El racismo y el clasismo en Perú, ante el espejo
Más de la mitad de los peruanos cree que la sociedad es racista, pero menos de uno de cada diez se considera a sí mismo como tal
El Ministerio de Educación de Perú ha recibido desde 2013 más de 23.700 denuncias de violencia escolar o bullying. De estas, el 2% tienen como motivo el color de piel y el 1%, el acento. “Tener menos dinero que el resto” o “ser de provincia” suman porcentajes similares, según datos de la plataforma Sí se ve. “No deberíamos vivir en una sociedad donde ocurran estas cosas”, dijo el jueves por la noche el campeón del mundo de fútbol y activista contra el racismo Lilian Thuram en una concurrida conferencia en Lima.
Los resultados de la última encuesta sobre la cuestión difundida por el Ministerio de Cultura peruano son igualmente preocupantes: “El 53% [de los ciudadanos] cree que somos muy racistas pero solo el 8% se asume racista”, recordó la activista afroperuana e investigadora Rocío Muñoz. En el sondeo de percepciones y actitudes sobre diversidad cultural y discriminación étnica racial en el país sudamericano, el 28% atribuye la discriminación a su color de piel, el 20% cree que fue por su nivel de ingresos, y un 17% expresó que la causa fueron sus rasgos faciales o físicos. Los lugares donde vivieron la discriminación fueron los establecimientos de salud (22%), las comisarias (19%) y las municipalidades (14%). Todo un problema que está lejos de tocar a su fin.
Pocas semanas atrás, la conocida tienda departamental Saga Falabella tuvo que retirar de sus cuentas de redes sociales un anuncio en el que una modelo blanca decía que su compañera de habitación –afroperuana–, era desordenada y tenía un mal olor, pero compró un colchón con una tecnología que no absorbía olores. Las críticas de los internautas obligaron a la empresa a dar marcha atrás cuando ya lo había publicado. El pasado fin de semana se hizo viral un vídeo en el que se veía a un conductor que apuntaba con su revólver a otro que le reclamaba por sus malas artes al volante. Manuel Liendo, el agresor, pidió disculpas en una entrevista por televisión un par de días después, porque podía dar una mala imagen: “A nivel internacional, pueden pensar que en Perú todavía somos un nido de indios”, acotó.
En el último mes, casos de racismo y discriminación registrados en los espacios públicos y en campañas publicitarias han pasado a primera línea, pero los esfuerzos por combatirlo siguen siendo aislados. “Hay que denunciarlo. Si cada uno de nosotros lo denunciara, avanzaríamos más rápido”, sugirió el exjugador francés. Entre 2013 y 2018, el registro de denuncias del Ministerio de Educación indica que 394 casos de acoso son “por el color de piel”, pero la cifra de casos relacionados con características físicas (ojos chinos, color o textura del cabello o tipo de nariz, entre otras) es mayor: 1.695 en los últimos cinco años.
“El racismo afecta algo fundamental: la confianza en uno mismo, porque enseña a no amarse. Las personas que no lo sufren no entienden que es extremadamente violento, es una de las expresiones más dolorosas y más crueles”, aseguró Thuram este jueves en Lima. Para el excentral de la Juventus y del FC Barcelona es vital comprender que el racismo es un discurso que sirve para mantener una jerarquía: “Hay que debatir estas cuestiones de manera serena: la discriminación se sitúa en los sectores más altos de la sociedad y los dominantes tendrán que aceptar que lo son. Este sistema económico es atroz porque opone a las personas, las unas a las otras, de manera que no cuestionen el sistema”, explicó.
El director de la Fundación de Educación contra el Racismo que lleva su nombre contó este jueves que en una visita a una escuela privada de Lima, un niño de nueve años le dijo “hay demasiados venezolanos en Perú, no deberían venir”. Thuram le preguntó dónde había escuchado eso y la respuesta fue “en la tele, en mi familia”. En sus charlas en escuelas, el futbolista francés convertido en activista contra el racismo se ha convertido en un especialista en hacer que las personas puedan ponerse en los pies del otro. “Si hubiera algún problema en Perú y tuvieras que irte con tu familia a otro país, ¿cómo te sentirías si te dijeran algo así?”, preguntó Thuram al alumno. “Me daría mucha pena porque me estarían rechazando”, respondió el niño.
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