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GIRA DE BUSH

Putin acepta negociar el plan antimisiles de Bush

El presidente ruso advierte contra la ruptura 'unilateral' del tratado ABM por parte de EE UU

George Bush y Vladímir Putin acordaron ayer trabajar conjuntamente para crear un mundo más seguro, con la autoridad que les otorgan unos arsenales nucleares capaces de arrasar el planeta. En su primera cita, que, según ellos, abre una etapa de colaboración basada en el respeto mutuo, los presidentes norteamericano y ruso aseguraron que es más lo que les une que lo que les separa, que tienen una especial responsabilidad en el mantenimiento de la paz mundial y que no se ven como enemigos, sino como socios y potenciales aliados.

Los dos líderes acordaron estudiar un nuevo marco de seguridad global, así como la respuesta a amenazas comunes, si bien el presidente ruso advirtió a Bush contra la puesta en marcha unilateral de un escudo antimisiles. 'Creo que lo que la gente verá es una estrategia conjunta', dijo Bush con optimismo durante la conferencia de prensa. 'Lo haremos mejor si lo hacemos juntos', matizó Putin, quien señaló acto seguido que 'cualquier acción unilateral haría más difíciles las cosas', en alusión a un eventual despliegue del escudo antimisiles por parte de Estados Unidos sin contar con Moscú.

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Putin y Bush habían rebajado ya las expectativas de la cumbre, celebrada en el castillo medieval de Brdo, situado a unos 30 kilómetros de la capital eslovena, Liubliana. Un escenario idílico (a no ser por la legión de periodistas y guardaespaldas) que les permitió pasear unos minutos por los jardines como dos buenos amigos, incluso sin intérpretes y, como dijo Putin con orgullo, conversando en inglés, idioma cuyo estudio acomete últimamente el líder del Kremlin. En ese marco, ambos trabajaron para que surgiera entre ellos la misma 'reacción química' positiva que, en la década de los años ochenta, hizo posible que otro Bush, padre del actual, y Mijaíl Gorbachov liquidasen la guerra fría y avanzasen espectacularmente en la reducción de los arsenales atómicos.

Nuevas citas

Según ellos, la química funcionó. Bush dijo que miró a su interlocutor a los ojos y se dio cuenta de que era de fiar. Lo suficiente para que le invitase el próximo otoño a su rancho de Tejas. Putin, que se mostró convencido de que tienen por delante 'un diálogo muy constructivo', le recibirá en fecha por determinar en su residencia campestre de los alrededores de Moscú, en la que acogió en mayo a José María Aznar. Además, se reunirán al menos otras dos veces en lo que queda de año: una en Génova, en la cumbre del Grupo de los Ocho, y otra en Shanghai, en la de la APEC (Asia-Pacífico). Para los optimistas, esta nueva dinámica de cooperación, que tendrá que ponerse a prueba, permite decir que la cumbre de Eslovenia ha sido un éxito, después de varios meses, desde que Bush llegó en enero a la Casa Blanca, en que las relaciones de las dos superpotencias nucleares han estado bajo mínimos y EE UU ha tratado a Rusia con prepotencia cercana al menosprecio. Para los pesimistas, las cosas, en el fondo, siguen como estaban antes de la reunión, aunque las dos partes habían adelantado hasta la saciedad que no cabía esperar del encuentro ni firma de documentos ni acuerdos concretos.

No los hubo. Sobre el polémico escudo antimisiles, con el que Estados Unidos pretende conjurar la amenaza de aquellos países que califica de Estados irresponsables, como Irán y Corea del Norte, Putin se mantuvo en sus trece. Admitió que hay diferencias en el acercamiento al asunto, insistió en que el tratado ABM de antimisiles balísticos -firmado en 1972 por Nixon y Breznev- es la piedra angular del proceso de desarme y de la 'contemporánea arquitectura de seguridad', y precisó que cualquier acción unilateral (o sea, que Estados Unidos lo despliegue sin acuerdo previo) complicaría las relaciones entre los dos países.

La ruptura del ABM, sostuvo el presidente ruso, sería muy negativa para la lucha contra la proliferación nuclear, que constituye una de las obsesiones de la actual Administración norteamericana. Una fuente próxima al Kremlin recordaba recientemente que los tratados son para cumplirse, no para violarlos unilateralmente cuando ya no satisfacen, y se mostraba convencido de que países como India verían con regocijo la muerte del ABM, ya que eso 'legalizaría' sus programas militares atómicos.

La distancia con la posición norteamericana se puede medir por lo que Bush dijo el miércoles del ABM: 'Es una reliquia del pasado'. Los dos presidentes acordaron que sus ministros de Exteriores y Defensa, junto a los expertos, trabajen estrechamente en la identificación exacta de las nuevas amenazas a la seguridad mundial y en la búsqueda de las soluciones adecuadas.

Bush señaló que, más de una década después del fin de la guerra fría, es ya tiempo de dejar atrás las suspicacias y caminar 'desde la doctrina de la destrucción mutua asegurada' (el temor que hizo posible el ABM) hacia 'el respeto mutuo' entre Estados Unidos y Rusia. Pero será muy difícil superar la desconfianza. Como muestra, un botón: el acuerdo alcanzado por los presidentes Borís Yeltsin y Bill Clinton en 1998, refrendado dos años después, sobre la creación de un centro de alerta precoz del lanzamiento de misiles, sigue en el dique seco, lastrado por tres años en que los antiguos enemigos, con crisis como la de los Balcanes por medio, han sido incapaces de dejar de mirarse como adversarios.

Según Putin, la realidad superó ampliamente a las expectativas que había despertado la cumbre. Definió a Bush como 'un hombre honesto que ama a su país', con el que comparte amplios valores y con el que es posible entenderse. Éste le devolvió el piropo e incluso elogió su habilidad del líder del Kremlin para hacer aprobar un impuesto único sobre la renta del 13% de los ingresos. Una de las muchas medidas con las que se espera atraer a los inversores extranjeros, empezando por los norteamericanos, que se retraen a causa de la corrupción, la burocracia asfixiante y el caótico marco legal.

Vladímir Putin y George W. Bush, en el castillo esloveno de Brdo.
Vladímir Putin y George W. Bush, en el castillo esloveno de Brdo.AP
Los presidentes Bush y Putin se saludan ayer en el castillo esloveno de Brdo.
Los presidentes Bush y Putin se saludan ayer en el castillo esloveno de Brdo.AP

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