_
_
_
_

El talón de Aquiles de los móviles de los soldados israelíes

El Ejército hebreo destapa una trama de Hamás para captar información a través de los dispositivos

Juan Carlos Sanz
Imagen de un perfil suplantado por Hamás en Facebook.
Imagen de un perfil suplantado por Hamás en Facebook.Ejército israelí

Si se llama Amit Cohen, es joven y atractiva y se comunica con fluidez en argot hebreo, ¿qué hay de malo en trabar amistad con ella en las redes sociales? Esto debieron de preguntarse los centenares de soldados israelíes de reemplazo, jóvenes de entre 18 y 21 años, que han sido contactados en sus móviles este año por agentes de Hamás que suplantaban identidades reales para tratar de sonsacarles información militar sensible.

“Han mejorado mucho [los ciberespías del grupo islamista palestino], pero aún no son lo suficientemente buenos”, reconocía el martes ante la prensa un alto mando de la inteligencia. Quien se expresaba así en la base de Kirya, el cuartel general del Ejército sito en el corazón de Tel Aviv, no estaba autorizado a revelar su identidad.

Más información
Una ola de ataques desde Gaza dispara la tensión con Israel
El secretario general de la ONU dice que hay “ciberguerra entre Estados”
Maniobras de ciberguerra a orillas del Atlántico

En este entorno de secretismo del Sancta Sanctorum del Departamento de Información de Seguridad, sus portavoces vinieron a reconocer, tras varios rodeos, que uno de sus mayores enemigos ha descubierto el punto débil de las Fuerzas Armadas más poderosas de Oriente Próximo.

Como casi todos los miembros de su generación, los millennials hebreos uniformados pasan la mayor parte del tiempo libre observando y manipulando la pantalla de sus móviles inteligentes: el cordón umbilical que les mantiene unidos a familiares y amigos en la soledad del cuartel.

Imagen de una de las aplicaciones maliciosas creadas por Hamás.
Imagen de una de las aplicaciones maliciosas creadas por Hamás.EJÉRCITO ISRAELÍ

Este talón de Aquiles del Ejército ya fue descubierto el año pasado, cuando centenares de soldados —hombres en su gran mayoría, aunque también llegaron mensajes de jóvenes apuestos destinados a las mujeres alistadas, que cumplen dos años de servicio militar— recibieron ofertas de amistad a través de Facebook de desconocidos que les enviaban sus fotografías. En realidad se trataba de miembros del movimiento islámico conectados a través de Internet desde Gaza —donde Hamás gobierna de facto desde hace más de una década—, que utilizaban identidades falsas. La tentativa resultó fallida.

“Ahora saben lo que hacen”, precisa uno de los responsables de la inteligencia militar israelí que ha pilotado en la denominada Operación Corazón Roto. A partir de enero de este año, decenas de soldados que cumplen el servicio militar obligatorio comunicaron a sus superiores que estaban recibiendo “extraños mensajes”. Esta vez los contactos se estaban entablando también vía WhatsApp mediante estrategias más refinada. Después de la invitación de amistad y de la fotografía, el recluta recibía también un mensaje con un número de teléfono de un ciudadano israelí cuya identidad había sido suplantada.

“Las primeras conversaciones eran las habituales —“¿has hecho aliyá [inmigración judía] o eres sabra [nacido en Israel]?— entre jóvenes”, detallaba un alto oficial en la torre de oficinas militares Kirya. “Luego pasaban a intimar —“bájate esta aplicación y seguimos por vídeollamada”—, y ahí empezaban los problemas”. Los ciberagentes de Hamás habían conseguido crear aplicaciones gratuitas maliciosas para sustraer información y situarlas en Google Play Store, de forma que no levantaran sospechas. Se trataba de dos aplicaciones apócrifas de citas —Mink Chat y Glance Love— y otra sobre fútbol —Golden Cup—, al hilo del Mundial. “Están bien elaboradas”, reconoció un responsable de la inteligencia militar, “remiten a enlaces oficiales o informan sobre resultados de los partidos y estadísticas deportivas”.

Los investigadores castrenses de la Operación Corazón Roto aseguran que no tardaron en descubrir la mano de Hamás tras los inocentes mensajes. “Era una trampa para los soldados, que al bajarse las aplicaciones exponían la información contenida en sus móviles: mensajes de texto, documentos, lista de contactos, fotos y vídeos. Y, sobre todo, la localización del soldado, cuyas conversaciones podían ser escuchadas”, remachaba un oficial sin revelar su identidad.

El Ejército israelí reaccionó con rapidez tras una infiltración en más de 400 móviles, que afecto al menos a un centenar de militares y en el que se llegaron a producir decenas de descargas de aplicaciones maliciosas. Ahora está prohibido introducir teléfonos o relojes digitales en las áreas de máxima seguridad. Los soldados han sido aleccionados para que no escuchen los cantos de sirena de las redes sociales mediante una directiva que restringe el uso los móviles inteligentes.

El movimiento islamista palestino no se ha pronunciado aún sobre la acusación de espionaje lanzada ahora por el Ejército. La revelación, sin embargo, viene a mostrar la preocupación de Israel por una generación de soldados cada vez más dependiente de la tecnología y de la conexión a Internet y las redes sociales. A pesar de contar con los mejores mapas de todo Oriente Próximo, no son raros los casos en los que soldados israelíes se extravían en Cisjordania y acaban en zona bajo control de la Autoridad Palestina y tienen que ser rescatados por las fuerzas de seguridad del Gobierno de Ramala. Incluso en la cuna de la Biblia, la fe ciega en el navegador del móvil pierde sentido cuando se circula por territorios ocupados militarmente desde hace medio siglo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_