“¿Cómo es posible que no lo asegurase?”
Solo un 6,5% de las viviendas en México tiene una pólizas que las protege contra temblores o desastres naturales
Desde hace dos semanas Margarita Vázquez Iturralde se hace la misma pregunta: “¿Cómo es posible que no lo asegurase?”. La psicoterapeuta de 61 años llevaba 27 en un amplio departamento en la colonia Narvarte. Ya tenía todo preparado para venderlo y poder comprar inmuebles en zonas menos céntricas de la capital de México, que dejaría de herencia a sus dos hijas. “Mis planes se cayeron en un segundo”, cuenta, recordando el temblor del pasado 19 de septiembre, cuando tuvo que evacuar el edificio con los azulejos de las paredes “saltando sobre mi cabeza como proyectiles”. La edificación en la que estaba el principal patrimonio de Vázquez se tendrá que demoler.
El terremoto de 7,1 grados dejó a 369 muertos en todo el país, 228 en Ciudad de México. El temblor también puso en evidencia un dato que hace con que la reconstrucción sea más larga y costosa para muchas familias cuyos inmuebles quedaron dañados: la baja penetración del mercado de seguros contra catástrofes naturales en México. Solo un 6,5% de las viviendas tienen una póliza que las protege contra desastres como terremotos, huracanes e inundaciones, según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS). Otro 20% de las casas en el país están aseguradas como parte de una hipoteca, lo que en general conlleva que el beneficiario principal en caso de indemnización sea el banco.
El dato sorprende si se considera que México se encuentra en una de las zonas con mayor actividad sísmica en todo el mundo. “En el tema del seguro casa habitación es una penetración que consideramos baja”, afirma Marco Antonio de la Rosa, gerente de Daños de la AMIS. El mercado mexicano de seguros habitacionales se topa con una barrera en la propia condición económica en la que se encuentra una gran parte de la población. Con un 43% de las personas en situación de pobreza, muchos no lo tienen sus residencias aseguradas por no poder pagar las pólizas.
Sin embargo, la asociación que reúne a las seguradoras que operan en México considera que la penetración es baja incluso entre los que pueden pagar las pólizas, que en promedio varían entre 162 y 270 dólares anuales por cada 54.000 dólares asegurados. Muchos no las renuevan tras quitar la hipoteca o simplemente no las adquieren por falta de información o por no creerlas necesarias. “Hay que considerar que en la Ciudad de México hace 32 años que no tenemos un sismo con la magnitud del que ocurrió el pasado 19 de septiembre”, afirma de la Rosa
Fue lo que le pasó a Alberto Rojas Magaña, un comerciante de 57 años que vivía con su familia en la delegación Cuauhtémoc. Él cree que no aseguró su residencia porque, según cuenta, en sismos anteriores no hubo daños más serios que azulejos desprendidos de las paredes. “Cuando pasas por un sismo no tienes la consciencia que en el futuro puede ocurrir algo aún más fuerte”, dice.
Para Rojas el último terremoto fue todo diferente. Algunas de las paredes que separaban los departamentos se derrumbaron, ventanas se cayeron y se cortó el suministro de agua y electricidad. La edificación no se puede habitar hasta que se realicen obras para fortalecer la estructura, por lo que él y su familia se trasladaron a un piso que les prestó su suegra. “Perdí algo como el 40% de mi patrimonio”, lamenta.
El Gobierno de la Ciudad de México estima que más de 8.000 edificios en la capital fueron afectados por el sismo de alguna manera, de los cuales entre 800 y 1.000 sufrieron daños estructurales.
La penetración de los seguros contra daños en inmuebles es mayor entre las empresas – llega al 15% de los pequeños negocios en México y al 50% en las medianas y grandes compañías. Desde la AMIS, dicen que todavía es temprano para estimar con precisión cuanto tendrán que pagar las compañías de seguro en indemnizaciones por el sismo. Sin embargo, declaraciones de los directivos de la asociación a EFE poco después del 19 de septiembre dan cuenta que las aseguradoras tienen un fondo de 56.000 millones de dólares para cubrir las pólizas.
Mientras tanto, Rojas y centenas de otras familias mexicanas empiezan a hacer planes para recuperar al menos parte de lo que perdieron. Él quiere volver a vivir en el edificio en la delegación Cuauhtémoc – “hemos creado raíces allí” – y para tanto va a buscar un crédito para realizar las obras necesarias para recuperarlo. “Cuando vi el estado del edificio sentí un dolor muy fuerte”, recuerda. “Uno se siente muy impotente.”
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