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África da un paso firme hacia su mercado común

Los jefes de Estado lanzan el acuerdo de libre comercio tras la adhesión de la reticente Nigeria

José Naranjo
Muhammadu Buhari firma la adhesión de Nigeria al tratado comercial, este domingo en Niamey (Níger).
Muhammadu Buhari firma la adhesión de Nigeria al tratado comercial, este domingo en Niamey (Níger).ISSOUF SANOGO (AFP)

“Las fuerzas que nos unen son intrínsecas y más grandes que las influencias impuestas que nos separan. Debemos unirnos ahora o perecer”. Con estas palabras dichas el 24 de mayo de 1963 durante la creación de la Organización para la Unidad Africana (OUA), precedente de la actual Unión Africana (UA), el presidente de Ghana, el socialista Kwame Nkrumah, daba voz al sueño de un continente unido. Este domingo en Niamey, la capital de Níger, los líderes africanos han decidido dar un paso más en este camino con la entrada en vigor de la fase operacional de la Zona de Libre Comercio Continental (AfCFTA), un mercado común africano sin barreras para bienes y personas que nace entre la ilusión del desarrollo y la incertidumbre de los enormes desafíos que quedan por delante.

De todos los grandes países africanos solo faltaba Nigeria por sumarse al acuerdo. El pasado martes, el presidente de la potencia continental, Muhammadu Buhari, desvelaba por fin el misterio y anunciaba su adhesión al tratado africano más relevante desde la propia creación de la OUA, que se ha formalizado este domingo y que entrará en vigor en 2020. Han sido cuatro años de duras negociaciones , pero los cimientos del mercado común africano, uno de los más grandes del mundo con 55 países, 1.200 millones de personas y un PIB de 2,5 billones de dólares (2,25 billones de euros), ya están puestos. Hoy empieza otra historia.

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La caída de la mayor parte de las barreras aduaneras y aranceles dentro del continente, que se irá concretando a medida que las legislaciones nacionales se adapten al nuevo acuerdo, tiene como primer objetivo aumentar el comercio intraafricano, tal y como se ha encargado de anunciar a los cuatro vientos Carlos Lopes, el Alto representante de la UA para las Negociaciones con Europa y uno de los padres intelectuales del AfCFTA. La idea es pasar del raquítico 18% actual a un ambicioso 52%. Este logro, que se espera alcanzar de manera progresiva, traerá dos consecuencias: una menor dependencia del exterior y un fortalecimiento de la industria y el tejido productivo continental.

“En un mundo cada vez más caótico [Brexit, guerras comerciales...], África tiene que unir fuerzas y tener una sola voz. Eso es el AfCFTA, que solo tendrá éxito si sienta las bases de la industrialización real del continente”, asegura el economista senegalés Demba Moussa Dembelé. “Con un enorme mercado interior, las industrias africanas podrán ser viables y este proceso debe liderarlo el sector privado. Tenemos las materias primas y empresas con capacidad; ahora, además, contamos con el mercado. Sin embargo, hay que mantener una cierta protección del exterior. No puede ser que aprovechando las nuevas condiciones se produzca una invasión de productos chinos o europeos”, advierte.

Precisamente este temor es el que subyace tras las reticencias iniciales de Nigeria. Buhari ya lo dijo esta semana, “tenemos que lograr las salvaguardas necesarias contra el contrabando y otros riesgos y amenazas”. En el mismo sentido, el presidente del potente grupo empresarial BUA, líder en el sector de la alimentación, el nigeriano Abdul Samal Rabiu, alertó en una reciente entrevista en JeuneAfrique contra el dumping. “Tenemos que establecer un dispositivo para que los productos autorizados en el marco de este acuerdo sean 100% producidos en África y por africanos”, explicó.

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Si se logran superar las desconfianzas entre países, uno de los desafíos del nuevo mercado común africano será la mejora de los transportes. Pese a las numerosas inversiones de los últimos años, la red de carreteras sigue estando obsoleta y a veces se tardan hasta 24 horas en hacer apenas 200 kilómetros. Los puertos y aeropuertos también deben ponerse al día, así como la agilización de trámites en las fronteras y la lucha contra la corrupción. La producción energética en un continente con una fuerte dependencia exterior y la mejora de la seguridad también son palos en la rueda del acuerdo.

Según Lopes, aún faltan al menos tres años para que el AfCFTA tome forma sobre el terreno. Algunos expertos consideran que tendrá que pasar una década para que se vean sus consecuencias positivas. Sin embargo, la cumbre de Niamey es el punto de partida, el paso de las palabras tantas veces repetidas desde que Nkrumah lanzó su grito de “África debe unirse” a los hechos, impulsados por el pragmatismo del espigado presidente ruandés Paul Kagame, presidente de la UA entre enero de 2018 y el pasado febrero que dio el impulso definitivo a los nuevos vientos de integración.

El viejo sueño de la moneda única

En Niamey este fin de semana el ambiente es de euforia. Sin embargo, hay un elefante en la habitación: la falta de una moneda única. En el continente hay unas cuarenta divisas diferentes, algunas de ellas no convertibles. Esto es un problema. Hace unos días, los líderes de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), integrada por 15 países, reiteraban su compromiso de contar con una moneda regional, que se llamará Eco, en 2020. El plazo parece excesivamente breve, pero queda claro el renacer de la voluntad de convergencia en una de las regiones mejor integradas del continente, lo que acabaría con el impopular franco CFA, heredado del colonialismo que permite a Francia, aún hoy, mantener el control monetario sobre sus antiguas colonias en el continente.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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