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El espía que amó al cine

Ha producido grandes éxitos del séptimo arte, desde 'Érase una vez en América' hasta 'Doce años de esclavitud', favorita en esta edición de los Oscar. Pero acaso la película más lograda del misterioso Arnon Milchan sea su propia vida, sobre todo después de que el millonario israelí revelara que fue agente secreto

Arnon Milchan, entre Brad Pitt y Angelina Jolie, en el estreno de la película Sr. y Sra. Smith, en California, en junio de 2005.
Arnon Milchan, entre Brad Pitt y Angelina Jolie, en el estreno de la película Sr. y Sra. Smith, en California, en junio de 2005.kevin winter (getty)

Podría ser protagonista de una de sus próximas películas. Y aun así su vida resultaría demasiado extraordinaria, más una fantasía escrita para James Bond que la verdadera historia de un emprendedor israelí que ama tanto al cine como a su país. Los rumores han acompañado a Arnon Milchan (Tel Aviv, 1944) durante toda su carrera en Hollywood. ¿Quién era acaso aquel empresario con pasión por películas de autor y grandes producciones, dado a intensas amistades y muy públicas peleas con directores de gran talla como Terry Gillian? ¿Qué era ese rechazo a los remilgos, su brutal franqueza y sus modos ariscos?

Sí, era judío, como muchos en Hollywood, pero un tipo diferente de judío, un israelí, levantino al fin y al cabo, a quien Oliver Stone despreció en una ocasión como “un vendedor de alfombras de Oriente Próximo”. Pez fuera del agua, solo podía ser un espía, debía de tratar con armas. Seguramente era agente del Mosad o una agencia similar. Tópicos, es cierto, propios del cine, pero que han resultado ser ciertos, y que el propio Milchan ha confirmado en una rara entrevista.

Ha sorprendido en Israel que uno de sus millonarios ilustres, dado a una extrema discreción, haya decidido conceder una entrevista televisiva en la que ha admitido que en años más mozos trabajó como agente del Lekem, una desaparecida agencia cuya misión era obtener tecnología secreta, sobre todo para el programa nuclear israelí. “Lo hice por mi país y estoy orgulloso de ello”, le dijo a la periodista Ilana Dayan, de Canal 2, tras admitir que había asegurado la venta de armamento, como misiles, de diversas compañías de todo el mundo al Gobierno israelí.

Simón Peres le reclutó para fortalecer Israel con compras para su ejército y su programa nuclear

En 1985, una compañía norteamericana que hacía negocios frecuentemente con él envío más de 800 detonadores nucleares a Israel sin los permisos o licencias necesarios, lo que llevó al FBI a investigar. Se presentaron cargos contra un colaborador suyo, Richard Kelly Smyth, pero en Milchan la fiscalía no vio falta alguna. Desde mediados de los años setenta hasta 1991 le facilitó en secreto a su país la compra de material desde helicópteros hasta misiles Hawk y Patriot, comprados a empresas como Raytheon, Beechcraft o North American Rockwell.

En los años sesenta, el joven Milchan tenía en Tel Aviv un amigo que se abría camino en el mundo de la política y que soñaba con fundar su propio partido, en el que le pedía que ingresara. Ese amigo, Simón Peres, llegaría a ministro, primer ministro y presidente. Y fue quien reclutó a Milchan para que, paralelamente a sus exitosos negocios, ayudara a robustecer la seguridad israelí con compras en todo el mundo para su ejército y para su programa nuclear, algo que era complicado, pues Israel no ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear, lo que conlleva ciertas sanciones.

Eran años complejos. En los setenta, Israel se enfrentaba a una creciente presión del mundo árabe y de Occidente por su ocupación de los territorios palestinos. Uno de los países con los que mejor se entendía para la compra de armas era Sudáfrica, cuyo Gobierno mantenía en vigor un estricto régimen de discriminación contra la población negra. Milchan orquestó entonces una campaña mediática para mejorar la imagen del Gobierno de Pretoria, algo que facilitó la venta de uranio por parte de este a Israel. Hoy admite que fue un error no darse cuenta antes de la injusticia del apartheid. Israel acabó imponiendo sanciones contra Pretoria en 1987.

Y esto es solo su vida secreta. Milchan fue un empresario de éxito muy precoz. Su familia tenía compañías relacionadas con la agricultura y él mismo popularizó el uso de un fertilizante en espray que cuadruplicó la producción de naranjas en Israel y ayudó a poblar de huertos el desierto. Pronto diversificó a químicos, plásticos, electrónica y… cine. Su primera producción fue Black joy, un filme británico de 1977 que fue admitido a concurso en el Festival de Cannes. De forma premonitoria, uno de sus primeros grandes éxitos fue Érase una vez en América, dirigida por Sergio Leone en 1984. Luego vino Hollywood.

En su exitosa carrera ha combinado títulos muy respetados, como Brazil, L.A. Confidential o JFK, con éxitos rotundos de taquilla como Pretty Woman o La guerra de los Rose. Entre sus amigos en Hollywood se cuentan Robert De Niro, Martin Scorsese, Barbra Streisand y Tom Cruise. Brad Pitt ha anunciado recientemente su intención de abandonar Paramount para unirse a New Regency, la productora que Milchan fundó en 1991. Inicialmente el empresario israelí firmó un pacto de distribución con Warner Brothers, que en 1997 abandonó por XXI Century Fox, propiedad de Rupert Murdoch. Una de las películas de culto de este año, Doce años de esclavitud, es también producción suya.

Milchan lo ha tenido todo, la acción, el dinero y la gloria. Se ha permitido invertir en películas junto a directores con los que se ha labrado una fama de persona ahorrativa y, a veces, difícil. Y ha protagonizado entre bambalinas la película de su vida. Lo decía él mismo en aquella entrevista: “¿Imagina lo que era ser un joven de veintitantos cuyo país le deja ser James Bond? ¡Tanta acción! Fue emocionante”.

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