Ucrania y Polonia se enzarzan en un nuevo conflicto diplomático por la ayuda militar y la entrada en la UE
La detención del campeón del mundo de boxeo Oleksandr Usyk en Cracovia provoca la ira de Zelenski, dos días después de que se filtrara una discusión que el presidente mantuvo con el ministro de Exteriores polaco
La amenaza rusa unió a dos vecinos con una historia conflictiva. Cuando Vladímir Putin ordenó la invasión de Ucrania en febrero de 2022, Polonia se volcó en asistir a los ucranios, tanto a los millones de civiles que huían de la violencia como a los que combatían contra el invasor. Pero a medida que pasan los años, en la guerra vuelven a aflorar las rencillas entre Kiev y Varsovia. La detención el martes en el aeropuerto de Cracovia del campeón ucranio de boxeo Oleksandr Usyk, mito en su país, causó la ira del presidente Volodímir Zelenski. El episodio se suma a un tenso encuentro hace unos días en Kiev entre Zelenski y el ministro de Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, en el que trataron la ayuda militar a Ucrania y su entrada en la UE, según el portal polaco Onet.
La esposa de Usyk y el diputado Zhan Beleniuk compartieron en redes sociales imágenes del campeón mundial de los pesos pesados, esposado y escoltado por la policía. El presidente ucranio y su Gobierno intermediaron para que fuera puesto en libertad. Zelenski emitió a medianoche un duro mensaje anunciando el desenlace de un arresto del que se desconocen los motivos exactos: “He hablado con Usyk por teléfono después de ser detenido. Estoy decepcionado por esta acción contra nuestro ciudadano y campeón. He dado órdenes al ministro de Exteriores, Andrii Sibiha, y al ministro del Interior, Ígor Klimenko, para que analicen de inmediato los detalles de este incidente en el aeropuerto de Cracovia”. Sibiha, por su parte, escribió en la red social X que lo sucedido es una acción “desproporcionada e inaceptable”. “Mandaremos una nota relevante [de protesta] a la parte polaca”, añadió.
Jacek Michalovksi, portavoz de la Guardia de Fronteras polaca, explicó al diario polaco Rzeczpospolita que Usyk y su entrenador se negaron de forma agresiva a abandonar la puerta de embarque, después de que el acompañante del boxeador fuera rechazado del vuelo entre Cracovia y Tesalónica. “Los dos señores, por decirlo suavemente, estaban nerviosos”, explicó Michalovksi. La guardia fronteriza los esposó a ambos y los trasladó a dependencias policiales. Michalovski ha añadido que el deportista pudo abandonar el aeropuerto a las 10 de la noche junto al cónsul ucranio en Cracovia. Usyk explicó en su cuenta de Instagram que el incidente “fue un malentendido, que fue rápidamente solucionado”.
Este escándalo llega dos días después de que el canal de información polaco Onet causara otro revuelo con la filtración de una supuesta discusión, el 13 de septiembre en Kiev, entre Zelenski y Sikorski. El presidente ucranio, según la información, recriminó acaloradamente a Sikorski que Polonia no ayuda lo suficiente militarmente a Ucrania y que frena el acceso ucranio a la Unión Europea. Zelenski comentó al ministro polaco lo que su Gobierno ha reiterado en las últimas semanas, que Ucrania estará lista para acceder en la UE en un año. El titular de Exteriores polaco respondió que era una ambición poco realista y recordó que Polonia necesitó una década para entrar en la UE.
Más allá de las reformas políticas, normativas y judiciales que Kiev debe emprender para integrarse en la Unión, la crisis del grano que se desarrolló el año pasado reveló que la ampliación de la Unión Europea genera reticencias en sectores de los países del centro y este de Europa. Polonia y otros países de la región vetaron la importación de productos agrícolas ucranios durante meses. La tensión por la competencia que supone Ucrania para estos Estados se extendió también al sector del transporte de mercancías y resultó en el bloqueo de las fronteras durante meses, en uno de los momentos más agrios en las relaciones bilaterales entre ambos países.
Zelenski reaccionó con agresividad ante la respuesta de Sikorski sobre la integración en la UE, según Onet, y prosiguió con otras quejas, como la demanda de que la Fuerza Aérea polaca abata misiles y drones rusos que se aproximen a la frontera, aunque no se encuentren aún en territorio polaco. Sikorski, que ha defendido esa opción públicamente y se ha encontrado con la negativa de la OTAN, supuestamente respondió que necesitan el visto bueno del resto de socios de la Alianza para hacerlo.
Ayuda militar
La de los misiles es una de las peticiones en la que el presidente ucranio insiste recientemente, además del envío de material militar, especialmente aviones de combate MiG-29. “Necesitamos vuestros MiG”, pidió a finales de agosto Zelenski, que se quejó del descenso en la ayuda militar polaca. El vice primer ministro y titular de Defensa, Wladyslaw Kosiniak-Kamysz, ya respondió entonces que Polonia no puede comprometer su seguridad por ayudar al país vecino y que la transferencia de esos aviones no se producirá hasta que reciban los F-35 que han comprado a EE UU.
Ante las demandas y reproches de Kiev, Varsovia recuerda que “solo la ayuda militar ofrecida a Ucrania desde el inicio de la guerra suma 12.000 millones de eslotis (unos 2.810 millones de euros), lo que en relación con el PIB pone a Polonia entre los líderes”, según indicó recientemente el Ministerio de Defensa polaco a este periódico.
En el tenso intercambio entre los dirigentes, que el artículo describe “casi como una pelea”, también trataron uno de los temas más espinosos entre ambos países. Zelenski recriminó al ministro polaco que Varsovia está inflando y politizando, en su opinión, la tragedia de Volinia. Polonia exige la exhumación de las víctimas de la masacre en la que nacionalistas ucranios mataron, según sus estimaciones, a 100.000 polacos en zonas fronterizas entre 1943 y 1945.
En un encuentro con Sikorski a finales de agosto en Varsovia, el entonces ministro de Exteriores ucranio, Dmitro Kuleba, enfureció a los polacos al comparar Volinia con otros episodios históricos en los que los perjudicados fueron ellos, como el desplazamiento forzoso de ucranios en la Polonia comunista durante la posguerra. Tanto Sikorski como Kosiniak-Kamysz recordaron entonces a sus vecinos que este tema es vital en su país y lo vincularon directamente con el apoyo de Polonia a la adhesión de Ucrania a la UE. Según el relato del encuentro en Kiev, el titular de Exteriores polaco insistió en que las víctimas merecen un entierro cristiano.
Ni Zelenski ni Sikorski son conocidos por su contención. Ucrania, acuciado por la ofensiva rusa, suele pedir, casi exigir, más ayuda, mientras Polonia, que ha hecho un esfuerzo considerable, espera más gratitud. Kiev suele afirmar que al apoyarle frente a las tropas del Kremlin, Polonia se está ayudando a sí misma, porque sería la siguiente en la línea de Moscú. Es un argumento que los polacos también emplean cuando animan a los aliados a seguir amparando a Ucrania, pero a la vez, recuerdan que su situación como miembros de la OTAN no es comparable.
El artículo en Onet, escrito por el exdiplomático polaco Witold Jurasz, afirma que el ministro de Exteriores lituano, Gabrielius Landsbergis, también estaba presente durante la discusión y que “no hizo ningún intento de apoyar al ministro polaco”.
Estos desencuentros coinciden con una nueva fase de colaboración entre Kiev y Varsovia para convencer a ciudadanos ucranios residentes en Polonia para que regresen a su país, sobre todo a hombres en edad de combatir. Ucrania sufre una crisis demográfica desde hace décadas que se ha disparado durante la guerra, pero también padece de falta de varones dispuestos a engrosar sus filas militares.
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