Bruselas responde a Italia: “Las amenazas no funcionan en Europa”
Roma dice que retirará su aportación a la UE si no hay reparto entre países de los 150 migrantes atracados en Catania
Bruselas y Roma elevan el tono a cuenta de la gestión del Diciotti, atracado desde el lunes en el puerto siciliano de Catania con 150 inmigrantes dentro a los que Italia no deja desembarcar por considerarlos "ilegales". La coalición populista-xenófoba del Movimiento 5 Estrellas y la Liga amenaza con incumplir las reglas comunitarias y coquetea con la idea de dejar de pagar a la Unión Europea su contribución si no hay una solución hoy mismo. La Comisión rehúye el choque frontal, pero no ha ignorado el mensaje. Y afirma que no se dejará amedrentar. "Las amenazas no funcionan en Europa, no nos llevan a ninguna parte", ha respondido un portavoz este viernes.
La magnitud del reto lanzado por los líderes italianos, sin precedentes hasta ahora, tiene un potencial destructivo desconocido, capaz de abrir una brecha mayúscula, aunque más allá del evidente desgaste que supone la escalada verbal, pocos creen que llegue finalmente a materializarse. El ministro de Interior, Matteo Salvini, y el vicepresidente Luigi Di Maio, son los dos actores que compiten por liderar el chantaje aprovechando la rentabilidad electoral que ha demostrado la narrativa del enemigo exterior con Bruselas como diana: "O Europa empieza a defender seriamente sus fronteras y comparte la acogida de inmigrantes, o empezaremos a llevarlos a los puertos de donde han salido", dijo el primero el martes. "Si en la reunión de la Comisión Europa no se decide nada, ya no estaremos dispuestos a dar 20.000 millones de euros cada año a la Unión Europea", aseveró el segundo.
Las relaciones entre Italia y Bruselas han vivido momentos tensos desde el cambio de gobierno, pero su potencial para tocar fondo parece no tener límites. Y las perturbaciones pueden acentuarse en octubre, cuando Roma deba recibir el visto bueno de la Comisión Europea a su presupuesto. "¿A qué esperan para intervenir y que podamos repartir a los inmigrantes?", alentó este miércoles el primer ministro Guiseppe Conte a las instituciones europeas en un tono poco diplomático. El Ejecutivo comunitario, cuyo papel es de coordinador, dado que la decisión final de acoger corresponde a los estados miembros, dice que ha mantenido "intensos contactos" con las cancillerías desde el inicio de la crisis del Diciotti.
La respuesta común al problema, que podría culminar en un nuevo reparto al estilo de los que se vienen repitiendo en las últimas semanas, se está fraguando en estos momentos. Los sherpas de 12 países europeos, como se denomina en el argot comunitario a las figuras clave que cada presidente tiene para conectar con los demás líderes y organizar las cumbres y negociaciones multilaterales, llevan reunidos desde las once de la mañana en Bruselas. Aunque el tema oficial del diálogo es lanzar ideas para encontrar soluciones duraderas a la cuestión migratoria y evitar los repartos improvisados barco tras barco, entre la docena de estados que participan está Italia, por lo que el ultimátum de Di Maio sobre la retirada de fondos italiana si no hay un acuerdo europeo para su redistribución, aparecerá en el debate.
Italia ha convertido la pataleta en arma de negociación política. Los recados que llegan estos días desde Roma destilan una inusitada dureza y apuntan directamente al presupuesto, la base de flotación del proyecto europeo. Desde Roma, el ultraderechista Salvini insiste en buscar soluciones simples a problemas complejos: "[el Diciotti se soluciona] con un buen avión que llegue desde una capital europea al aeropuerto de Catania". Y tira de la ironía que tan buenos réditos electorales le ha dado. "Los europeos demostrarán su gran corazón haciéndose cargo de todos los aspirantes a refugiados". Bruselas, habituada a no responder a ningún comentario llegado desde las capitales, se refugia en las leyes. "La Unión Europea es una comunidad de reglas y funciona basada en ellas, no en las amenazas".
Entretanto, la situación a bordo del Diciotti empeora. Una parte de los migrantes ha iniciado una huelga de hambre en el buque de la Guardia Costera para reclamar que se resuelva pronto su situación y se autorice el desembarco.
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