afirmaron que cualquier decisión depende del análisis de varios otros organismos estatales, como Seguridad Institucional, Economía y Relaciones Exteriores. Por otro lado, desde la agencia dicen que “el poder público no va a interferir en la elección, ya que se trata de una cuestión que atañe a las relaciones privadas entre empresas”.

Una tecnología vulnerable

Como se parece más a un software que a un hardware, la red 5G es más vulnerable, porque la evolución se basa en programas informáticos y no en los equipos. Por ejemplo, para interceptar una comunicación en la red 4G, un hacker debe instalar un dispositivo en una antena de telefonía móvil. En el caso del 5G, le bastará violar la red desde un puerto de acceso remoto podrá acceder a la información de los miles de dispositivos que la utilicen. A modo de comparación, sería como instalar un virus en los ordenadores para copiar los archivos guardados en la máquina.

Según los especialistas, a pesar de toda la presión que ejercen los estadounidenses, no hay ninguna garantía de que sus empresas preferidas sean 100% seguras. “Estados Unidos teme perder la hegemonía, por eso actúan de esta manera”, asegura el ingeniero Fábio de Miranda, coordinador del curso de Ingeniería Informática del Insper, una de las escuelas de ingeniería más prestigiosas de América Latina. En su opinión, Brasil no debería excluir a Huawei del proceso. “Como país periférico y no tan propenso a tensiones políticas exacerbadas, lo ideal sería centrarse en el coste y el rendimiento de la tecnología y hacer una auditoría de los equipos”, afirmó.

Según los datos internos de la compañía, Huawei suministra productos a casi la mitad del mercado brasileño. La empresa china defiende que su tecnología actual es 1,5 veces más rápida que la de sus competidores y que sus equipos consumen un 30% menos de energía.

Cifras multimillonarias

El Ministerio de Comunicaciones de Brasil y Anatel prevén que la subasta se realice en junio de 2021, luego de dos cancelaciones, la última en marzo de este año. El exsecretario nacional de Telecomunicaciones, André Muller Borges, asegura que no era el momento adecuado para hacer una subasta, incluso antes de la pandemia. “Los operadores aún están completando y agotando la inversión en el 4G, que empezó en 2014. El 5G se está aplazando porque no pueden hacer esta inversión ahora”, dice Muller.

La cuestión financiera es una de las más importantes en la actual coyuntura. Cuando comenzó a considerarse el 5G, en 2017, el Gobierno calculó que podría recaudar entre 3.800 y 5.600 millones de dólares con la subasta de frecuencias. Actualmente, el valor se está reconsiderando. “Las autoridades tienen que decidir qué es más importante: maximizar los ingresos obtenidos de la subasta, la tarifa para el usuario o la capacidad de expandir este servicio en el territorio nacional. Solo entonces sabremos el precio”, dice Sergio Paulo Galindo, presidente ejecutivo de la Asociación Brasileña de Empresas de Tecnología de Información y Comunicación (Brascom).

Desde Anatel, informaron a EL PAÍS de que todavía se están estudiando los precios: “La licitación tiene como prioridad establecer compromisos de inversión para ampliar el acceso a los servicios de telecomunicaciones por parte de la población, en detrimento de la recaudación”.

Si los operadores y el Gobierno aún no se han puesto de acuerdo con relación a los valores que se pondrán sobre la mesa, otro proveedor de equipos presiona para que se realice la subasta cuanto antes. A fines del año pasado, Ericsson presentó un estudio según el cual la demora en la licitación retrasaría las inversiones en el país. Se calculaba que la implementación del 5G en 2020 atraería 24.000 millones de dólares durante los próximos cinco años. Por lo tanto, cada año de retraso representaría una pérdida de 4.700 millones de dólares, entre recaudación de impuestos y venta de equipos.

El servicio 5G está disponible en Corea del Sur —el pionero— y en varias regiones de los Estados Unidos, China, Singapur, España, Suiza, Alemania, Francia y los Países Bajos.

En Latinoamérica y el Caribe, el 5G todavía está en pañales. La tecnología funciona solo en Uruguay, por medio de una empresa estatal. Operadores más pequeños también actúan en regiones de Puerto Rico, Surinam, Trinidad y Tobago y las Islas Vírgenes de los Estados Unidos. A principios de este año, Chile anunció que estaba preparando su subasta, mientras que Argentina decidió comenzar a hacer pruebas precisamente con Huawei.

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