La incertidumbre en Roma genera tensión en Bruselas y en los mercados
Las Bolsas y las primas de riesgo en la periferia sufren una nueva oleada de castigo
Italia es un microcosmos de la experiencia europea más reciente: una brecha enorme entre el Norte industrial y el Sur estancado, un ascenso irresistible de los populismos, una fuga de talento constante, una enorme dificultad para aprobar reformas y, en las dos últimas semanas, un episodio de formidable incertidumbre política que puede derivar en una crisis institucional con efectos nacionales y continentales. La crisis en Roma dispara las primas de riesgo en los mercados. Y eleva la tensión en Bruselas, que sigue vigilante.
Italia es un país de excesos. Tanto, que hace unos 20 años dos economistas fueron asesinados por promover reformas laborales: Massimo D’Antona (en 1999, con el Gobierno de Romano Prodi) y Marco Biagi (2002, con Silvio Berlusconi). La economía italiana lleva casi 20 años sin apenas crecimiento. Acumula la cuarta mayor deuda pública del mundo (2,3 billones, el doble del PIB español). Y ha ido embalsando un resentimiento antieuropeo y antisistema que ha aupado a los populismos en las últimas elecciones. La coalición entre el Movimiento 5 Estrellas y la ultraderechista Liga Norte ha generado enormes turbulencias: esa sacudida deja ya al menos un par de consecuencias sobre Italia y Europa. Una: los mercados han castigado este lunes de nuevo a Italia, y en menor medida a toda la periferia de Europa. Y dos: Bruselas sigue con indisimulada tensión la crisis, que dificultará el refuerzo del euro en la próxima cumbre de junio y puede derivar en un choque frontal entre la UE y Roma. Fuentes diplomáticas admiten que esas medidas para proteger la moneda única pueden ahora retrasarse.
“Tenemos que hablar con todos los Gobiernos, pero existen principios en la zona euro y, por supuesto, habrá cuestiones difíciles”, ha explicado la canciller alemana, Angela Merkel, en referencia a la situación italiana. “Esperemos que haya pronto un Gobierno estable y proeuropeo en Italia”, ha añadido su secretario de Estado para Europa, Michael Roth. La frase resume a la perfección el nerviosismo europeo combinado con la voluntad de no interferir, al menos no públicamente, para evitar que los populistas ataquen a Bruselas y a toda la UE. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha reclamado “coraje” al Gobierno del segundo tecnócrata no elegido que toma las riendas del país en lo que va de Gran Recesión, el exdirectivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) Carlo Cottarelli. El filofascista Frente Nacional francés ha calificado de “golpe de Estado” el nombramiento, auspiciado por “Bruselas, los mercados financieros y Alemania”.
El nerviosismo es evidente en la capital europea. “No pinta bien”, sostienen fuentes de una de las grandes cancillerías europeas. Los mercados traducen esos temores en dinero contante y sonante: la Bolsa italiana ha perdido el lunes un 2,5% y acumula un retroceso cercano al 10% en mayo. La prima de riesgo (la diferencia entre el tipo de interés que paga Italia y el de Alemania, el país más seguro) se ha ido hasta 234 puntos básicos, máximos desde 2014. Ese patrón se repite en el resto de las economías del Sur, con las Bolsas a la baja y las primas de riesgo de nuevo al alza. España, con su propia crisis institucional en liza, es uno de los países más castigados.
En el horizonte hay nubes aún más oscuras. “La situación política italiana es muy preocupante: los mercados interpretan que hay serios riesgos de que, con 5 Estrellas y la Liga, Italia puede salir del euro, y hay incluso un diseño de una moneda paralela que puede ser peligrosa. El BCE puede frenar el pánico en los mercados con la promesa de que va a comprar más deuda italiana, pero es improbable que lo haga después de que esos dos partidos hayan amagado con reclamar la cancelación de una parte del endeudamiento. Abróchense los cinturones”, afirma el economista Paul De Grauwe, de la London School. “Vamos a ver contagio en el Sur de la eurozona, y hay una opción de que el euro no sobreviva intacto: lo más preocupante es que los mercados financieros lo saben”, abunda Charles Wyplosz, del Graduate Institute de Ginebra.
Las declaraciones en Bruselas son menos impactantes para no avivar el euroescepticismo en Italia. “Confío en que las instituciones italianas y el presidente demuestren que sirven a los intereses de los italianos que, por cierto, coinciden con la fortaleza de la UE”, ha destacado la jefa de la diplomacia europea, la italiana Federica Mogherini. “Depende de los italianos cómo será su Gobierno. No nos corresponde a nosotros interferir ni expresar ninguna opinión”, ha zanjado la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, en una entrevista con EL PAÍS y otros diarios.
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