Los aliados recelan de que Trump pacte con Putin a sus espaldas
Los mandatarios de la OTAN tratarán de atar corto al presidente estadounidense
“Antes, una cumbre entre un presidente estadounidense y su homólogo ruso era recibida con esperanza, ahora lo es con recelo”, admite un alto funcionario de la OTAN. La posibilidad de que Donald Trump pueda llegar a acuerdos con Vladímir Putin de espaldas a sus aliados en la entrevista que mantendrán el próximo día 16 en Helsinki es una pesadilla para los mandatarios europeos, que en la cena de esta noche en Bruselas intentarán atar en corto al presidente estadounidense.
“Trump es imprevisible”, admiten fuentes aliadas. Y, en materia de seguridad, no hay nada más peligroso que aquello que no se puede prever.
Los Gobiernos aliados han recibido garantías de que el presidente estadounidense no hará concesiones a Putin durante su primera cumbre bilateral y se mantendrá firme en el rechazo a la anexión de Crimea o la injerencia rusa en Ucrania, condenados por la comunidad internacional. El propio presidente ucraniano, Petró Poroshenko, invitado hoy a la cumbre de Bruselas con su homólogo georgiano, tiene la promesa de que no se reducirá la ayuda militar que recibe de EE UU para combatir a las milicias prorrusas.
Pero ni el jefe del Pentágono, James Mattis, cuya influencia sobre el presidente es menguante, ni la embajadora de EE UU en la OTAN, Kay Bailey Hutchison, pueden poner la mano en el fuego por lo que hará su jefe. “Todo depende de su estado de humor”, admiten esas fuentes.
Quizá para evitar sobresaltos como el que se produjo en la cumbre del G-7 a principios de junio en Canadá, de cuyo comunicado se descolgó Washington por un berrinche de Trump, las conclusiones del cónclave de la OTAN ya están cerradas, incluso antes de que hoy comience y a petición de la propia delegación estadounidense, según fuentes aliadas.
Trump se ha retirado del tratado de París contra el cambio climático y ha roto el acuerdo nuclear con Irán, demostrando que se la trae al fresco la opinión de la práctica totalidad de la comunidad internacional. Además, ha emprendido una guerra comercial y ha apelado a razones de seguridad nacional para imponer aranceles al acero y al aluminio; incluso a los productos procedentes de los mismos países con los que mantiene un tratado que obliga a prestarse asistencia militar en caso de que la seguridad de alguno de ellos se viera amenazada.
Trump ha demostrado, finalmente, que menosprecia los foros multilaterales y que está más cómodo en las negociaciones bilaterales, en las que se siente fuerte y con las manos libres. La forma en que negoció con el dictador norcoreano Kim Yong-un una desnuclearización sin calendario ni mecanismos de verificación es un precedente inquietante, según las mismas fuentes.
Por eso, los jefes de Estado y Gobierno de los 28 socios de EE UU aprovecharán la cena de hoy en Bruselas para instar a Trump a que defienda en Helsinki la posición consensuada por los aliados y mantenga la firmeza frente a Putin.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se mostraba ayer confiado en que el vínculo trasatlántico se mantendrá “a pesar de los desacuerdos en materia de comercio” o de las críticas de EE UU al gasto de los europeos en defensa. No es la primera vez, argumentó, que la Alianza se enfrenta a una crisis y siempre ha salido fortalecida.
Los acuerdos que se aprobarán en esta cumbre —la creación de dos nuevos mandos en Norfolk (EE UU) y Ulm (Alemania), el lanzamiento de una misión de adiestramiento en Irak o la invitación a Macedonia para que inicie negociaciones de adhesión— hacen pensar que la OTAN goza de buena salud. Pero si Trump llega a acuerdos con Putin en temas de seguridad sin contar con sus aliados la organización quedará herida de muerte.
De momento, ya lanzó un guiño al presidente ruso antes de salir de Washington al declarar que, de los tres problemas que centrarán su gira europea (OTAN, Brexit y Putin), su desacuerdo con Putin “podría ser el más fácil de resolver. ¿Quién lo iba a decir?”
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