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Putin versus Trump: De la química a la alquimia

La sintonía personal suele ser un elemento clave en las relaciones entre líderes, pero el diálogo entre la Casa Blanca y el Kremlin está marcado por otros factores oscuros

Pilar Bonet (Enviada Especial)
Trump, durante su reunión este lunes con el presidente de Finlandia.
Trump, durante su reunión este lunes con el presidente de Finlandia. AFP

En las reuniones entre los líderes de Moscú y Washington antes se valoraba la “química”. A falta de poder colarse en el diálogo entre los mandatarios, analistas, periodistas y psicólogos exploraban el lenguaje corporal, los rostros y sobre todo la mirada de los dirigentes para averiguar si había habido “química” entre ellos y si la reacción resultante había sido positiva o vitriólica.

En 2001, en Liubliana (Eslovenia), el presidente George W. Bush se jactó de haber sentido el “alma de Putin” al mirarlo a los ojos. Al interlocutor norteamericano el ruso —por entonces un novato en su cargo—, le pareció “directo y de fiar”. Con Barack Obama, la reacción química fue explosiva, porque la formación y las prioridades de los dos mandatarios no podían ser más contrapuestas.

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Donald Trump y Vladímir Putin se olvidaron de darse la mano al iniciar su encuentro este lunes en Helsinki y, cuando hicieron sus declaraciones iniciales, parecían algo tensos. Trump miraba a las cámaras y apenas dirigía la vista a Putin y éste le miraba fijamente pero mantenía su mano izquierda en una posición forzada, asida al brazo de su butaca, como si fuera a incorporarse. Bovino el corpulento Trump; ágil y pequeño el ruso, como un jaguar o un felino. La química mejoró por lo visto durante las cuatro horas que conversaron y en la rueda de prensa, Putin le pasó un balón de fútbol, que Trump lanzó a su esposa con la intenciñon de darle el regalo a su hijo Barron.

En la relación entre los presidentes actuales de Rusia y EE UU parece más indicado hablar de “alquimia” que de “química”, a juzgar por cómo la clase política estadounidense y la prensa de aquel país se refieren al ruso, al que ven poco menos que como a un hechicero capaz de encantar y subyugar a su presidente. Estos razonamientos se basan en la experiencia y el pasado profesional de Putin. Como oficial del Comité de Seguridad del Estado (el KGB), el líder ruso trabajó como espía en la República Democrática Alemana en los años ochenta, estuvo basado en Dresde y entre sus funciones estaba el seducir y reclutar agentes e informantes para su causa.

Pero si de alquimia se trata y Putin actuó sobre Trump como un brujo diplomado, el equipo del presidente norteamericano tendrá que tener preparados “antídotos” o pócimas para desencantarlo cuando abandone el campo magnético, el área mágica del ruso, y se ponga en contacto de nuevo con sus realidades cotidianas y los diversos grupos de intereses que le apoyan y a los que representa.

Manifestaciones en Helsinki, Finlandia, por la visita de Donald Trump.
Manifestaciones en Helsinki, Finlandia, por la visita de Donald Trump.AFP

En julio de 2017 en su primer contacto cara a cara, en Hamburgo, la delegación estadounidense tuvo que mandar a Melania Trump para que interrumpiera la conversación de su esposo con Putin, que duraba ya 80 minutos en lugar de la media hora prevista. Pese al aviso, la reunión se prolongó una hora más.

Putin asume con orgullo su pasado en KGB. En 2010 se reunió con el grupo de espías rusos que habían sido desenmascarados y expulsados aquel año de EEUU y, junto a ellos, entonó “Con qué empieza la Patria”. Esta canción procede de la película El escudo y la espada, cuyo protagonista es un espía de la URSS que en los años cuarenta se infiltra en la administración de la Alemania nazi con el fin de apoderarse de unos documentos importantes. La cinta aparentemente tuvo una gran influencia en el niño Volodia Putin y estuvo en el origen de su vocación de ingresar en el KGB, según contaba él mismo en 2000.Con los años, Putin ha dado versiones algo diferentes sobre las circunstancias de su ingreso en aquella institución, pero lo cierto es que se identifica con la profesión de espía. En diciembre de 2010, el presidente tocó al piano la canción Con qué empieza la patria y la cantó en inglés.

El presidente ruso ha medido mucho sus palabras sobre Trump y ha sido bastante positivo sobre él. En Helsinki admitió que deseaba que Trump ganara las elecciones porque “hablaba de normalizar las relaciones entre EE UU y Rusia”. Tras su primer encuentro en Hamburgo, Putin dijo que el “personaje de la televisión” se diferencia mucho del “hombre real“, “que es absolutamente concreto y que comprende de forma absolutamente adecuada al interlocutor, analiza bastante deprisa, responde a las preguntas planteadas o a los nuevos elementos que surgen en la discusión”.

Putin ha calificado a Trump de “listo” por haber tenido éxito en los negocios y ha opinado que “si es listo, esto quiere decir que comprende del todo y bastante deprisa otro nivel de responsabilidades”.

Sobre la posibilidad de que Moscú posea material comprometedor (“kompromat”) contra Trump, Putin volvió a negar en Helsinki que los servicios secretos de su país se ocuparan de él cuando viajó a Moscú, siendo una de las personas más ricas de Ámerica. Antes, ya le había defendido: “¿Acaso Trump llegó y de inmediato se apresuró a reunirse con las prostitutas de Moscú?”, inquirió. El actual presidente de EE UU, prosiguió, se había dedicado “muchos años a organizar concursos de belleza”, y “se relacionaba con las mujeres más guapas del mundo”. “Con dificultad me puedo imaginar que corriera al hotel a reunirse con nuestras chicas de baja responsabilidad social, aunque sin duda son las mejores del mundo, Dudo que Trump se dejara enganchar por esto”, sentenció en diciembre de 2017.

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Sobre la firma

Pilar Bonet (Enviada Especial)
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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