Exteriores se prepara para “lo peor” tras la ruptura con Maduro
El Gobierno español refuerza la Embajada en Caracas ante una crisis sin precedentes
El próximo lunes, el Gobierno español formalizará el reconocimiento del líder de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como presidente interino de Venezuela y se adentrará en territorio desconocido. Nunca en tiempos contemporáneos se ha dejado de reconocer a un jefe de Estado que mantiene el control de su territorio. Ni siquiera al iraquí Sadam Husein o al sirio Bachar el Asad. Una cosa es no reconocer a un Estado o romper relaciones diplomáticas, y otra mantener abierta una embajada en un país sin reconocer a quien sigue teniendo en su mano los resortes del poder.
Para eso no hay un manual de instrucciones. Y por eso Exteriores se está preparando para todos los escenarios, “incluido el peor”, según un alto cargo.
Se espera que Guaidó designe a un embajador en España, como ya ha hecho con una decena de países americanos que le han reconocido como presidente. En ese momento, al Gobierno español no le quedaría más remedio que aceptarlo como representante legítimo de Venezuela y retirar la inmunidad y todas las prerrogativas diplomáticas al embajador designado por Maduro, Mario Isea. No solo eso, las cuentas corrientes de la embajada y en general todos los bienes y depósitos del Estado venezolano en España deberán ser bloqueados y puestos a disposición del nuevo presidente y de su representante.
En diplomacia se aplica el principio de reciprocidad, por lo que el Gobierno puede esperar que la Embajada española en Caracas se vea sometida a medidas similares. O incluso peores.
La crisis ha llegado en el peor momento para la representación española en Venezuela. Además de la embajada, España cuenta con un consulado, consejerías de Comercio y Empleo y agregadurías de Defensa e Interior repartidas en cuatro edificios a lo largo de la capital. Exteriores ha comprado un inmueble para agruparlas todas y ha invertido seis millones de euros en unas obras que están casi concluidas. Pero aún no está reconocido como legación diplomática, por lo que no es posible usarlo. Así que se ha optado por agrupar en el menor espacio posible todos los servicios para reducir una dispersión que dificulta la seguridad.
Para reforzarla, Interior ha enviado a Caracas un equipo de GEO (Grupo Especial de Operaciones) de la Policía Nacional. Además, se han mejorado las capacidades de comunicación y documentación de la embajada. Por ahora, no se ha planteado repatriar a las familias de los diplomáticos, como está haciendo ya algún país europeo.
El embajador, Jesús Silva, ha creado un centro de coordinación para agilizar el contacto con las empresas y la colonia española, que solo en Caracas suma 161.523 personas, según el registro consular. Las empresas españolas mantienen allí a su personal (la mayoría nativo), salvo Navantia, que ha repatriado a sus ingenieros. Iberia ha optado por trasladar a Santo Domingo el cambio de tripulación del vuelo Madrid-Caracas.
La duda es qué capacidad de interlocución tendrá la embajada si, a partir del lunes, un ciudadano español es detenido en Caracas, como le pasó a un equipo de la agencia Efe el jueves. Cabe esperar que, al igual que hizo con los estadounidenses, Maduro prorrogue por un mes el estatuto diplomático de los españoles. Pero nada es seguro.
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