Polonia y Hungría prohíben la importación de grano desde Ucrania y amenazan con agrietar la unidad de la UE en el apoyo a Kiev
Bruselas y el Ejecutivo de Zelenski advierten a Varsovia de que el veto, que llega tras las protestas de los agricultores, viola la regulación y los acuerdos de la Unión
Polonia, considerado uno de los principales aliados de Ucrania en la UE frente a la invasión rusa, se ha convertido también en el primero en romper la unidad comunitaria en un asunto tangencial: la política comercial. El Gobierno polaco ha prohibido este sábado y hasta el 30 de junio las importaciones de grano y otros alimentos ucranios. Horas más tarde, el Ejecutivo húngaro ha secundado la medida y ha anunciado que también vetará el cereal ucranio. El paso de Varsovia y Budapest se produce tras semanas de furiosas protestas de los agricultores polacos y húngaros por los efectos de la llegada de productos sin aranceles desde Ucrania que, aseguran, están saturando sus mercados y bajando los precios locales. La Comisión Europea, que ha pedido más detalles a las autoridades, según una portavoz, ha advertido este sábado de que la política comercial es una competencia exclusiva de la UE.
La maniobra provoca el primer choque frente al acercamiento a la Unión Europea de Ucrania, país candidato al club comunitario. Kiev no ha iniciado aún las negociaciones de adhesión, pero Bruselas ha trazado ya una hoja de ruta en forma de múltiples acuerdos que pueden llegar a convertir al país del este —eminentemente agrícola y que puede llegar a ser un competidor frente a Varsovia y otros miembros orientales de la Unión por las subvenciones de la Política Agraria Común— en socio de facto.
Unos meses después de que el Kremlin lanzara la guerra a gran escala, hace casi 14 meses, la Unión Europea suspendió los aranceles y las cuotas de importación para productos ucranios. El objetivo era luchar contra la crisis alimentaria global impulsada por el bloqueo ruso de los puertos de uno de los graneros del mundo y proporcionar a Kiev un flotador económico. Casi un año después, los países del este vecinos de Ucrania claman contra esa medida. A principios de mes, los líderes de cinco vecinos de Ucrania que han vivido protestas de agricultores —Polonia, Rumania, Eslovaquia, Hungría y Bulgaria— reclamaron a Bruselas más apoyo económico o que restablezca los aranceles, lo que requeriría la aprobación de los Estados miembros. Aseguran que la gran mayoría del grano que les llega de Ucrania no sale de sus países, entre otras cosas por problemas de transporte, y que “inunda” sus mercados y sus silos, lo que daña a sus productores locales.
Kiev ha lamentado este sábado el movimiento de Varsovia, su gran aliado, y ha recalcado que prohibir o suspender las importaciones viola los acuerdos suscritos por Polonia, que tiene un acuerdo de libre comercio con Ucrania en vigor desde 2016. Hace solo una semana, además, ambos países pactaron que cuatro cultivos (trigo, maíz, semillas de girasol y colza) no se quedarían en territorio polaco, sino que viajarían en tránsito hacia otros países hasta el 1 de julio, según ha recordado el Ministerio de Agricultura y Alimentación de Ucrania en un comunicado en el que propone nuevas reuniones con las autoridades polacas para encontrar una solución. Ya estaba prevista una cita entre el ministro Mikola Solski y su homólogo polaco, Robert Telus, este lunes.
La nota del departamento que dirige el ucranio Solski señala: “Entendemos que los agricultores polacos tienen una situación difícil, pero enfatizamos que ahora la situación más difícil es para los agricultores ucranios (...). Es en el territorio de Ucrania donde se desarrolla la guerra, son los agricultores ucranios los que sufren pérdidas colosales por la guerra de Rusia contra Ucrania, y son los agricultores ucranios los que mueren en sus campos a causa de las minas rusas”, añade.
18 productos ucranios vetados
El Ejecutivo ultranacionalista de Ley y Justicia había amagado en los últimos días con el veto de productos alimentarios ucranios. El ministro Robert Telus —en el cargo desde hace una semana, cuando su predecesor dimitió precisamente por la crisis del grano— prometió hace unos días soluciones. Este sábado, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, se ha reunido con su Gabinete para analizar la situación con la entrada de productos agrícolas ucranios y ha autorizado a varios ministerios a “emitir actos legales para proteger el mercado agrícola”, incluida una “prohibición temporal de importación”, según una nota de la Oficina de Morawiecki. Pocos minutos después, ha sido el ministro de Tecnología, Waldemar Buda, quien ha firmado el decreto que veta la entrada en el país de 18 productos —desde cereales, frutas y azúcar hasta carnes diversas y huevos— hasta el 30 de junio.
El líder de Ley y Justicia, Jaroslaw Kaczynski, ha asegurado que la decisión de suspender las importaciones ya está tomada. “Somos y seguiremos siendo amigos y aliados de Ucrania. La apoyaremos y la apoyamos, pero es deber de todo Estado, de toda buena autoridad, proteger los intereses de los ciudadanos”, ha remachado Kaczynski en un mitin.
Hungría, que se ve habitualmente como un submarino del Kremlin en la UE, por las buenas relaciones entre su primer ministro, Viktor Orbán, y el líder ruso, Vladímir Putin, y los negocios entre ambos países, ha anunciado este sábado por la noche que prohibirá las importaciones de productos agrícolas desde Ucrania también hasta el 30 de junio, aunque no ha informado de cuándo entrará en vigor la medida “extraordinaria” designada a paliar el “daño en la agricultura húngara”, según el ministro de Agricultura, István Nagy. “El Gobierno húngaro siempre apoya a los agricultores húngaros y protege a la agricultura húngara”, ha dicho el ministro Nagy, según un comunicado.
La iniciativa de Budapest sorprende menos, aunque solo ha hecho falta el paso de Varsovia para visibilizar que la crisis del grano puede ser una fisura complicada dentro de la férrea unidad de la UE. El descontento por la situación con los cereales ucranios puede crecer en Polonia, que tiene acogidos 1,3 millones de refugiados ucranios, y que desde el inicio de la invasión lanzada por Putin, hace casi 14 meses, ha sustentado mayoritariamente a Kiev frente a Moscú. Ya se ven algunos signos de fatiga en otros campos: aunque Varsovia apoya sin fisuras política y militarmente a Kiev (y ese sostén está siendo crucial) y no va a moverse ni un milímetro, ha cortado ya la mitad de los fondos para los programas de ayuda y ha empezado a cobrar por el alojamiento a algunos de los acogidos.
Los agricultores polacos, que llevan semanas saliendo a la calle en protesta por lo que consideran una “inundación” de cereal ucranio, habían amenazado con movilizaciones multitudinarias y con paralizar el país si tras las vacaciones de Pascua el Gobierno no emprendía nuevas medidas para atajar la situación, aunque algunas voces de la sociedad civil polaca aseguran que las movilizaciones están inflamadas artificialmente. Las importaciones de grano ucranio aumentaron en Polonia de unas 100.000 toneladas al año de media a más de dos millones de toneladas en 2022, según datos de Varsovia.
Polonia celebrará elecciones en otoño y se esperan que sean reñidas para Ley y Justicia, que trata de apagar las tensiones con los agricultores, una parte importante de su electorado. Una situación parecida se está viviendo en otros países de la región. Así, el Gobierno de Eslovaquia, tras asegurar esta semana que había encontrado pesticidas prohibidos por la UE en el grano ucranio, ha restringido las importaciones. Otros vecinos del este han amagado en los últimos días con medidas similares en un intento de presionar a Bruselas, que desplegó ya hace dos semanas nuevas ayudas económicas de su fondo de reserva de crisis por valor de 56 millones de euros para agricultores polacos, búlgaros y rumanos. Y está considerando lanzar un segundo paquete de primeros auxilios. El Ejecutivo comunitario de Ursula von der Leyen había planteado mantener esos bienes sin aranceles hasta junio del próximo año, ya que considera que esa “perturbación del mercado” de la que hablan los países del este no afecta al conjunto de la UE.
El Gobierno de Ucrania se muestra más bien cauto ante la crisis del grano. Aunque el primer ministro ucranio, Denis Shmyhal, hizo pública el viernes una carta dirigida a Von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, en la que defiende que para su país es fundamental tener acceso al mercado comunitario, sobre todo por el hecho de que sus exportaciones a través del mar Negro están limitadas debido al asedio militar ruso. “Para los productores agrarios ucranios es crítico que las medidas autónomas comerciales de la UE para Ucrania se mantengan por completo y sin restricciones sobre productos agrarios clave”, escribe Shmyhal en el documento. Shmyhal propone una cumbre entre representantes de la Comisión y de los países del este de Europa críticos con las exportaciones ucranias para desencallar la situación. “Cualquier restricción innecesaria o paso atrás entre la UE y Ucrania”, afirmaba el primer ministro ucranio, “solo empeorará la situación”.
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