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La guerra en Yemen no frena la llegada de migrantes en su camino hacia Arabia Saudí

En 2017, 87.000 personas arriesgaron sus vidas atravesando el golfo de Adén

Sara González Boutriau
Migrantes que cruzaron el mar hacía Yemen, después de ser detenidos en las afueras de Adén por las fuerzas leales al presidente Abedrabbo Mansour Hadi, en 2015.
Migrantes que cruzaron el mar hacía Yemen, después de ser detenidos en las afueras de Adén por las fuerzas leales al presidente Abedrabbo Mansour Hadi, en 2015. SALEH AL-OBEIDI (Getty Images)

Pese a la guerra, Yemen sigue atrayendo migrantes del cuerno de África que, en su mayoría, intentan alcanzar los países del Golfo en busca de mejores oportunidades. En 2017, cerca de 87.000 personas arriesgaron sus vidas cruzando el golfo de Adén para alcanzar el país sumergido en un conflicto desde hace casi tres años y que ha dejado más de 10.000 muertos, tres millones de desplazados y 22 millones en necesidad de asistencia humanitaria, según Naciones Unidas. Los migrantes, etíopes y somalíes en su mayoría, se convierten así en el blanco fácil de los traficantes, que no solo se lucran con la ruta de ida a Yemen sino también con el trayecto de regreso a África, ya que el conflicto ha frustrado el camino de muchos hacía los estados petroleros.

“Las mafias que operan en el golfo de Adén y en el estrecho de Bab-el-Mandeb son conocidas por su brutalidad ”, señala por teléfono María Jésus Vega, portavoz en España de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados (Acnur). En los últimos días, al menos 30 inmigrantes y refugiados africanos murieron ahogados cuando intentaban huir de Yemen en un barco que se dirigía a Yibuti desde la costa de Al Buraiqa, en Adén. Según Naciones Unidas, “hay informaciones que dicen que los traficantes dispararon a las personas a bordo —51 somalíes y 101 etíopes—”.

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No es la primera vez que inmigrantes y refugiados son atacados en lo que es la segunda ruta migratoria marítima más transitada después del Mediterráneo, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). El pasado mes de marzo, un helicóptero disparó a un barco con más de 140 migrantes a bordo, matando a 42. También es una práctica recurrente por los traficantes obligar a los migrantes saltar al agua para no ser atrapados por las autoridades. Frente a esta situación, tanto Acnur como la OIM han tratado de disuadir la llegada de estos migrantes a Yemen, escenario de una grave crisis que inició en 2011, cuando las protestas derrocaron al expresidente Alí Abdalá Saleh, y se agravó en 2015 con los bombardeos de la coalición liderada por Arabia Saudí contra los rebeldes Huthi, apoyados por Irán.

"Es una situación muy compleja con distintos flujos migratorios", explica Vega. Por un lado, una parte de los refugiados que llegaron a Yemen antes del conflicto —280.000 personas, en su mayoría somalíes, a quien se les concedía el asilo prima facie, es decir sin trámites— tratan de regresar a Somalia, el país del que han huido, considerado un Estado fallido. Por el otro, los propios yemeníes huyen por la catástrofe humanitaria que azota a su país. Y finalmente están los inmigrantes, en su mayoría de Etiopía, que tratan de alcanzar Arabia Saudí, pasando no solo por el Golfo sino a través de un territorio controlado por grupos armados que se disputan el poder. Los que no logran cruzar la frontera con el Estado petrolero, una tarea extremadamente complicada desde el inicio de la guerra, se encuentran bloqueados en el país o deciden emprender el viaje de vuelta.

Una ruta muy arriesgada

La situación en Yemen, explican los expertos de Naciones Unidas, los expone a un creciente nivel de violaciones de los derechos humanos como torturas, secuestros y tráfico de personas en las principales rutas, que se modifican continuamente por el conflicto. Además, muchos migrantes emprenden el camino hacia Arabia Saudí —y en menor medida Europa, pasando por Sudán— con el riesgo de ser reclutados a la fuerza por las milicias armadas que operan en el país.

Sin embargo, pese a las advertencias, el número de personas que decide arriesgar su vida y tratar de alcanzar los países del Golfo ha ido creciendo y hoy en día es incluso más alto que antes del conflicto. En 2013, dos años después de la revolución en el país árabe, 65.319 personas del cuerno de África llegaron a Yemen. En 2016 se batieron todos los récords con más de 117.000, es decir, alrededor de 10.000 migrantes al mes, según datos del Secretariado Regional de Migración Mixta, una organización que estudia los flujos migratorios en el Este de África y Yemen.

“Las cifras de 2017 [87.000] son inferiores a las de 2016 pero siguen siendo bastante altas”, explica por teléfono Jeffrey Labovitz, director regional de la OIM para el cuerno y el este de África. Cerca del 80% de los migrantes que llegan a Yemen son de Etiopía, donde la mayoría de la población no se ha beneficiado del crecimiento económico y donde algunas etnias como los Oromo sufren discriminación política. El resto viene en su mayoría de Somalia, donde opera Al Shabab, un grupo terrorista responsable de varios atentados en el país. Además de la inseguridad, el país vive una sequía extrema, verdadera emergencia nacional que amenaza de hambruna a la población. 

“La mayoría de los migrantes logra llegar a Arabia Saudí”, enfatiza Labovitz, explicando que es una de las razones por las que las cifras siguen siendo tan altas. Desde la OIM, explican no obstante que Riad ha vuelto a implementar una política de deportación de migrantes irregulares procedentes de Etiopía, tal como lo había hecho en 2013. En julio de 2017, el Gobierno dio 90 días a los inmigrantes para salir del país. Alrededor de 100.000 personas regresaron a sus países de origen y a Yemen, tanto de manera voluntaria como forzada. 

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