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La policía israelí interroga a Netanyahu por nuevos casos de corrupción

La brigada antifraude investiga la relación del primer ministro con el mayor operador telefónico del país

Juan Carlos Sanz
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en un acto conmemorativo en Jerusalén el pasado noviembre.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en un acto conmemorativo en Jerusalén el pasado noviembre.Ronen Zvulun (REUTERS)

Las investigaciones de la policía israelí sobre Benjamin Netanyahu han alcanzado este viernes nuevas cotas de intensidad que amenazan el futuro político del primer ministro. Agentes de la brigada antifraude ha interrogado a Netanyahu durante cinco horas en su residencia oficial de Jerusalén por el llamado caso 4.000, que indaga sobre las supuestas filtraciones de información privilegiada a Bezeq, el principal operador telefónico de Israel, a cambio de que el mandatario recibiera una cobertura favorable en un medio relacionado con la compañía. La esposa del jefe de Gobierno, Sara Netanyahu, fue interrogada simultáneamente por el mismo caso en el cuartel central de anticorrupción en Lod, cerca de Tel Aviv.

Tras de 12 años de mandatos acumulados como primer ministro y de tres victorias electorales consecutivas, Netanyahu afronta en las últimas semanas el estallido de varios escándalos que ensombrecen su prolongada gestión. Un informe hecho público el pasado 13 de febrero por la brigada policial recomendó al fiscal general de Israel, Avichai Mandelblit, su imputación por fraude y cohecho en dos presuntos casos de corrupción. Los indicios en su contra fueron recopilados durante más de un año de pesquisas y siete interrogatorios al mandatario en su residencia.

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Por un lado, el caso 1.000 sostiene que Netanyahu y sus familiares recibieron entre 2007 y 2016 lujosos regalos —puros habanos, champán francés o joyas— evaluados en cerca de un millón de shequels (230.000 euros) de manos, entre otros, del productor de Hollywood Arnon Milchan, quien pudo recibir a cambio varios millones de dólares en beneficios fiscales.

También se recomendó su imputación por el llamado caso 2.000, que sondea las conexiones del gobernante con Arnon Moses, editor del diario Yedioth Ahronoth, el de mayor circulación en Israel, para contar con una cobertura mediática favorable a sus intereses en contrapartida a medidas legales para favorecer la circulación de rotativo.

La coalición de Gobierno de seis partidos (conservadores, ultraortodoxos, nacionalista) que sostiene al líder del Likud en la Kneset (Parlamento) ha garantizado que, mientras el fiscal general no se pronuncia sobre su imputación, seguirán apuntalando al jefe del Gobierno. La oposición de centro-izquierda ha reclamado su inmediata dimisión y la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas.

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Netanyahu niega todas las acusaciones y alega que todas sus actuaciones fueron supervisadas por comités técnicos que las sometieron a control de legalidad. El primer ministro —que considera que el informe enviado a la fiscalía solo es un “documento lleno de agujeros como un queso suizo”— sigue mientras tanto con su agenda oficial y la semana próxima tiene previsto reunirse en Washington con el presidente Donald Trump.

En las investigaciones por el caso 4.000 han sido detenidos, entre otros, el director general del Ministerio de Comunicaciones, Shlomo Filber, colaborador del mandatario desde hace dos décadas; el exasesor de prensa de la familia Netanyahu Nir Hefetz, y el principal accionista de Bezeq, Shaul Elovitch, con quien el primer ministro mantiene una estrecha relación. Elovitch, que pudo recibir millonarios beneficios en este caso de tráfico de influencias, controla además el popular portal digital Walla!, que se ha caracterizado por el trato amable en sus informaciones sobre el gobernante y, en particular, sobre su esposa, Sara.

El escándalo de la operadora Bezeq se ha visto también rodeado de revelaciones que reflejan el clima de corrupción que supuestamente subyace en la Administración israelí. Por un lado, Nir Hefetz, mano derecha de Netanyahu, presuntamente ofreció —a través de Eli Kamir, otro exconsejero del primer ministro—, a la magistrada Hila Gerstel el cargo de fiscal general de Israel si daba carpetazo a una investigación por pagos indebidos atribuidos a la Sara Netanyahu a costa del erario público. La esposa del primer ministro está acusada de haber cargado al Estado más de 100.000 euros en comidas encomendadas a los mejores restaurantes de Jerusalén, tras alegar que el puesto de chef de la residencia oficial estaba vacante.

El escándalo de los WhatsApp de una jueza

En una segunda y sorprendente revelación, esta misma semana ha trascendido el intercambio de mensajes de WhatsApp entre la magistrada de Tel Aviv Ronit Poznanski-Katz, que ordenó las detenciones por el caso 4.000, y Eran Shaham-Shavit, inspector jefe de la Autoridad del Mercado de Valores, quien ha investigado el presunto enriquecimiento ilícito de Bezeq al recibir documentos confidenciales del Ministerio de Comunicaciones, a cuyo frente estuvo precisamente Netanyahu hasta el año pasado.

El inspector jefe, que actuaba como parte acusadora, anunció a la jueza en uno de los mensajes que iba a solicitar la extensión del arresto de varios sospechosos y le sugería que mostrara sorpresa cuando se lo planteara oficialmente. “Tendré que actuar realmente muy sorprendida, ya estoy empezando a ensayar una expresión adecuada de sorpresa absoluta”, replicaba la magistrada, que efectivamente renovó las órdenes de detención. Ahora ha sido apartada del caso a la espera de una sanción disciplinaria.

En medios del torbellino de escándalos y revelaciones, la prensa israelí adelanta que el jefe de Gobierno también puede ser interrogado este viernes por el llamado caso 3.000. Agentes de la brigada anticorrupción detuvieron el pasado noviembre a Isaac Molcho —asesor y emisario especial de Netanyahu desde 1996—, para interrogarle por la compra de submarinos alemanes destinados a la Armada, una operación sobre la que pesan sospechas de amaño en la adjudicación y tráfico de comisiones ilegales.

También indagaron si estaba al corriente de que el letrado David Shimron, su cuñado y socio de bufete, tenía como cliente al representante de los astilleros ThyssenKrupp en Israel, Mickey Ganor. Este intermediario ha declarado que Shimron —que también es primo hermano y abogado personal de Netanyahu—, medió para que se adjudicara el contrato de los sumergibles a la naviera alemana por más de 1.000 millones de dólares, y recibió por ello una elevada comisión.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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